Cortó caña en 16 zafras azucareras y ahora vive en la miseria en Banes, Holguín

Jorge Gómez Hidalgo, de 62 años trabajó en 16 zafras azucareras en Cuba, junto a su esposa, Vilma, de 56 años, viven según Diario de Cuba, que realizó el reportaje en algo parecido a una casa, que para colmo de males está en peligro de derrumbe.


El hombre ha perdido las esperanzas de poder arreglar su vivienda algún día, y cuenta su historia a la prensa independiente.

“Yo estaba desde 2012 en espera de un subsidio, pero ahora me entregaron el expediente porque dicen que está parado eso. Primero está la situación de la liberación del terreno; aún no se ha liberado porque dicen que no está pago”, pero “esta casa está hecha aquí desde hace 50 años”, se cuestiona Gómez Hidalgo, que fue “vanguardia nacional y donante de sangre”, ahora es el caso más crítico en Banes, Holguín.

“Me atrevería a cortarme la cabeza si no es así”, afirmó.

“Toda mi vida me la he pasado en la agricultura, sin ser negociante. Tengo 16 zafras hechas con una mocha, no con combinadas como ahora, y eso nadie lo ha mirado. No he visto nada claro conmigo”, explicó quejándose.

“A mí me iban a dar los materiales por méritos, pero en esa fecha pasó un ciclón por Pinar del Río y suspendieron la entrega de materiales aquí para mandarlos para allá, y más nunca en la vida me han mentado”, confesó.


Vilma se niega a dar su testimonio, pero el cubano revela la historia completa.

“Me jubilaron por enfermedad, porque casi no puedo hacer nada debido a que tengo las piernas tiesas. Nos dedicamos a la casa y a lo que podemos, porque los dos estamos enfermos. A mí me pagan una pensión de 461 pesos (moneda nacional) y de ahí tenemos que sacar, además de la comida, para el medicamento de dos personas, cerca de 100 pesos de agua, que hay que comprarla, y el descuento de un crédito que tuve que pedir para pagar 28 tejas de fibrocemento y dos kilogramos de clavos que me dieron derecho a comprar para con eso, y ya, hacer mi casa”, detalla a modo de ironía.

“Entonces me dieron un bolso con una piocha, una pala, una soga y una aguja. La pala será para enterrarme o con la aguja coserme la boca para que no hable. Otra cosa, nos otorgaron un colchón y no se sabe qué rumbo cogió”, contó.

El jubilado no cree que a estas alturas al gobierno le interese su caso, pues “ya soltaron el expediente”, así que admite perdieron las esperanzas, ahora se asoma otra preocupación la actual temporada ciclónica que los amenaza bajo un techo endeble.

(Con información de Diario de Cuba)


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