Cubano en EE.UU denuncia que mediante mensajes telefónicos le estafaron 2 mil dólares por la supuesta compra de un triciclo que se entregaría en Cuba

Foto: Video de Facebook de Cubanos Enelmundo TV y Shutterstock

Un cubano residente en Estados Unidos denunció haber sido víctima de una estafa transnacional que le costó 2.000 dólares. El caso, que se gestó entre Miami y Cuba, muestra cómo las redes sociales y aplicaciones de mensajería, en este caso WhatsApp, se han convertido en herramientas clave para delincuentes que aprovechan la confianza familiar para engañar a sus víctimas.

La compra que terminó en fraude

El afectado relató que contactó a una mujer en Miami que ofrecía la venta de triciclos de combustión con destino a Cuba. El trato parecía legítimo: la supuesta vendedora le explicó que necesitaba recibir dinero tanto en EE. UU. como en la isla, lo que no despertó sospechas iniciales.


Confiado en la propuesta, el comprador reunió los fondos y recibió la confirmación de que al día siguiente su suegro en Cuba podría recoger el vehículo en un almacén. La sensación de formalidad reforzó la creencia de que la transacción era segura.

El engaño: suplantación de identidad vía WhatsApp

El fraude se concretó cuando los estafadores llamaron al suegro en Cuba y le pidieron un código de verificación de WhatsApp. Desconociendo el uso de esa función, el hombre entregó el código y los delincuentes tomaron control de su cuenta.

Con el acceso, los estafadores también lograron suplantar la identidad de la esposa del comprador, generando un entramado de mensajes falsos que parecían provenir de familiares cercanos. Esta manipulación psicológica reforzó la confianza del cubano, quien finalmente transfirió 2.000 dólares mediante Zelle. Solo 30 minutos después del envío, al hablar con un primo en Cuba, descubrió que había caído en una estafa.

Trámite bancario y frustración

La víctima denunció lo ocurrido a su banco en Estados Unidos y estos le informaron que debía esperar 30 días para determinar si el dinero podía ser recuperado. Mientras tanto, los estafadores ya habían desaparecido con los fondos.

Este caso pone en evidencia las limitaciones que enfrentan las víctimas de fraudes digitales, pues una vez realizada la transferencia, la recuperación del dinero depende de procesos bancarios lentos y muchas veces infructuosos.


Un fenómeno en crecimiento

La denuncia se suma a otras alertas emitidas en los últimos meses por comunidades de cubanos en EE. UU. y en la isla, que reportan un incremento de estafas digitales vinculadas a la compraventa de productos, envíos de dinero y supuestas recargas telefónicas.

Especialistas en seguridad informática destacan que este tipo de fraudes combina ingeniería social (aprovechar vínculos emocionales y confianza familiar) con métodos tecnológicos (suplantación de cuentas en WhatsApp, Messenger o SMS).

Consejos de prevención

Los expertos insisten en que:

  • Nunca se deben compartir códigos de verificación de WhatsApp u otras plataformas, aunque la petición parezca provenir de un familiar.
  • Es recomendable verificar la identidad del remitente a través de una llamada directa antes de enviar dinero.
  • Evitar transferencias a cuentas o aplicaciones sin respaldo formal.
  • Reportar de inmediato cualquier intento sospechoso a las autoridades y al banco correspondiente.

Un llamado a la comunidad

La víctima, que decidió hacer pública su historia, subrayó que su intención es alertar a otros cubanos para que no caigan en trampas similares. En redes sociales, varios usuarios compartieron experiencias parecidas, lo que refuerza la percepción de que se trata de una práctica extendida y bien organizada.

El caso refleja cómo la vulnerabilidad tecnológica de algunos sectores —especialmente adultos mayores que desconocen el funcionamiento de aplicaciones— se convierte en un punto de entrada para estafadores que operan entre la diáspora y la isla.

Este episodio no solo revela la creatividad del crimen digital, sino también la urgencia de mayor educación tecnológica y financiera en comunidades migrantes, que a menudo son blanco de redes fraudulentas por su necesidad de enviar dinero o bienes a sus familiares en Cuba.

Crece la ola de estafas en Miami

Miami se ha consolidado como el epicentro nacional del fraude en Estados Unidos, con una de las tasas más altas de denuncias per cápita. En 2024, residentes del área metropolitana reportaron cerca de 2,800 casos por cada 100,000 habitantes, con pérdidas que superaron los 866 millones de dólares.

Las estafas románticas, la suplantación de empresas y agencias gubernamentales, así como los fraudes relacionados con inversiones y criptomonedas, figuran entre las más comunes. Un sector especialmente afectado es el de los adultos mayores, quienes denuncian cientos de casos cada mes y representan pérdidas millonarias.

Las autoridades advierten que los delincuentes han incorporado tecnología avanzada, como la clonación de voces y la creación de sitios web falsos mediante inteligencia artificial, para engañar a las víctimas con mayor eficacia. El FBI ha detectado un aumento de llamadas fraudulentas en las que los estafadores se hacen pasar por agentes federales o funcionarios de inmigración.

Frente a esta crisis, el condado de Miami-Dade impulsa campañas de prevención, talleres comunitarios y coordinaciones con la oficina del fiscal federal para combatir lo que algunos califican como una “epidemia silenciosa”. El llamado principal de las autoridades es a desconfiar de llamadas o mensajes sospechosos y reportar de inmediato cualquier intento de fraude al IC3 del FBI.


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