Llega a EEUU el médico cubano Manuel Guerra: «El aire que se respira tiene aroma a libertad»

Llega a EEUU el médico cubano Manuel Guerra: «El aire que se respira tiene aroma a libertad»/Imagen tomada de redes sociales

El médico y opositor cubano Manuel Guerra llegó a Estados Unidos ayer viernes 18 de marzo, tras días de haber publicado en sus redes había tomado la difícil decisión de irse de la Isla.

«A Dios gracias, llegamos…noche fría, trayecto más que complejo y el desierto de Arizona que para colmo asedia nuestra integridad física, mas no importa el aire que se respira tiene aroma a libertad», escribió en su perfil de Facebook.


Guerra llevaba años aguardando por un proceso de reunificación familiar con su padre, radicado en EEUU.

El galeno también había intentado una salida ilegal del país en 2019, sin embargo fue interceptado por las autoridades cubanas y desde entonces no pasó desapercibido para el aparato represivo del régimen.

En octubre pasado, las represalias en su contra habían escalado tanto, que fue expulsado de su trabajo en el Hospital Nicodemus Regalado de Holguín, y arrestado y maltratado por la policía política, por sus opiniones «contrarrevolucionarias», según la Seguridad del Estado.

«Mi mamá me decía soñador y yo tenía la esperanza, incluso antes del 11 de julio, de que podía haber un cambio inminente en Cuba, porque la sociedad se estaba manifestando», expresó el joven médico en una entrevista reciente con el independiente diario digital 14yMedio.

«El régimen opresor es verdad que es arbitrario, totalitario, nocivo para la salud psíquica y física de todos nuestros hermanos, pero nosotros somos los que lo hemos permitido», admitió.


«Si solamente los cubanos tomaran una posición semi crítica, pero a excepción de unos pocos que tienen el decoro que muchos hombres no tienen, Cuba tiene un pueblo sumiso, un pueblo cobarde», declaró decepcionado.

Luego de su arresto en octubre pasado, Guerra explica se sentía «solo, literalmente solo».

Hace algunas semanas logró viajar a Nicaragua, con la esperanza de seguir rumbo al norte, y la fe de algún día volver a poder ejercer la medicina en una sociedad libre.

«Ahora soy realista, no soy un soñador tonto. Sé que es muy difícil que vuelvan a dejarme entrar, tendría que hacer un silencio total y no hablar más nada, cosa que nunca voy a hacer», concluyó.


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