En un gesto cargado de simbolismo y emoción, la figura de Celia Cruz —la artista cubana más universal y uno de los mayores íconos de la música latina— volverá este martes 21 de octubre de 2025 a La Habana a través de una misa conmemorativa organizada por la Iglesia católica. La ceremonia se celebrará a las 11:00 a.m. en la Parroquia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, ubicada en la calle Manrique esquina Salud en Centro Habana, y forma parte de los actos por el centenario de su nacimiento.
Un homenaje bajo el lema “Unidos por Celia”
El evento religioso llevará por lema “Unidos por Celia”, una frase que busca reunir en torno a su memoria a cubanos de todas las generaciones y credos, dentro y fuera del país. La convocatoria se ha difundido ampliamente en redes sociales, compartida por artistas y fieles que consideran esta misa como una oportunidad de reconciliación cultural y rescate espiritual de una figura que el régimen cubano mantuvo censurada durante décadas.
Entre los artistas que se hicieron eco de la invitación se encuentra la cantante Haila Mompié, quien publicó el cartel de la misa e invitó a los habaneros a asistir “por amor a Celia y a la música cubana”. La convocatoria ha despertado gran interés en la comunidad artística y en los seguidores de la legendaria intérprete de “La vida es un carnaval” y “Guantanamera”.
Omer Pardillo Cid: “Es un acto de fe, no político”
El albacea de Celia Cruz, Omer Pardillo Cid, confirmó que la misa fue convocada por la Iglesia católica en Cuba y Haila, así como expresó su esperanza de que las autoridades no impidan el acto. “Esta misa es un acto de fe, no un evento político. Es una forma de rendir respeto y gratitud a una mujer que llevó el nombre de Cuba con orgullo por todo el mundo”, declaró Pardillo, quien también preside la Fundación Celia Cruz en Estados Unidos.
El representante recordó que, pese a los años de censura y silencio oficial, la figura de Celia Cruz nunca desapareció del corazón del pueblo cubano. “Su voz sigue viva en las calles, en las fiestas y en la memoria colectiva. Este homenaje en su tierra natal tiene un profundo valor simbólico”, añadió.
Entre la devoción popular y la censura cultural
La misa ocurre pocos días después de que el Ministerio de Cultura cancelara una gala artística prevista para celebrar el centenario de la artista, decisión que generó malestar e indignación entre músicos, intelectuales y fanáticos. El hecho fue interpretado como una muestra de la persistente resistencia oficial a reconocer a una de las cubanas más admiradas del siglo XX.
El anuncio de la misa llega poco después de que las autoridades culturales cubanas desataran polémica al cancelar una gala prevista en honor al centenario de Celia Cruz. El evento, promovido por Teatro El Público y la Fábrica de Arte Cubano (FAC), fue suspendido por el Centro Nacional de Música Popular sin ofrecer razones ni mencionar el nombre de la legendaria intérprete. La decisión, atribuida a una directiva del Ministerio de Cultura y el Partido Comunista, provocó una oleada de críticas e indignación entre artistas, intelectuales y ciudadanos dentro y fuera de la Isla.
En señal de protesta, la Fábrica de Arte Cubano llevó a cabo una acción simbólica cargada de significado: mantuvo durante una hora una silla vacía iluminada en el escenario, sin una sola palabra, como homenaje silencioso a Celia Cruz. Al concluir, el recinto hizo sonar algunos de los temas más icónicos de la “Guarachera de Cuba”. En un mensaje difundido en Facebook, la institución resumió el gesto con una frase contundente: “Una obra de arte que no fue, una butaca, silencio y el arte de la resistencia… Celia vive”.
Aun así, la convocatoria de la misa católica fue recibida con entusiasmo por muchos cubanos, que ven en ella una oportunidad para expresar su admiración de manera pacífica y espiritual. Para otros, se trata también de un gesto de desafío cultural, en un contexto donde la memoria de Celia sigue siendo un tema sensible en la esfera oficial.
El legado de Celia Cruz: una voz que desafió el olvido
Celia Cruz (1925–2003) dejó una huella indeleble en la historia de la música y en la identidad cubana. Su carisma, su inconfundible grito de “¡Azúcar!” y su estilo inimitable la convirtieron en símbolo de alegría, libertad y resistencia.
Tras abandonar Cuba en 1960, el régimen de Fidel Castro prohibió la difusión de sus canciones y le negó la posibilidad de regresar al país. Sin embargo, su popularidad creció en el exilio, donde se consagró como la Reina de la Salsa junto a la Sonora Matancera, Tito Puente, Willie Colón y las Estrellas de Fania.
Su música, profundamente ligada a las raíces afrocubanas y caribeñas, trascendió fronteras y generaciones, hasta convertirse en un patrimonio emocional que une a los cubanos dispersos por el mundo.
Una segunda misa y una oportunidad de reconciliación
Esta será la segunda ceremonia religiosa dedicada a Celia Cruz en Cuba; la primera tuvo lugar en 2016, también en la Parroquia de la Caridad del Cobre. En aquella ocasión, decenas de personas se congregaron para recordar su vida y cantar algunas de sus canciones, a pesar de la discreción con la que el evento debió organizarse.
Ahora, nueve años después, el homenaje adquiere un significado mayor. No solo coincide con el centenario de su nacimiento, sino que también refleja el deseo de muchos cubanos de reconstruir la memoria cultural del país sin divisiones políticas.
El espíritu de Celia en su centenario
En el año de su centenario, Celia Cruz ha sido recordada con múltiples tributos alrededor del mundo —desde Nueva York hasta Madrid y Miami—, donde su legado sigue inspirando a artistas, académicos y fans. La misa habanera, sin embargo, tiene una carga emocional única: representa el regreso espiritual de Celia a su tierra, al amparo de la fe y del cariño popular.
Su voz, prohibida durante años en la radio cubana, resonará esta vez entre los muros de una iglesia en el corazón de La Habana. Un gesto simple, pero profundamente simbólico, que confirma que ni el tiempo ni la censura han podido silenciar el mensaje de una mujer que hizo del arte y la alegría su forma de libertad.