Melancolía y silencio en Cojímar luego de la devastación provocada por Irma

Cojímar ha sido recordado históricamente como un pueblo de pescadores, es una localidad de Cuba situada a unos 7 km de La Habana, que forma parte del municipio de la Habana del Este. Cuenta con 20.390 habitantes. Es un lugar donde los recuerdos parecen perdurar demasiado; es conocido porque inspiró al Premio Nobel para escribir «El viejo y el mar» en 1952. El huracán Irma ha cambiado la faz de esta zona costera, olas de más de siete metros arrasaron con todo. Los habitantes opinan:


«Cojímar es un pueblo orgulloso», dice J., cojimero de toda la vida. «Hay historia, hay sentido de pertenencia».

En los restaurantes y cafeterías que bordean el malecón la gente toma sus cervezas en silencio. Aquí no se escucha música, ni más ruido que el de las botellas chocando con las mesas, escribe la periodista.

El malecón desapareció con Irma, partió en tres el muelle. Todo el litoral muestra la devastación, al lado del centro nocturno La Costa, unas auras tiñosas enormes dan sensación de cementerio.
«Lo que Irma tenía que haberse llevado es esa cosa», dice una anciana señalando para La Costa. «Ese lugar le ha costado más vidas a este pueblo que dos huracanes juntos», asevera, refiriéndose a las riñas que se arman en la discoteca tan seguido.

La zona, más que un sitio sumido en el desastre, parece una plaza sitiada, un carro de Policía se mantiene parado en la esquina y varios uniformados de a pie lo acompañan. Un camión de brigadas especiales patrulla sin detenerse.


Ruinas de lo que fueron casas, donde no se ha conservado ni un pedazo de techo, ni un colchón mojado. Casas cerradas, todavía vacías, porque sus residentes evacuados aún no regresan.
«¿Los que perdieron las casas ya lo saben?», preguntó la reportera de Diario de Cuba.

«Sí», dice. «Ahora tienen que ir para un albergue y vaya usted a saber cuándo podrán salir de allí. No sé si los van a dejar reconstruir sus casas porque pueden decir que el lugar es peligroso».

El transporte todavía no se ha restablecido completamente. Las guaguas están desviadas y muchas tienen cortado el recorrido, a causa del túnel cerrado. Pocos cojimeros intentan salir del pueblo por estos días.

«Siempre he tenido la impresión de que Cojímar no existe para la gente de afuera. Se olvidan de nosotros», añade una señora que dice vivir allí hace más de 60 años.

El silencio se ha adueñado de este pueblo tras el paso de Irma, después de destrozar barcos, de dejar las casas vacías en las zonas más bajas, las olas impetuosas de Irma arrasaron con todo.
Restablecer lo perdido para los habitantes de este pueblo puede tardar años, los más viejos quizás ya hayan perdido todas las esperanzas.

Ojalá algún día volviera a ser el pueblito de otrora, ese que enamoró al escritor norteamericano Ernest Hemingway.

(Con información de Diario de Cuba)


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