Congresista estadounidense Mario Díaz-Balart exige a Europa “dejar de financiar la dictadura cubana” y acusa a La Habana de servir a Rusia

El congresista republicano de origen cubano Mario Díaz-Balart intensificó su llamado a la comunidad internacional —y especialmente a los países de la Unión Europea— para que cesen cualquier apoyo político o económico al régimen de Miguel Díaz-Canel, al que acusa de “actuar como satélite de Moscú” y de lucrar con la guerra de Rusia contra Ucrania.

Sus declaraciones se inscriben en el marco de un debate creciente sobre la legitimidad del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC) entre la UE y Cuba, firmado en 2016 y defendido hasta hoy por Bruselas pese a las denuncias de violaciones de derechos humanos en la isla.


«Es irresponsable y contraproducente que los aliados europeos condenen las sanciones de Estados Unidos a Cuba y brinden al régimen cubano asistencia y alivio de la deuda, mientras que al mismo tiempo miles de ciudadanos cubanos han sido desplegados en Rusia», dijo en una publicación en su cuenta de X.

Un llamado al fin de la complacencia con La Habana

Díaz-Balart, uno de los principales defensores del embargo estadounidense a Cuba, advirtió que “no se puede condenar la invasión rusa a Ucrania y, al mismo tiempo, financiar a quienes la apoyan desde el Caribe”. Según el legislador por Florida, La Habana ha mantenido una “colaboración activa y constante” con el Kremlin, ofreciendo inteligencia, apoyo logístico y reclutando ciudadanos cubanos para incorporarlos al frente de batalla.

“Europa debe dejar de financiar a un régimen que ayuda a Putin, oprime a los cubanos y extiende su influencia maligna en América y en Europa”, afirmó el congresista, quien considera que cualquier forma de ayuda europea —ya sea alivio de deuda, cooperación técnica o inversión en programas estatales— termina fortaleciendo al aparato represivo del Partido Comunista.

En una publicación anterior, el congresista republicano por Florida recordó que recientemente encabezó una sesión informativa en el Congreso sobre temas de seguridad nacional, en la que alertó sobre lo que considera una “amenaza significativa”: el fortalecimiento de la cooperación militar y estratégica entre el régimen de La Habana y el gobierno de Rusia.


Cuba, Rusia y el negocio de la guerra

Las declaraciones de Díaz-Balart se producen tras múltiples denuncias que vinculan a las autoridades cubanas con el envío de jóvenes a Rusia mediante contratos laborales supuestamente civiles, que en realidad terminarían siendo contratos militares o paramilitares. Según informes independientes, varios de esos mercenarios se reclutaron bajo engaño con promesas de empleo y ciudadanía rusa, pero al final los enviaron directamente al frente en Ucrania.

Para el congresista, el régimen no solo estaría violando derechos humanos, sino también obteniendo beneficios económicos directos de esa operación: “El castrismo se ha reinventado como exportador de servicios militares. Es una versión moderna del tráfico de esclavos, ahora al servicio de la maquinaria bélica de Putin”.

Críticas a la doble moral europea

Díaz-Balart cuestionó duramente la postura de algunos gobiernos europeos que condenan las sanciones de Estados Unidos contra Cuba pero mantienen relaciones financieras con La Habana. “Resulta absurdo que mientras Washington sanciona a los represores, Bruselas los premia con créditos y cooperación”, señaló.

El legislador destacó que, bajo el marco del ADPC, la Unión Europea ha canalizado fondos millonarios hacia proyectos gestionados por entidades estatales cubanas, muchas de las cuales —según denuncias— están controladas por los ministerios de Interior y de las Fuerzas Armadas. “Ese dinero no llega a los cubanos de a pie, sino a la cúpula del poder que mantiene cárceles llenas de presos políticos y persigue a los disidentes”, insistió.

