Un tornado de intenso color naranja sacudió este jueves áreas rurales de Güira de Melena, en la provincia de Artemisa, dejando a su paso imágenes impactantes que rápidamente se hicieron virales en redes sociales. El fenómeno, que se originó cerca de la zona de El Junco, avanzó hacia El Guayabo y se disipó en las cercanías de La Cachimba y Pedro Díaz.
El inusual tono anaranjado del embudo, atribuido a la succión del característico polvo rojo de la región, provocó asombro y alarma entre los habitantes. Vecinos grabaron videos y fotografías que muestran el tornado elevándose sobre campos agrícolas, mientras algunos describieron la escena como “tan bella como aterradora.”
A pesar de la fuerza del fenómeno, las autoridades locales confirmaron que no se reportaron heridos ni daños estructurales de consideración. Sin embargo, hubo afectaciones en el sector agrícola: unas cuatro hectáreas de plantaciones de plátano y una hectárea de maíz resultaron dañadas. Además, el tornado provocó daños en el acueducto de La Cachimba, dejando a varias familias sin suministro de agua potable.
El Instituto de Meteorología (INSMET) explicó que eventos de este tipo, conocidos localmente como “tornadillos,” son poco frecuentes en la región occidental del país, aunque pueden ocurrir en condiciones atmosféricas inestables. El fenómeno ha reavivado el debate sobre la preparación de las comunidades cubanas para enfrentar desastres naturales, especialmente en un contexto de cambio climático que incrementa la probabilidad de fenómenos extremos.
Mientras tanto, en las redes sociales siguen circulando las imágenes que, según muchos usuarios, muestran tanto la belleza como el peligro de la naturaleza en su máxima expresión. “Nunca había visto algo así tan cerca. Fue hermoso y a la vez daba miedo,” relató un testigo que grabó parte del fenómeno desde una zona cercana.
Las autoridades mantienen la vigilancia ante posibles nuevas inestabilidades meteorológicas, aunque, de momento, no se han emitido alertas adicionales para la zona. Los tornados se originan cuando coinciden varios factores atmosféricos. En Cuba, estas condiciones pueden darse sobre todo en los meses de verano, cuando el calor extremo y la alta humedad generan un entorno inestable.
Corrientes de aire cálido y húmedo que ascienden desde la superficie chocan con corrientes de aire más frío y seco en capas superiores de la atmósfera. Este contraste provoca turbulencias y movimientos verticales muy intensos, capaces de dar forma a nubes enormes llamadas cumulonimbos, que pueden producir tormentas severas.
Si los vientos en distintos niveles de la atmósfera soplan en direcciones o velocidades diferentes —un fenómeno conocido como cizalladura del viento—, las columnas de aire que ascienden pueden comenzar a girar. Bajo las condiciones adecuadas, ese giro se estrecha, intensifica y desciende hasta el suelo en forma de un embudo giratorio: el tornado. El tornado en Güira de Melena impresionó por su color naranja intenso. Según expertos, este tono se debió a la gran cantidad de polvo rojo (laterita) que el embudo levantó del suelo, característico de las tierras agrícolas de la región. Aunque visualmente llamativo, este color no aumenta la fuerza destructiva del fenómeno.
A diferencia de Estados Unidos, donde los tornados son mucho más comunes y devastadores, en Cuba estos fenómenos suelen ser breves y localizados. Sin embargo, pueden causar daños materiales importantes, sobre todo en áreas rurales y agrícolas. Casos como el tornado de La Habana en enero de 2019 —uno de los más intensos en la historia reciente, con vientos superiores a 300 km/h— o episodios en provincias como Camagüey y Holguín, demuestran que Cuba no está exenta de estos peligros.
Meteorólogos y especialistas advierten que el cambio climático podría estar incrementando la probabilidad de fenómenos extremos como tornados en la isla. El aumento sostenido de las temperaturas y una atmósfera más cargada de humedad son factores que podrían favorecer tormentas más intensas y violentas.