El pasaporte de Estados Unidos, durante décadas símbolo de libertad y poder internacional, ha salido por primera vez del grupo de los diez documentos de viaje más influyentes del mundo. La edición de octubre de 2025 del Henley Passport Index con más de dos décadas de experiencia y uno de los indicadores más reconocidos sobre movilidad global, ubica al país en el puesto 12, empatado con Malasia.
El retroceso, según los expertos, refleja no solo un cambio en la percepción diplomática de Washington, sino también el efecto de políticas exteriores menos cooperativas y de una creciente falta de reciprocidad en acuerdos migratorios.
Un descenso histórico en el poder de movilidad estadounidense
Hasta 2024, Estados Unidos mantenía la séptima posición, pero su caída ha sido sostenida: primero al décimo lugar y ahora al duodécimo. Se trata de la primera vez, desde la creación del índice en 2006, que el pasaporte estadounidense queda fuera del top 10.
El informe atribuye este descenso a una asimetría en las políticas de visado. Mientras los ciudadanos estadounidenses pueden visitar sin visa 180 destinos, solo 46 países ofrecen acceso recíproco a los viajeros de Estados Unidos. Este desequilibrio, que se ha profundizado con el paso de los años, ha motivado a varias naciones a restablecer visados como forma de presión diplomática o de ajuste político.
Un caso emblemático es Brasil, que en abril de 2025 volvió a exigir visado a los estadounidenses, tras haberlos exonerado durante años. A esto se suman países como China y Vietnam, que ampliaron sus programas de acceso libre a ciudadanos de decenas de países, pero dejaron fuera a EE. UU., un gesto interpretado por analistas como una señal de distanciamiento geopolítico.
Aislamiento y pérdida de influencia diplomática
El debilitamiento del pasaporte estadounidense se asocia también con una pérdida de “poder blando” —la capacidad de influir globalmente a través de la cooperación, la cultura o la diplomacia—. La política exterior más aislacionista de los últimos años, marcada por tensiones comerciales, migratorias y de seguridad, ha erosionado la confianza de otros gobiernos en acuerdos de libre movilidad con Washington.
Esta situación tiene consecuencias prácticas. Cada vez más viajeros estadounidenses enfrentan mayores tiempos de espera, costos adicionales y requisitos burocráticos para ingresar a otros países, afectando tanto al turismo como a los negocios internacionales y a los programas educativos.
Como respuesta, crece el número de ciudadanos que exploran opciones de doble ciudadanía o residencias alternativas en países europeos o del Caribe, con el fin de mantener ventajas de movilidad global. Este fenómeno, antes asociado a las élites económicas, comienza a expandirse entre profesionales, empresarios y jubilados.
“La disminución de la fuerza del pasaporte estadounidense en la última década es más que una simple reorganización de las clasificaciones: señala un cambio fundamental en la movilidad global y la dinámica del poder blando”, dijo el presidente de Henley & Partners, Christian H. Kaelin.
Cuba entre los pasaportes con menos acceso
El estudio también ofrece un panorama de contraste: mientras algunos países fortalecen su influencia internacional, otros continúan estancados o en retroceso. Entre ellos se destaca Cuba, cuyo pasaporte cayó de la posición 76 a la 83, empatado con Togo.
Los cubanos solo pueden ingresar sin visado a 59 destinos, uno menos que en la medición anterior. Este deterioro se atribuye a la escasa red de acuerdos bilaterales y al aislamiento diplomático de la isla. En la práctica, los ciudadanos cubanos siguen enfrentando una de las libertades de viaje más restringidas del hemisferio, incluso dentro de América Latina y el Caribe.
Los nuevos líderes de la movilidad global
La cima del ranking está encabezada por Singapur, cuyo pasaporte permite viajar sin visado a 193 destinos. Le siguen Corea del Sur (190) y Japón (189), consolidando a Asia como la región con mayor libertad de movimiento en el mundo.
En contraste, varios países europeos han perdido posiciones. Reino Unido, tradicionalmente entre los cinco primeros, aparece ahora en el octavo lugar, compartiendo posición con los Emiratos Árabes Unidos, que han escalado de forma notable gracias a su agresiva política de acuerdos bilaterales de movilidad.
Otro caso destacado es China, que ha pasado del puesto 94 en 2015 al 64 en 2025, tras una década de avances diplomáticos que le permitieron sumar 37 nuevos destinos sin visado. El ascenso chino contrasta con el declive estadounidense y confirma el reposicionamiento de Asia como epicentro de la conectividad global.
Qué mide el Henley Passport Index
El Henley Passport Index, elaborado por la consultora británica Henley & Partners, se basa en datos oficiales de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). Su metodología evalúa cuántos países o territorios puede visitar un ciudadano sin necesidad de solicitar visa previa, reflejando así el grado de apertura diplomática y la confianza internacional que genera cada nación.
El informe se actualiza trimestralmente y es utilizado como referencia por gobiernos, inversionistas y consultores de movilidad global. Más allá de un simple ranking de viajes, se ha convertido en un barómetro del poder geopolítico y la cooperación internacional.
Un mapa cambiante de la influencia mundial
La exclusión de Estados Unidos del top 10 no solo tiene implicaciones simbólicas, sino también geopolíticas. Refleja una redistribución del poder mundial en materia de movilidad y confianza diplomática, donde Asia gana influencia, Europa busca adaptarse y América enfrenta nuevas barreras.
En un contexto de tensiones internacionales, restricciones migratorias y rivalidades comerciales, la fuerza de un pasaporte se convierte en una medida tangible del lugar que ocupa un país en el sistema global. Y, por primera vez en una generación, el documento estadounidense ya no es el más poderoso del mundo.