Matrimonio cubano buscaba un segundo hijo, y llegaron trillizos

Una pareja de cubanos tuvo trillizos, después de llevar juntos 20 años, los artemiseños se conocieron cuando estudiaban en el preuniversitario Manuel Ascunce, y apenas tenían 15 años de edad, antes de nacer los tres pequeños, ellos tenían una hija de once años Sheyla, pero pese al embarazo de riesgo que enfrentó Suleidys, ella apostó por sus bebés, reveló un periódico local de la Isla.


Rubisel Ortega, su esposo cursó la carrera de Electromedicina, por ello ha cumplido varias misiones médicas en el extranjero, primero de 2008 a 2010 en Honduras, después en Bolivia otros dos años hasta 2014, la última la estaba realizando en ese mismo país hasta fines de este año, cuando se encontró a su esposa hospitalizada.

Ortega contó al diario estatal, que Suleidys estaba desde el 14 de mayo, en la Sala de Gestantes del Hospital Comandante Ciro Redondo, de Artemisa, por presión alta, y un embarazo que hacía peligrar su vida.

En agosto de 2016, la pareja que esperaba una niña, tuvo que optar por interrumpir el embarazo, porque el feto venía con malformación, fue entonces cuando su esposa quedó devastada, porque quería tener un segundo hijo, y no habían tenido mucho tiempo entre las misiones de Rubisel, para concebirlo.

El padre de los futuros bebés decidió continuar su misión en Bolivia, hasta que su mujer cumplió las 20 semanas de gestación, pero ante la gravedad de la situación prefirió quedarse con su familia.

“Nosotros somos una familia pequeña. Por su parte, los padres y su abuelita de 90 años, y viven en Puerta La Güira; por la mía, mis papás, mi hermana y yo, y vivimos en Las Cañas. Necesitaba mucho mi apoyo, mi presencia. Le llevábamos desayuno, almuerzo y comida todos los días. Además, Sheyla también requería cuidados”, explicó Ortega refiriéndose a la situación por la que pasó la embarazada y su hija mayor.


Según el padre de las criaturas, Suleidys era sometida a análisis complementarios dos veces por semana, de nefrología, ultrasonidos de genética cada 15 días, tanto en la sección de Medios de Diagnóstico del hospital como en el Centro de Genética Provincial. En la Sala de Gestantes también había preocupación pues a su esposa le tomaban la presión tres veces al día.

Sin embargo, el 15 de septiembre la embarazada fue trasladada a Cuidados Prenatales, según narra el cubano “no podía comprometer la salud de mi esposa por darle más tiempo a los niños. A ellos les habían hecho la maduración pulmonar desde las 26 semanas, previendo una situación así. A las 4:50 de la tarde me dijeron que los tres bebés habían nacido bien, y ella estaba delicada”.

Los niños Kevin Michel, de 1900 gramos; luego Dayron Leonel, de 2050 y Brayan Rubisel, de 1600 fueron trasladados a Neonatología, mientras Suleidys tuvo que ser llevada a cuidados intensivos.

Brayan Rubisel el más pequeño tuvo que permanecer en el hospital Iván Portuondo, de San Antonio de los Baños, del 17 de septiembre al 9 de octubre, hasta alcanzar el peso requerido para su regreso al centro de salud de Artemisa.

Por su parte la madre de los pequeños estaba aislada en Prenatales, por tener las defensas bajas y peligro de infecciones; al mismo tiempo su esposo procuró estar presentes para los niños y para ella, que también necesitaba de su atención.

“Le llevaba el desayuno, el almuerzo y la comida a mi esposa a Artemisa. Cuando regresaba a mi casa en Las Cañas, a las 8:00 de la noche, iba para San Antonio. Llegaba allá sobre las 9:15 o 9:30, y solicitaba la evolución del niño. ¡Qué clase de enredo, mi madre!”, detalla de su experiencia.

“Cuando iba a verla me preguntaba mil cosas. Salía de llevarle el almuerzo y pasaba por el cunero. Casi siempre era hora de darles leche; entonces, aprovechaba, entraba y ayudaba a las enfermeras a alimentarlos”, relató.

Afortunadamente los peores momentos ya son cosa del pasado, y el matrimonio ya está en su casa con los bebés, aunque al más chiquito lo inyectan aun para aumentar la hemoglobina, y los tres tienen que tomar vitaminas, los niños están bien, y la familia los ha integrado como una bendición en sus vidas.

(Con información de El Artemiseño)


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