Delegación estadounidense simpatizante con el régimen que visitó Camagüey, estuvo bajo la vigilancia de la Seguridad del Estado

Decenas de visitantes norteamericanos fueron vigilados hasta el sábado 28 de abril, por la Seguridad del Estado en Camagüey.


El ICAP (Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos) dirigido por uno de los cinco espías que estuvieron presos en EEUU, invitó a los estadounidenses que simpatizan con el gobierno cubano para participar en el desfile del Primero de Mayo.

Sin embargo, ni siquiera que visitaran Camagüey acreditados por el ICAP salvó al grupo de norteamericanos de que sus movimientos y contactos fueran controlados por el régimen.

Uniformados o de civil, desde hace dos semanas, decenas de agentes del MININT (Ministerio del Interior), y funcionarios estatales de varias entidades públicas fueron movilizados en actividades de vigilancia y control sobre los movimientos de los visitantes.

El MININT también estuvo al tanto de la prensa independiente, y de los artistas en esa provincia, el martes 24 de abril en horas tempranas, un día antes de que llegaran los “brigadistas”, agentes de la Seguridad del Estado se estacionaron en una vivienda próxima a la casa de la periodista Sol García Basulto.

El periodista que recogió la información para Martí Noticias, Henry Constantín fue perseguido al menos durante medio kilómetro por agentes de la SE.


Con anterioridad, los oficiales de la SE habían visitado el Teatro Principal, donde tendría lugar una función del Ballet de Camagüey a la que los norteamericanos estaban invitados, y a la cual se prohibió el acceso a los cubanos que no portaran invitación oficial, relata el reportero.

El día de la función del Ballet, 26 de abril, la Policía Nacional Revolucionaria sitió el teatro, con la misión de pedirle documentos y explicaciones a todo el que por allí pasaba y se detenía a mirar, o personas que intentaban entrar sin autorización.

En las afueras de los hoteles que se alojaron los estadounidenses, y de todas las instituciones que visitaron permanecieron grupos del MININT desplegados por la zona.

Incluso los trabajadores de los hoteles en que se hospedaron, los choferes de los vehículos donde se trasladaban, y todos los empleados de las instituciones, culturales, educativas, políticas y de todo tipo habían sido previamente instruidos por las autoridades cubanas.

Un alto funcionario público dijo a sus empleados reunidos que “aunque esos visitantes venían como amigos, había que tener cuidado con lo que se les decía, porque cualquiera podía ser un enemigo”.

La mayoría de los visitantes pertenecen a organizaciones civiles de Estados Unidos, no obstante el programa que las autoridades cubanas les impusieron solo incluía contactos con entidades y empleados del sector estatal.

Los estadounidenses no pudieron visitar al pastor Bernardo de Quesada para ver los restos de la demolición de un templo religioso, ni a la iglesia del sacerdote Castor Álvarez para escuchar sobre los problemas espirituales de Cuba.

(Con información de Martí Noticias)


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *