Enfermos de dengue y zika en Santa Clara aislados en un albergue en medio de la maleza, sin refrigeración y cargando cubos de agua para bañarse

Una periodista cubana Laura Rodríguez Fuentes denuncia el confinamiento de pacientes de dengue y zika en albergues de Santa Clara, en un artículo que escribió para CubaNet, según describe en la periferia de la ciudad sobran las “cañadas putrefactas, zanjas contaminadas, y riachuelos de aguas turbias” el hábitat perfecto para el mosquito Aedes aegypti.


Rodríguez Fuentes explica que ante las nuevas circunstancias y crisis epidemiológica la escuela de “trabajadores sociales” de Santa Clara se ha convertido en un albergue para enfermos de zika y dengue.

En el segundo piso de esa edificación un cartel indica que ahora funge como “Centro de aislamiento de febriles”, allí alrededor de los infectados hay aproximadamente una treintena de sillas plásticas, para que salgan a comer o a ver el sol, pues tienen prohibido bajar a la primera planta.

La reportera indica que cada cubículo tiene ciento veinte metros cuadrados, 25 literas, y unas cincuenta personas de todas las edades, a los pacientes no les permiten acompañantes.

Se trata de un hospital improvisado, donde los mosquiteros se sostienen con listones de madera, allí según vio la periodista los atiende un doctor recién egresado de la carrera, y en la “sala de estar”, afuera los enfermos forman una larga fila para recoger sus bandejas de aluminio.

La alimentación viene en porciones racionadas, un trozo de boniato, arroz, picadillo, y chícharos en la tarde, enfermos se quejan porque no pueden siquiera tomar agua fría, hay una única nevera en la “sala de estar”. Los familiares les llevan bolsas de galletas, agua fría y nada que pueda descomponerse, porque tristemente no hay refrigeración, como si fuera un campamento de enfermos del siglo XVIII o XIX.


En la merienda solo hay pan con refresco caliente, y en el almuerzo una paciente que comió mortadella, amaneció con diarrea al día siguiente.

Un amasijo de cables se observa en el pasillo del albergue, detalla Rodríguez Fuentes, ventiladores oxidados, y adolescentes que escuchan reguetón en sus computadoras, no hay televisores, y los hombres y las mujeres están mezclados en un mismo cubículo.

Para bañarse en las tardes, los pacientes deben cargar su propio cubo de agua, aunque los enfermos de dengue, según los médicos no deban hacer esfuerzos físicos.

En medio de la maleza está el albergue, antiguamente una escuela de “trabajadores sociales”, un auto de alquiler cobra a los familiares hasta 3 CUC por llegar allí, y no hay transporte público alguno para llegar a esa ciudadela.

La prensa oficialista no revela cifras específicas, pero a diario afirma la periodista, llegan ómnibus repletos de enfermos a ese edificio periférico de Santa Clara.


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