
El Servicio Secreto de Estados Unidos ha encendido las alarmas en el centro de Florida ante la expansión de dispositivos clandestinos de clonación de tarjetas colocados por organizaciones criminales transnacionales. En una operación conjunta con autoridades locales, los agentes federales recorrieron tiendas, gasolineras y cajeros automáticos en los condados de Orange, Seminole y Osceola, donde detectaron varios dispositivos de clonación —conocidos como skimmers— ocultos en máquinas de pago de uso cotidiano.
La intervención se da en un contexto de creciente preocupación entre comerciantes y consumidores, quienes han visto multiplicarse los casos de robo de datos financieros a través de terminales aparentemente seguras. Los agentes, acompañados por el equipo de investigación de consumo Action 9, documentaron cómo los ladrones logran instalar los dispositivos en cuestión de segundos, incluso frente a empleados que no perciben nada inusual.
Tecnología criminal al servicio del fraude masivo
Los skimmers funcionan interceptando la información de tarjetas de crédito, débito y EBT cuando el usuario inserta o desliza su tarjeta. Los dispositivos pueden ser colocados dentro de las máquinas o adheridos sobre la superficie, imitando perfectamente el diseño original. Algunos son tan sofisticados que incluyen microcámaras y teclados falsos para obtener PINs con una precisión alarmante.
La agente especial a cargo de la oficina del Servicio Secreto en Orlando, Caroline O’Brien-Buster, explicó que las tarjetas EBT son el blanco principal debido a que “no tienen absolutamente ninguna seguridad integrada”. Esto convierte a sus usuarios —muchos de ellos familias de bajos ingresos— en víctimas frecuentes de un fraude que genera miles de millones de dólares al año.
Las investigaciones apuntan a redes criminales internacionales, especialmente de Europa del Este, que ensamblan y distribuyen estos dispositivos con altos niveles de ingeniería electrónica. Luego coordinan la recolección de datos y la venta de la información robada en la dark web, donde cada tarjeta clonada puede ser comercializada de manera anónima para compras fraudulentas.
Operativos sorpresa y hallazgos preocupantes
Durante la jornada de inspecciones, los agentes confiscaron al menos siete dispositivos ocultos en establecimientos que desconocían completamente que habían sido infiltrados. La revisión se realizó con equipos especializados capaces de detectar anomalías en los sistemas internos de las máquinas de pago.
En uno de los casos documentados, un video de seguridad muestra a un delincuente aprovechando un instante en que un empleado se gira para colocar un skimmer sobre la lectora legítima. La maniobra no tarda más de tres segundos, lo que explica cómo muchos comercios no se percatan del riesgo.
Los agentes subrayan que por cada skimmer retirado se evitan potencialmente decenas o incluso cientos de víctimas, muchas de ellas dependientes del saldo de sus tarjetas EBT para alimentar a sus familias.
El costo humano: familias que se quedan súbitamente sin nada
El impacto del fraude va más allá de la pérdida financiera: para muchas familias, especialmente aquellas que dependen de EBT, descubrir su cuenta vacía puede significar quedarse sin comida en épocas críticas como Acción de Gracias o Navidad.
“Es devastador”, explicó O’Brien-Buster. “Imagínese ir a comprar los alimentos para la cena de su familia y darse cuenta en la caja de que no le queda ni un dólar porque un delincuente robó su información”.
Los afectados suelen enterarse del fraude solo al intentar pagar, lo que agrava la emergencia al no tener forma inmediata de recuperar los fondos.
Operaciones nacionales y la lucha contra las fábricas clandestinas
El operativo en Florida forma parte de una estrategia nacional del Servicio Secreto, que en semanas recientes ha desarticulado talleres clandestinos donde se ensamblaban estos dispositivos. Las operaciones, según la agencia, están aumentando a medida que los grupos criminales perfeccionan sus métodos.
Los agentes advierten que los skimmers no solo aparecen en tiendas minoristas, sino también en surtidores de gasolina, cajeros automáticos y máquinas expendedoras, lo que amplía significativamente el campo de riesgo para el consumidor promedio.
Estadísticas recientes: la magnitud del problema
En los primeros meses del año fiscal 2025, se detectaron más de 226.000 solicitudes fraudulentas de beneficios SNAP a nivel nacional, junto con alrededor de 691.000 transacciones no autorizadas. Solo en el primer trimestre de ese año, los fondos sustraídos superaron los US$ 102 millones.
Un informe del año fiscal 2023 estimó que alrededor del 11.7% de los beneficios pagados por SNAP fueron impropios, es decir, montos erróneos u otorgamientos que no debieron aprobarse. Esto representa unos US$ 10.5 mil millones en desembolsos incorrectos —aunque no todo corresponde a fraude intencional, sino también a errores administrativos o de elegibilidad.
A pesar del auge de denuncias por fraudes, las autoridades del USDA y organizaciones defensoras de la asistencia social insisten en que “la gran mayoría” de los beneficios llegan debidamente a quienes los necesitan, y que los casos de abuso representan una fracción del total. Estos datos recientes revelan que, mientras el sistema sigue siendo vital para millones de familias de bajos ingresos, las vulnerabilidades tecnológicas y los métodos sofisticados de los estafadores exigen una vigilancia continua.
Antecedentes: ¿Qué es SNAP/EBT y cómo evolucionó con el tiempo?
El programa SNAP, creado décadas atrás bajo otro nombre, fue reformado varias veces con el fin de garantizar ayuda alimentaria a hogares de bajos ingresos, a la vez que se introducían mecanismos para prevenir fraudes y abusos. Desde que se adoptó el sistema de transferencia electrónica de beneficios (EBT) —es decir, tarjetas magnéticas en lugar de cupones en papel—, el proceso empezó a ser más seguro y rastreable.
Aun así, esa seguridad no es absoluta: según un informe reciente, las tarjetas EBT tradicionales carecen de microchip, lo que las hace vulnerables a clonaciones y robo de datos cuando se usan en lectores manipulados.
Con el paso del tiempo, aunque se redujo la forma más “burda” de fraude —como intercambio de cupones físicos por efectivo—, surgieron modalidades más sofisticadas: clonación de tarjetas, skimming, robo de PIN, uso de tarjetas clonadas, y apropiación de fondos mediante compras no autorizadas.
Para combatir estas amenazas, la institución responsable —USDA Food and Nutrition Service (FNS) — ha implementado programas de monitoreo, revisiones periódicas, auditorías, e incentivos para que los estados mantengan bajos niveles de errores o pagos indebidos.
Recomendaciones para minimizar riesgos
Las autoridades recomiendan utilizar siempre que sea posible la tecnología tap-to-pay, que es más segura al no requerir contacto directo entre la tarjeta y la máquina, revisar visualmente la terminal de pago antes de usarla para detectar signos de manipulación, cambiar con frecuencia el PIN de las tarjetas EBT, así como revisar estados de cuenta y reportar cargos no autorizados de inmediato.
La educación del consumidor y del comerciante es fundamental para detener la cadena del fraude.
Una batalla en evolución constante
El Servicio Secreto enfatiza que el fraude con skimmers es un fenómeno dinámico y en expansión. La sofisticación tecnológica, la velocidad de instalación y la organización internacional de las redes criminales obligan a una vigilancia permanente.
Las autoridades aseguran que continuarán ampliando los operativos y reforzando la cooperación con agencias locales y comercios para proteger el dinero de los consumidores y evitar que más familias vean sus cuentas vaciadas sin previo aviso.





