
Miami se ha convertido en un verdadero epicentro culinario. Según un reciente informe de WalletHub, la ciudad lidera el ranking de las urbes más “foodies” de Estados Unidos, superando a potencias como Portland, San Francisco y Seattle. Sin embargo, otro estudio del portal Chef’s Pencil la coloca como la ciudad más costosa del país para comer fuera, lo que refleja una paradoja entre la excelencia gastronómica y la creciente presión económica sobre consumidores y empresarios.
La meca del sabor: diversidad y calidad con sello internacional
El auge de la gastronomía miamense responde a su diversidad cultural, su creciente número de restaurantes per cápita y sus 13 establecimientos galardonados con estrellas Michelin. Ejemplo de este fenómeno es Doya, restaurante de cocina “egea” —una fusión entre las tradiciones de Grecia y Turquía— ubicado en Wynwood. Su chef, Erhan Kostepen, lleva tres décadas en el oficio y asegura que la ciudad “ha crecido enormemente en los últimos cuatro o cinco años, especialmente después de la pandemia”.
“En los últimos cuatro a cinco años, especialmente después de la pandemia, Miami comenzó a crecer mucho, especialmente en el mundo culinario. Muchos de los buenos restaurantes de todo el mundo están aquí y todo se está poniendo mejor y mejor”, comenta Kostepen, quien se mudó desde Nueva York atraído por el clima, el dinamismo y la energía multicultural de Miami. Su restaurante ha sido destacado tanto en la Guía Michelin como en la lista de los 100 mejores lugares del Miami New Times, consolidando el prestigio internacional del sector.
Un lujo gastronómico que vacía bolsillos
La otra cara del fenómeno es el costo. WalletHub ubica a Miami en el puesto 156 en asequibilidad, y Chef’s Pencil la nombra como la más costosa de EE.UU. para comer fuera, incluso por encima de Nueva York.
Una comida promedio cuesta 60 dólares, lo que equivale al 1,4 % del salario mensual promedio de los residentes (4.230 dólares). En comparación, en Nueva York ese índice es del 1,3 %, y en Los Ángeles, Atlanta, Boston o San Francisco apenas ronda el 1 %. “Siempre he creído que ser honesto es muy importante. Somos muy honestos con nuestros precios en Goya. Desde el día uno hasta ahora hemos subido apenas cerca del 10 % nuestros precios, mientras normalmente en promedio Miami sube más del 100 %”, agrega el chef.
Inflación y márgenes en riesgo
El aumento de precios no es solo una percepción. La Asociación Nacional de Restaurantes indica que los costos de alimentos y mano de obra se han incrementado un 35 % en los últimos cinco años, lo que ha golpeado directamente los márgenes de ganancia.
El abogado David Helbraun, fundador de la firma Helbraun Levey, una de las más grandes del sector de hospitalidad, advierte que “la inflación está afectando de forma negativa” a la industria. “Tienes todas estas presiones de costos que ponen a los restaurantes en una posición difícil porque ya operan con márgenes muy estrechos”, señala. “Y es complicado subir precios porque el consumidor no quiere pagar 35 dólares por un plato de pollo”.
Durante los últimos cinco años, los precios de los alimentos y los costos laborales se han disparado cerca de un 35 %, según datos de la Asociación Nacional de Restaurantes. Este fuerte incremento, explica David Helbraun, fundador de la firma Helbraun Levey —una de las más influyentes en el sector de la hospitalidad—, refleja cómo la inflación se ha convertido en un verdadero desafío para los negocios gastronómicos. Está afectando a la industria de manera muy negativa, advierte, al subrayar que cada ingrediente y cada hora de trabajo pesan hoy mucho más en las cuentas de los restaurantes.
Miami, nuevo imán para franquicias latinoamericanas
Helbraun Levey abrió recientemente una oficina en Miami y describe un ecosistema de hospitalidad “robusto y vibrante”, donde numerosas marcas latinoamericanas establecen sus primeras sucursales en Estados Unidos. Sin embargo, advierte que la ciudad tiene una dinámica muy particular: “Es diferente a cualquier otro mercado del país, con una temporada lenta y larga durante el verano”.
Ese comportamiento estacional obliga a los empresarios a planificar con precisión los costos y estrategias, especialmente ante la fuerte competencia local.
Competencia, turismo y saturación del mercado
La sous chef costarricense Yendry Santamaría, también del restaurante Doya, coincide en que Miami ofrece grandes oportunidades, pero reconoce los desafíos: “La oferta es demasiado amplia y la verdad que hay mucho más de lo mismo. Mucha gente viene y tal vez pone en su lugar, en su negocio un concepto bueno, bonito, con una muy buena experiencia tal vez por ofrecer, pero te plantan cinco más al lado”, dice Santamaría.
El turismo internacional, las inversiones extranjeras y el nivel cada vez más exigente del consumidor local han elevado los estándares culinarios, pero también han creado una competencia feroz que puede asfixiar a los nuevos emprendedores.
Un motor económico y cultural
Más allá del costo de vivir y de comer, el auge gastronómico de Miami impulsa el turismo, el empleo y la marca global de la ciudad. La industria culinaria no solo atrae visitantes, sino que genera miles de puestos de trabajo y proyecta una imagen de creatividad e innovación.
Para muchos, Miami es hoy el nuevo laboratorio culinario del continente, donde conviven los sabores del Caribe, América Latina, Europa y Medio Oriente. Pero ese mismo éxito plantea un reto: mantener la autenticidad y accesibilidad en una ciudad donde comer bien se ha vuelto, para muchos residentes, un lujo cada vez más difícil de pagar.
					




