El colmo del fanatismo: Los trabajadores que cuidan la tumba de Fidel Castro, dicen hacerlo con «responsabilidad y orgullo»

“Nos complace que las personas expresen su admiración por lo bonito de la jardinería, nunca hemos recibido un señalamiento por algo mal hecho o descuidado, y quienes pasan un tiempo sin venir y luego regresan no dejan de hablar de cómo están de cuidadas las plantas, y ahí mismo uno se siente feliz de saber que el esfuerzo que hacemos se nota y se queda grabado en fotos y videos que recorren el mundo entero”, dice Eduardo Landa, uno de los trabajadores que mantiene pulcra la piedra donde están enterradas las cenizas del difunto dictador Fidel Castro.


Los empleados del Cementerio de Santa Ifigenia tienen que pasar el paño a la roca, hacer jardinería, barrer y estar al tanto de que no se marchiten las flores para poner nuevas, y mientras el régimen cubano les paga al menos una docena, el sitio oficial Cubadebate recoge las declaraciones de los mismos, quienes se sienten “con total responsabilidad y orgullo” de custodiar el lugar donde yacen los restos del autócrata.

Uno de los agentes de seguridad y protección del camposanto santiaguero, quien es uno de los elegidos para vigilar la tumba desde el 4 de diciembre de 2016, Carlos Rosabal, declara que lo han conmovido varios visitantes que se han acercado a rendir tributo al fallecido gobernante.

El medio estatal describe que Mirtha Miranda Silegas y Maricel Medina “van y vienen por el llamado Sendero de la Patria. Con balde, colcha, trapeador, escoba y paño, se encargan de mantener la pulcritud de cada milímetro de ese espacio físico que para ellas resulta sagrado”.

“Antes del 4 de diciembre de 2016 nos ocupábamos de la limpieza del mausoleo a José Martí, eso ya era muy importante en nuestras vidas. Después de esa fecha nos escogieron también para atender la zona de la piedra que protege a nuestro Fidel, y se convirtió en lo máximo, lo más grande que nos pudiera pasar”, alegan las empleadas.

“¿Usted se imagina? Día por día nos acercamos a esa roca, pasamos el paño por el mármol donde se inscribe en bronce su nombre, ponemos a cada lado una rosa blanca y las cambiamos en el transcurso del día si se marchitan, estamos siempre atentas a cada detalle para que todo esté a la altura que él merece…”, agregan.


“Yo le digo que no hay palabras para explicar lo que se siente, sin duda vivo orgullosa de mi trabajo y se lo hago saber a todo el que tenga la oportunidad”, acotan.

(Con información de Diario de Cuba)


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