El empresario cubanoamericano Michael B. “Mike” Fernández, conocido por su fortuna millonaria y sus donaciones filantrópicas, decidió salir del anonimato para reconocer que está detrás de la campaña de vallas publicitarias que han encendido el debate político en el sur de la Florida. Con mensajes directos contra congresistas republicanos de origen cubano y contra el propio Donald Trump, las vallas han puesto en primer plano las divisiones dentro de la comunidad exiliada y el papel de los políticos locales en el actual panorama migratorio de Estados Unidos.
Las vallas de la discordia
Las vallas, desplegadas en puntos estratégicos de Miami como la autopista Palmetto, muestran mensajes contundentes. Una de las más polémicas presenta a Donald Trump bajo la frase “aspirante a dictador”. Otras acusan de “traidores” a congresistas republicanos cubanoamericanos como Marco Rubio, María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, a quienes Fernández señala de guardar silencio frente a lo que considera políticas crueles e inhumanas en materia migratoria.
“La crueldad no merece estar en esta pelea y es la única arma que tiene este gobierno”, declaró Fernández, insistiendo en que su campaña no responde a intereses demócratas, sino a un reclamo moral y político dentro de su propio partido.
Según aseguró, más de 30 personas participan en el financiamiento y la organización de esta campaña, que se mantendrá activa hasta las elecciones presidenciales de 2026.
Antecedentes: la carta de abril
Este pulso no es nuevo. En abril, Fernández envió una carta pública en la que acusaba a Rubio, Salazar, Díaz-Balart y Giménez de “arrodillarse” ante la presidencia de Trump y de traicionar a las comunidades inmigrantes al no ejercer su labor de contrapeso en el Congreso. En esa misiva ya adelantaba que usaría todos los recursos disponibles para presionar a sus representantes a actuar con responsabilidad.
“Ellos no han abierto la boca para defender a este pueblo. Ellos pueden hacer cuentos de lo que dicen, pero lo dicen en Washington, no es lo que dicen aquí”, afirmó Fernández.
Contracampañas y reacciones
El despliegue de las vallas no tardó en generar reacciones adversas. Migrantes cubanos con estatus I-220A organizaron una contracampaña con carteles que muestran a Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Daniel Ortega, junto al mensaje en inglés: “The real traitors – To their people. To freedom. To human rights”.
En el ámbito político, las respuestas fueron inmediatas:
- María Elvira Salazar agradeció las vallas en su defensa y acusó a Fernández de promover “propaganda barata al estilo castrista”.
- Mario Díaz-Balart respondió con ironía, asegurando que ser atacado por lo que llamó “extrema izquierda” era para él un motivo de orgullo.
- Marco Rubio, aunque no se refirió directamente a Fernández, ha mantenido su respaldo a Trump en cuestiones migratorias, lo que refuerza la percepción de alineamiento criticada en las vallas.
Esculturas en honor al inmigrante
Paralelamente, Fernández ha promovido gestos simbólicos que refuerzan su mensaje. Entre ellos, la donación de dos esculturas en la Ermita de la Caridad del Cobre, en Miami, dedicadas a reconocer el sacrificio y la resiliencia de los inmigrantes. Con este acto buscó subrayar que la historia de la ciudad está indisolublemente ligada a la experiencia migratoria, un tema que considera mal representado por los actuales líderes políticos.
La fractura en la comunidad cubanoamericana
Las acciones de Fernández han sacado a la luz una fractura latente dentro de la comunidad cubana en Miami. Durante décadas, el exilio cubano se ha identificado mayoritariamente con el Partido Republicano, en parte por su línea dura contra el régimen castrista.
Sin embargo, la llegada de nuevas generaciones y la diversidad de experiencias migratorias (incluyendo los beneficiados por el parole humanitario y los portadores del I-220A) han generado posiciones más diversas respecto a temas como la inmigración y el rol del Estado.
La campaña de Fernández representa, en este contexto, un intento de romper con el monolitismo político y recordar que el voto cubanoamericano no es un bloque uniforme.
Un impacto que trasciende a Miami
Aunque centrada en el sur de la Florida, la ofensiva de Fernández tiene proyección nacional. Las vallas instaladas en la capital del exilio cubano buscan enviar un mensaje al país: que no todos los republicanos de origen latino están dispuestos a seguir la línea del presidente.
Además, en una región clave en términos electorales, estas campañas podrían influir en el ánimo de votantes indecisos y en la percepción de los jóvenes cubanoamericanos que comienzan a participar más activamente en política.
Mike Fernández no solo ha puesto su dinero, sino también su reputación, en una campaña que desafía abiertamente a figuras republicanas de gran peso en la comunidad cubanoamericana. Sus vallas y esculturas son más que simples gestos: son parte de una batalla cultural y política por el alma del exilio cubano en Miami, en un momento decisivo para la política estadounidense.
El multimillonario ha dejado claro que sus carteles no desaparecerán, lo que augura meses de intenso debate, polarización y visibilidad mediática.
De Cuba a Miami: la trayectoria de un multimillonario
Fernández nació en la provincia de Granma y emigró a Estados Unidos en 1964, durante la oleada migratoria provocada por la consolidación del régimen castrista. A través de inversiones en el sector de la salud, construyó un imperio empresarial que lo llevó a convertirse en uno de los cubanoamericanos más ricos, con una fortuna estimada en más de mil millones de dólares.
Más allá de los negocios, Fernández ha cultivado una imagen de filántropo y activista social, financiando proyectos culturales, becas educativas y causas relacionadas con los inmigrantes. Ahora, con esta campaña, se posiciona como una de las voces críticas más influyentes dentro del propio Partido Republicano.