La respuesta de Bruselas: diálogo en lugar de ruptura

Desde Bruselas, la Comisión Europea defendió su decisión de mantener el acuerdo de cooperación, alegando que “romper el diálogo no mejorará la situación de los derechos humanos en Cuba”. Kaja Kallas, alta representante para Asuntos Exteriores de la UE, admitió que los avances han sido limitados y que las reformas políticas esperadas “no se han materializado”, pero subrayó que el marco de diálogo permite mantener contacto con la sociedad civil y ejercer cierta presión diplomática.

“Cerrar los canales no liberará a los presos políticos ni hará más libres a los cubanos”, afirmó Kallas ante el Parlamento Europeo, donde algunos eurodiputados conservadores y liberales han pedido revisar el acuerdo tras las denuncias de colaboración militar entre Cuba y Rusia.

Petición de investigar vínculos culturales y financieros

Además de su denuncia política, Díaz-Balart pidió que se examine la posible participación de artistas cubanoamericanos que realizan conciertos en la isla. Argumentó que esos eventos —aunque puedan presentarse como intercambios culturales— generan ingresos para empresas estatales como PABEXPO, ARTEX o EGREM, que están bajo control directo del régimen. “No se trata de censura cultural, sino de responsabilidad ética: nadie debería financiar a sus opresores con la excusa del arte”, declaró.

Negación oficial desde La Habana

El gobierno cubano, por su parte, ha negado categóricamente cualquier implicación institucional en el reclutamiento de combatientes para Rusia. En comunicados recientes, el Ministerio de Relaciones Exteriores aseguró que las autoridades han desmantelado redes de tráfico de personas que operaban “desde el exterior”, y que el país “no participa ni participará en conflictos bélicos ajenos”.

Sin embargo, medios internacionales y familiares de los reclutados han presentado pruebas de contratos firmados en embajadas rusas, traslados coordinados desde aeropuertos cubanos y participación de funcionarios en los procesos de selección, lo que alimenta la sospecha de un vínculo directo entre el Estado cubano y el ejército ruso.

Contexto político y repercusiones

Las denuncias de Díaz-Balart se producen en un contexto de endurecimiento del discurso estadounidense hacia los aliados de Rusia en América Latina. La administración norteamericana, aunque no ha anunciado nuevas sanciones contra Cuba por este tema, observa con preocupación la creciente cercanía entre La Habana, Moscú y Caracas, especialmente en materia militar y de inteligencia.

El llamado del congresista también busca presionar a la Unión Europea antes de la próxima revisión del ADPC prevista para 2026, donde podrían definirse nuevas condiciones de cooperación basadas en estándares democráticos. “El momento de actuar es ahora —dijo Díaz-Balart—. Cada euro y cada gesto diplomático hacia esa dictadura es una traición a los valores que Europa dice defender”.

Un eco en la diáspora cubana y en el Parlamento Europeo

Las palabras del legislador encontraron eco entre activistas de derechos humanos y miembros de la diáspora cubana en Europa, quienes llevan años denunciando que el acuerdo con La Habana solo ha fortalecido a las instituciones del régimen. Varios eurodiputados de España, República Checa y Polonia han pedido que se suspenda temporalmente la cooperación hasta que Cuba libere a los presos políticos del 11J y permita la actividad de organizaciones independientes.

En contraste, otros sectores sostienen que mantener el diálogo es preferible a un aislamiento total que dejaría sin recursos a los pocos espacios de cooperación ciudadana que subsisten dentro de la isla.

Un pulso político con alcance internacional

El nuevo pronunciamiento de Díaz-Balart reafirma su rol como una de las voces más influyentes del exilio cubano en el Congreso de Estados Unidos. Su mensaje no solo apunta a La Habana, sino también a Bruselas, donde el equilibrio entre pragmatismo diplomático y principios democráticos vuelve a ponerse a prueba.

Mientras tanto, Cuba enfrenta una de sus peores crisis económicas en décadas, con inflación disparada, apagones generalizados y un éxodo sin precedentes. En ese contexto, la denuncia de que el régimen estaría lucrando con la guerra rusa añade una nueva capa de controversia internacional sobre un gobierno cada vez más aislado, pero aún sostenido por alianzas que —según Díaz-Balart— “Europa debe dejar de premiar de una vez por todas”.


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