Las guarderías privadas siguen provocando polémica en Cuba. Algunos especialistas de la psicología consideran más conveniente el cuidado en centros atendidos directamente por el estado, pero algunas profesoras de preescolar creen que “un número considerable de niños que provienen de guarderías particulares llegan al preescolar con mejor educación formal, son más disciplinados y están mejor instruidos que los que han asistido a Círculos Infantiles estatales”.
En los negocios privados son muy rigurosos con los requisitos para la admisión. Cuando los niños son aceptados, sus padres tienen que traer el chequeo de salud realizado a los niños en el policlínico; luego, se inscriben mediante una planilla con sus datos de identidad para llevar un control personalizado.
No dan a los niños ningún tipo de medicamento, aunque a los que tienen que seguir un tratamiento médico los atienden según las indicaciones orientadas en el método. Además, los niños tienen su área de juegos, su espacio para las horas de sueño, un pantry con refrigerador para la elaboración y manipulación de sus alimentos y un comedor independiente, y nunca tienen contacto con los adultos que visitan la casa ni se les permite relacionarse con personas ajenas a su cuidado.
El problema grande es con el personal de lo círculos, que no se siente económicamente estimulado y se marcha en busca de empleos mejor pagados; además, el trabajo se hace muy agotador. Una Educadora y una auxiliar tienen a su cargo entre 15 y 18 niños, y cuando las demás educadoras salen de vacaciones una ‘seño’ (cuidadora) se tiene que ocupar de todos los salones (aulas).