Una periodista holguinera ha escrito una reflexión en redes sociales, en la que asegura sentirse «traicionada», a raíz de las nuevas tiendas en moneda libremente convertible, a las que la gran mayoría de los cubanos van más a mirar que a comprar, debido a que tienen que pagar con dólares una moneda que no cobran, sin hablar de los abusivos precios.
Linne Diéguez Solana explica que durante años se creyó toda la propaganda del régimen, y fue miembro activa de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y del Partido Comunista Cubano (PCC), organizaciones de masas encargadas de adoctrinar a los isleños en los últimos sesenta años.
«Yo defendí -con fervor- las conquistas de la Revolución, porque me hablaron de un país para todos, sin exclusiones, sin limitaciones por clases sociales, donde contábamos todos», reveló.
Diéguez Solana confiesa que no puede entender que hoy necesite «dinero del enemigo» para poder adquirir productos básicos, tras años de rechazo a las personas que se iban del país.
A continuación Cuba en Miami reproduce de manera íntegra la reflexión de esta joven cubana:
Yo crecí siendo revolucionaria. Gritando consignas, saltando para no ser Yanqui, queriendo ser como el Ché y leyendo mucho a Martí. Yo crecí al frente de un colectivo de pioneros, dirigiendo en la FEEM y en la UJC. Fui militante del Partido a los 25 años… No creo que haya dejado de leer nada de lo que se publicó en Cuba del Realismo Socialista y estuve desde la primaria en la radio, en la televisión, en congresos… Yo defendí -con fervor- las conquistas de la Revolución, porque me hablaron de un país para todos, sin exclusiones, sin limitaciones por clases sociales, donde contábamos todos. Yo salí con mi pulóver del Ché en marchas y caravanas hacia Tribunas Abiertas porque creía de corazón en la utopía de un mundo mejor donde mi pueblo trabajaría, forjaría y decidiría su propio futuro. Yo me hice periodista para ser látigo y flor, y decir la verdad de frente, y atacar lo mal hecho para ayudar a perfeccionar nuestra sociedad. Yo crecí en el Con todos y para el bien de todos, despreciando a gobiernos anteriores donde los pobres miraban con tristeza vitrinas que no se podían permitir. Donde los latifundistas les pagaban tan poco a los trabajadores que el salario no les alcanzaba para nada.
Yo creí, soñé, confié… Y no puedo entender que hoy necesite cosas elementales que no están a mi alcance porque no tengo a nadie que me ponga en la tarjeta dinero del enemigo que quemé en las fiestas del CDR en forma de muñecón. Yo no tengo a ninguna persona de esas que no creyeron, ni soñaron y mucho menos confiaron, que me envíe dinero.
«Nos engañaron», me dijo hace un par días un amigo que se fue, y yo me encogí de hombros y salí a buscar a un revendedor justo después de contestarle: «no, peor, nos traicionaron».
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