Profesor de una facultad tecnológica de La Habana asegura que en dos años han salido de la Isla el 30% de sus alumnos, se puede leer en un artículo del periodista Mauricio Vicent titulado Cuba y un éxodo al que no se ve fin, publicado por el diario español El País.
«Cada vez que paso lista hay menos alumnos. Sus compañeros me dicen: ‘Profe, ese ya se fue, no diga más su nombre’», confesó el académico.
«Los que se van en su mayoría son jóvenes, muchos de ellos personal cualificado o profesionales, que han perdido las esperanzas en que las cosas mejoren», indicó el economista Omar Everlany, al referirse a la magnitud del éxodo más grande en la historia migratoria entre Cuba y Estados Unidos.
«En mi WhatsApp ya no me quedan casi +53 [el código de Cuba], todos son +1 [el código de EEUU]. Y yo soy la próxima», contó por su parte una camarera de una conocida paladar de La Habana, que ha visto como durante meses han tenido que renovar el personal en el restaurante por la misma situación, la salida masiva de cubanos que huyen de la mayor crisis económica, política y social que ha visto la Mayor de las Antillas.
En el último año fiscal ha ingresado a territorio estadounidense más de 224.000 cubanos, según estadísticas oficiales, el 2% de los habitantes del país, y una cifra superior al 4% de la población activa, de la fuerza laboral en la Isla comunista.
«A Cuba se les escapan a raudales sus jóvenes, es decir, su futuro. El porvenir del país se ha hipotecado peligrosamente, y esto solo puede desembocar en más inestabilidad política y social», detalló por su parte, el también economista Ricardo Torres, investigador y académico en la American University de Washington.
A su juicio el problema fundamental «radica en que la severa crisis actual tiene que ver con los problemas estructurales que aquejan a la isla por décadas», cuestión que hace pensar en que una solución es muy compleja.
«La corrección de estos desequilibrios requeriría audacia, capacidad en el sector público y muchos años de trabajo duro», sostiene.
Mientras el sociólogo Carlos García Pleyán opina que «el capital político acumulado se va agotando. La confianza en la capacidad del gobierno de enderezar la situación se ha desvanecido ya ante los reiterados titubeos e incoherencias».
«Es verdad que el margen de maniobra es reducido, pero la ineptitud demostrada con las medidas antiinflacionarias ha agotado las esperanzas», agregó.
«A diario crecen las diferencias económicas y sociales y con ellas la radicalización política. El dialogo es cada día más difícil y la angustia ante el futuro, creciente» concluye.