Neveras vacías y colas por todas partes, éstos y otros síntomas de un nuevo período especial alarman a los habaneros

Cola para comprar pollo en el mercado de Carlos III, La Habana (Imagen tomada de CubaNet/fotografía: Ana León)

Los cubanos están seguros de que se avecinan tiempos difíciles, el desabastecimiento de alimentos con que concluyó 2018 y comenzó 2019 han sido indicadores que han disparado todas las alarmas de los antillanos, quienes observan muy de cerca la posibilidad de otro período especial como el de la década del 90 del pasado siglo.

Un reporte de la periodista independiente Ana León para CubaNet detalla que «apenas se estabiliza la venta de un producto, otro desaparece», aunque afirma se ha normalizado de manera relativa el abastecimiento de pan, los habaneros se ven obligados a hacer largas colas en los mercados recaudadores de divisas de Carlos III o La Época para comprar aceite o pollo.


Según la reportera, los revendedores han aumentado los precios ante la carencia, y las bolsas de leche en polvo de 1kg que antes costaban 80 pesos moneda nacional, actualmente las comercializan hasta en 120 pesos, el equivalente a 5 CUC.

En las neveras de los comercios en divisa, brillan por su ausencia los paquetes de pollo importados de 2kg que antes se vendían a 3.60 CUC, ahora según León lo que se puede ver entre «tubos de picadillo de pavo grasiento», son unos «muslitos de factura nacional, amortajados en nailon, que esconden desde pegotes de grasa añadidos para aumentar su peso y robarle a los clientes», sin embargo la población que no tiene opciones para elegir hace la cola para poder comprar estos productos y llevarlos a la mesa.

Los precios se han multiplicado en el mercado negro, donde los nacionales deben caerle detrás a un cartón de huevos que les puede costar de 5 a 7 CUC, las botellas de aceite de soya, marca «Cocinero» que en tiempos normales costaban 1.95 CUC, hoy se están vendiendo a 3 CUC, un verdadero sacrilegio para el bolsillo de los cubanos, cuyo salario promedio no excede los 30 CUC mensuales.

No obstante el principal síntoma siniestro, que recuerda el período especial a los antillanos, como explica la periodista, es que ni aún los que tienen un poco de dinero logran satisfacer sus necesidades.


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