Miami se viste de fe: miles de personas rinden homenaje a la Virgen de la Caridad del Cobre

La festividad de la Virgen de la Caridad del Cobre volvió a reunir este 8 de septiembre a miles de devotos en el Santuario Nacional de la Ermita de la Caridad, en la bahía de Biscayne. Más que una cita religiosa, el evento se reafirmó como un encuentro cultural y comunitario donde la diáspora cubana renueva la fe y el sentido de identidad compartida.

Una celebración con programa especial

Desde las 7:00 de la mañana, las puertas del santuario permanecen abiertas para recibir a los fieles. A lo largo del día se ejecutará un programa de actividades que incluyen veneración de la imagen, el rezo del rosario guiado por el padre Manny Álvarez a las 6:00 p.m. y una procesión solemne a las 7:00 p.m. La jornada culmina con una misa a las 8:00 p.m., presidida por el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, quien instará a mantener la unidad en tiempos de incertidumbre.


La víspera, el domingo anterior, se celebró una vigilia que contó con música, artistas invitados y momentos de oración comunitaria, reforzando la dimensión festiva y espiritual de la conmemoración.

Más de medio siglo de historia

El Santuario de la Ermita, inaugurado en 1967 gracias a los esfuerzos de los primeros exiliados cubanos, se ha convertido en un símbolo de resistencia y continuidad cultural. Este 2025, además de cumplir más de 55 años de fundación, se celebran los 25 años desde que fue designado Santuario Nacional, un título que reconoce su importancia dentro de la Iglesia católica en Estados Unidos.

El templo no solo es un espacio de oración, sino también un museo vivo de la experiencia migratoria cubana: allí se encuentran ofrendas, banderas, cartas y recuerdos que narran la historia del exilio y su vínculo indisoluble con la Virgen.

Una fe que no se apaga en el exilio

La misa y las vigilias estuvieron acompañadas de testimonios cargados de emotividad. “La Virgen siempre nos acompaña, aunque estemos lejos de Cuba. Es nuestro consuelo y nuestra guía en los momentos más difíciles”, expresó María González, una feligresa que viajó desde Hialeah con toda su familia.

Otros creyentes subrayaron el valor simbólico de la celebración para la comunidad en el exilio. “Cuando la veo, pienso en mi madre que quedó en la isla. Ella siempre me decía que confiara en Cachita, y hoy siento que estoy más cerca de ella”, comentó entre lágrimas José Antonio Pérez, inmigrante cubano residente en Miami desde hace 12 años.


La Virgen como símbolo de unidad

El rector del santuario, padre José Joaquín Espino, recordó el papel de la Virgen en la vida de los cubanos dentro y fuera de la isla: «Estamos llamados nuevamente a la unidad y la esperanza que Nuestra Señora inspira en cada uno de nosotros. Su presencia materna ha consolado y guiado a generaciones, y esta celebración refleja ese vínculo duradero con ella. Todos son bienvenidos a unirse a nosotros en este preciado viaje de fe».

Para muchos asistentes, la festividad es también un puente con sus raíces. Devotos entrevistados expresaron que cada 8 de septiembre no solo es un día para pedir favores espirituales, sino para recordar a sus familias en Cuba, mantener vivas las tradiciones y transmitirlas a las nuevas generaciones nacidas en el exilio.

Un puente espiritual y cultural

La devoción a la Virgen de la Caridad del Cobre tiene su origen en Cuba, donde miles la veneran como símbolo de protección. Su imagen, en Miami, se reinterpreta como símbolo de resistencia cultural y espiritual: lidera oraciones por la libertad de Cuba, la unidad de la diáspora, y el bienestar de sus seres queridos en la isla.

Un faro para la diáspora cubana

La Virgen de la Caridad del Cobre, proclamada Patrona de Cuba en 1916, acompaña desde hace más de un siglo la espiritualidad del pueblo cubano. En Miami, su santuario ha servido como punto de encuentro para exiliados de distintas olas migratorias: desde los primeros refugiados tras 1959 hasta los más recientes llegados a Estados Unidos en busca de libertad.

La festividad de 2025 evidenció, una vez más, que la Ermita de la Caridad sigue siendo un faro espiritual, histórico y cultural. Allí confluyen la devoción religiosa, la memoria del exilio y la esperanza de un futuro mejor, bajo la mirada protectora de la Virgen.


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