Centenares de puntos de venta de productos agropecuarios se han visto obligados a cerrar en Cuba, a causa del tope de precios

Centenares de puntos de venta de productos agropecuarios se han visto obligados a cerrar en Cuba, a causa del tope de precios/Imagen de archivo

Centenares de puntos de venta gestionados por trabajadores privados que se dedican a la venta de productos agrícolas han cerrado en las últimas semanas, a causa de la inflación que ha generado el ordenamiento monetario y la imposición de topes de precios, por parte del régimen cubano, informa Diario de Cuba.

Cuando el Gobierno de Miguel Díaz-Canel ha querido hacerle ver al mundo que intenta fomentar la iniciativa privada, en realidad le sigue poniendo cortapisas con las cuantiosas multas que aplican los inspectores a los cuentapropistas que «supuestamente violan» los precios de los productos que venden.


Según el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), diario Granma, en las dos primeras semanas de enero habían cerrado sus puertas 600 puntos de venta agrícolas.

El Gobierno llevó a cabo más de 50 mil inspecciones en todo el territorio nacional, y muchos de los cierres de acuerdo a la prensa estatal, tuvieron que ver con alteraciones de precios y otras «violaciones».

Solo en La Habana hasta el 5 de febrero se habían impuesto 650 multas a vendedores agrícolas, la mayoría oscilando entre los 7.000 y 8.000 pesos.

La semana pasada se impusieron al menos 200 sanciones de entre 5.000 y 15.000 CUP en mercados agropecuarios, reportó la estatal Agencia Cubana de Noticias (ACN).

«A nosotros el Estado no nos da nada y siempre lo tenemos encima. Cada día compro el cerdo más caro. Cuando comencé este negocio, el año pasado, lo compraba a 45 pesos la libra, pero ya está a 63, por lo cual debo venderlo a 70 para ganar algo. En diciembre el Gobierno topó nuevamente los precios y el más alto en el caso de la carne es el bistec, a 55», denunció Ramón Martínez, un carnicero del municipio Plaza.


«Ahora mismo es imposible vender a ese precio porque lo compro mucho más caro», añadió.

«A mí me pusieron una multa de 1.000 pesos porque no podía vender manteca ni chicharrones por no estar comprendido en la licencia. Para poder sobrevivir, solo le estoy vendiendo a personas que conozco, y siempre ando con sigilo porque nunca se sabe de qué manera se camuflan los inspectores para poner una multa», concluyó.


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