Los derroteros del voleibol masculino y femenino en la Isla, tras constantes resquebrajamientos por la emigración de atletas

En la Escuela Nacional de Voleibol, camino al aeropuerto internacional José Martí y muy cerca de la intersección con la Calle 100, jóvenes prospectos de diferentes partes del país se albergan en el centro, para entrenar de la forma adecuada.


Estrellas en ascenso como Miguel Ángel López, Miguel David Gutiérrez y Osniel Melgarejo, que en el verano del año en curso obtuvieron medalla de plata en el Campeonato Mundial Sub -21, realizado en la República Checa, entrenan para jugar en el XIX Campeonato Mundial de Voleibol Masculino, que se celebrará conjuntamente en Italia y Bulgaria del 10 al 30 de septiembre de 2018.

Un preparador físico de la Escuela explica: “Si no se marchan, y juegan juntos varios años, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 la selección cubana puede rivalizar de tú a tú con la crema y nata del voleibol mundial, ya sea con Rusia, Brasil, Polonia, Estados Unidos o Irán (que viene en ascenso)”.

“Estos muchachos, y otros, con edades comprendidas entre 16 y 20 años, destacan por su poder de salto, una cualidad típica de la escuela cubana de voleibol. Los tres, Miguel David, Miguel Ángel y Osniel, alcanzan más de 3 metros y 60 centímetros en ataque con impulso y superan los 3.40 a la hora de bloquear, y saltan sin apenas impulso. Tienen todas las papeletas para convertirse en monstruos del voley mundial a la vuelta de tres o cuatro años”, añade.

A pesar de la deserción de atletas, y de los problemas internos, el voleibol cubano trata de no perder el prestigio que ha logrado.

El declive de este deporte entre las féminas inició por el año 2000, la emigración de jugadoras dejó un hueco relevante; las cuestiones internas dentro de la comisión nacional de voleibol causaron la salida de Eugenio George, llamado el padre los grandes éxitos; para quien recuerde Cuba comenzó a escribir con letras doradas la historia del voley, por allá por 1978, con el sexteto maravilloso de Mercedes Pérez, Lucila Urgellés, Mercedes Pomares y la formidable pasadora Imilsis Téllez, en la antigua Leningrado.


Con el nuevo siglo, se empezó a probar un nuevo sistema, el cinco-uno, donde una sola jugadora estaba a cargo de pasar, obviando el original sistema del cuatro-dos, con dos pasadoras, que en la práctica se transformaba en seis atacadora; otro punto fue la deficiencia en la captación de talentos, fomentaron una debacle en el voleibol femenino que aún no se recupera.

Algunas buenas atletas han optado por obtener contratos en ligas europeas y sudamericanas, por su propia cuenta y riesgo.

Sin embargo este deporte entre los varones sin obtener grandes triunfos, comenzaron a hacerse sentir; ya en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 lograron la medalla de bronce y alcanzaron segundos lugares en Italia, en 1990 y 2010.

La escuela cubana de voleibol, en las áreas femenina y masculina, “se basa en la potencia física, tanto en el salto como en la pegada al balón. Y en un buen bloqueo en la net. Sus deficiencias son en la defensa de campo, recibo y algunos aspectos individuales técnico-tácticos. Lo ideal sería pulirlos, propiciando que nuestros atletas participaran en un mayor número en ligas europeas”, dijo Eduardo, profesor especializado en deportes con pelotas.

También expresó que en la Isla caribeña, el voleibol es un deporte experimento, y no tiene la masividad del béisbol o el boxeo.

“Sus campeonatos nacionales son cortos, mal organizados y no existe rivalidad. Para pulir errores hay que codearse con los mejores. ¿Dónde juegan los mejores? En Italia, la mejor liga del mundo, o en Rusia, Polonia y Grecia. En América, Brasil tiene una liga muy potente y Argentina crece en calidad”.

El profesor añade que “en Puerto Rico también existe una liga de nivel. El voley fue el primer deporte cubano en autorizar la contratación de jugadores, a fines de los 90. Pero las autoridades se quedaban con la mayor parte del dinero, sin contar que los jugadores llegaban en baja forma a las principales competencias del año”.

El deporte entre los varones cubanos ha sido inestable, teniendo en cuenta la emigración de jugadores a otros países; en diciembre de 2001, tras ganar una liga mundial en Europa, seis jugadores bajo entrenamiento en Bélgica huyeron a Italia.

Entre 2006 y 2010, la Isla comunista ha preparado sextetos de lujo, pero no terminaron cuajando porque los atletas de nuevo decidieron irse a clubes extranjeros, tener mejores ingresos y administrar solos sus finanzas.

El voleibol en Cuba ha sufrido como casi todos los deportes el desmembramiento de los equipos, como los jugadores de béisbol que se han ido para jugar con Grandes Ligas, porque el régimen los quiere asir, o los médicos cubanos en Brasil, que se cansaron de la modalidad conocida como “esclavitud moderna”.

(Con información de Martí Noticias)


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