Trump endurece el tono tras redada en Hyundai: «Contraten y capaciten a los trabajadores estadounidenses»

La redada migratoria realizada la semana pasada en la planta de Hyundai–LG Energy Solution en Ellabell, Georgia, continúa siendo noticia mundial. Con 475 trabajadores detenidos, entre ellos unos 300 surcoreanos, el operativo no solo marcó un récord en la historia de la seguridad nacional de Estados Unidos, sino que también desató una tormenta diplomática y un fuerte pronunciamiento del expresidente Donald Trump, quien exigió a las compañías extranjeras “respetar las leyes y capacitar a los estadounidenses”.

La redada más grande en la historia industrial de EE. UU.

El 4 de septiembre, agentes federales, apoyados por autoridades estatales, irrumpieron en la planta de ensamblaje y baterías, parte del megaproyecto de Hyundai y LG en Georgia, que emplea a miles de trabajadores. Las imágenes mostraron a empleados con cascos y chalecos alineados bajo la supervisión de oficiales armados.


El Departamento de Seguridad Nacional confirmó que se trató de la operación de cumplimiento migratorio más grande en un solo sitio en la historia de EE. UU., enmarcada en el endurecimiento de controles laborales en industrias estratégicas, como la automotriz y la tecnológica.

Repercusiones diplomáticas con Corea del Sur

El operativo generó una reacción inmediata del gobierno de Corea del Sur, que expresó “preocupación y pesar” por el trato a sus ciudadanos. El Ministerio de Exteriores envió una delegación urgente a Washington y abrió canales de diálogo con la Casa Blanca.

Tras varios días de negociaciones, Seúl anunció que alcanzó un acuerdo con EE. UU. para la repatriación de los detenidos. Los trabajadores serán devueltos en vuelos chárter tras completar trámites administrativos, lo que permitió desactivar parcialmente la crisis diplomática.

Aun así, analistas señalan que el episodio podría afectar la confianza de empresas surcoreanas en EE. UU., un país donde Hyundai, LG y Samsung han invertido miles de millones de dólares en proyectos vinculados a autos eléctricos, semiconductores y baterías.

Trump fija postura: inversión sí, ilegalidad no

En un mensaje en Truth Social, Trump fue tajante: «Tras la operación de aplicación de la ley de inmigración en la planta de baterías de Hyundai en Georgia, hago un llamado a todas las empresas extranjeras que invierten en los Estados Unidos para que respeten las leyes de inmigración de nuestra nación».


El presidente, que ha hecho de la inmigración uno de los ejes de su discurso político, defendió la posibilidad de que empresas extranjeras traigan expertos para capacitación temporal, pero subrayó que la prioridad debe ser el empleo local.

«Sus inversiones son bienvenidas, y los alentamos a que traigan LEGALMENTE a su gente muy inteligente, con gran talento técnico, para construir productos de clase mundial, y haremos que sea rápida y legalmente posible que lo hagan. Lo que pedimos a cambio es que contraten y capaciten a los trabajadores estadounidenses», agregó el republicano.

Su declaración fue interpretada como un mensaje a Hyundai y a todas las multinacionales que dependen de mano de obra foránea para levantar nuevas fábricas en EE. UU.

La decisión no surgió de manera aislada. Apenas unos meses antes, Seúl había sellado un acuerdo con Washington para comprar energía estadounidense por 100.000 millones de dólares y canalizar otros 350.000 millones en inversiones dentro del país. La rebaja de aranceles formó parte del pacto, que fue presentado como un hito para el desarrollo económico de Georgia.

La Oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) informó el viernes que la mayoría de los 475 detenidos en la planta aún en construcción —dedicada a la producción de baterías para vehículos eléctricos— eran ciudadanos surcoreanos. Imágenes divulgadas mostraron a varios de ellos esposados y con grilletes en los tobillos mientras eran conducidos a autobuses.

Impacto económico y retrasos en proyectos clave

La redada tuvo un efecto inmediato en la planificación empresarial, LG Energy pospuso el inicio de producción de baterías en Georgia hasta 2026, un golpe para la estrategia estadounidense de acelerar la transición hacia vehículos eléctricos. Hyundai suspendió viajes de trabajo para personal extranjero, limitando su capacidad de movilidad interna y Samsung impuso restricciones de dos semanas para empleados que viajen bajo el programa ESTA, como medida preventiva.

Estos ajustes ponen en riesgo el cronograma de inversiones de más de $15.000 millones que empresas surcoreanas tienen comprometidos en Estados Unidos.

Un clima político enrarecido

El episodio ocurre en un momento en que la inmigración vuelve a ocupar un lugar central en la agenda política estadounidense. Para los defensores del control fronterizo, la redada en Hyundai representa un ejemplo de firmeza frente a la supuesta “competencia desleal” de trabajadores extranjeros.

Sin embargo, sindicatos y organizaciones laborales han advertido que este tipo de acciones podrían generar escasez de mano de obra calificada en sectores en expansión, como la industria verde y la manufactura avanzada.

Por su parte, algunos líderes empresariales temen que el endurecimiento de controles migratorios ralentice proyectos estratégicos, especialmente aquellos relacionados con la transición energética que Washington promueve como política nacional.

Este domingo, las autoridades de Corea del Sur anunciaron que más de 300 empleados de Hyundai arrestados serán puestos en libertad y enviados de regreso en un avión chárter. Kang Hoon-sik, jefe de gabinete del presidente Lee Jae Myung, confirmó que las negociaciones con Estados Unidos ya habían llegado a su fin.

Por otro lado, el ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur, Cho Hyun, expresó el fin de semana su “profunda preocupación” por las detenciones y anunció que tenía previsto viajar a Estados Unidos este lunes.

Tensiones entre seguridad y desarrollo

Analistas consultados señalan que la redada expone un dilema de fondo: ¿cómo equilibrar la seguridad migratoria con la necesidad de atraer inversión extranjera y tecnología avanzada? Para la administración Trump, la prioridad es garantizar que los empleos beneficien a ciudadanos estadounidenses.

En el caso de las empresas internacionales, la clave está en poder mover especialistas y técnicos de forma rápida, sin trabas legales que frenen proyectos multimillonarios. Mientras que para Corea del Sur, aliado estratégico de Washington en Asia, el caso supone una prueba de confianza en la relación bilateral.

El operativo en Georgia se ha convertido en un punto de inflexión en la relación entre inmigración, empleo y negocios internacionales. Trump ha dejado claro que Estados Unidos no tolerará irregularidades, incluso si afectan a aliados cercanos. Al mismo tiempo, las empresas extranjeras enfrentan el reto de adaptarse a un escenario donde la mano de obra local es prioridad absoluta.

El caso Hyundai refleja un choque de intereses: la búsqueda de empleo para estadounidenses frente a la necesidad de capital y conocimiento extranjero para sostener la competitividad del país.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *