
Radio Mambí, una de las emisoras más emblemáticas y combativas del exilio cubano en Estados Unidos, dejará de transmitir este viernes 12 de diciembre, marcando el final de un ciclo histórico que se extendió por cuatro décadas. El cierre, consecuencia de la venta de un paquete de estaciones a nuevos propietarios, representa un cambio profundo en el ecosistema mediático del sur de la Florida y provoca un impacto emocional en oyentes, trabajadores y figuras políticas que vieron en la emisora un símbolo de resistencia y un puente con la comunidad cubana.
La decisión implica la desvinculación inmediata de unas veinte personas —entre locutores, periodistas, productores, operadores y personal técnico— que, en algunos casos, trabajaron durante décadas en una programación caracterizada por su enfoque abiertamente anticastrista, su defensa del exilio histórico y su presencia constante en momentos clave de la política local y nacional. El apagón final se producirá sin una transición programada ni un proyecto alternativo que preserve el legado de la marca.
Una emisora nacida para dar voz al exilio y moldear la conversación política
Desde su creación en los años ochenta, Radio Mambí se convirtió en una plataforma central para el exilio cubano, especialmente para la generación que llegó a Miami tras la consolidación del régimen de Castro y los éxodos masivos del Mariel y los balseros. Su programación, cargada de editoriales, debates, denuncias, entrevistas y participación de la audiencia, ofreció un espacio donde la política y la memoria se entrelazaban con un fuerte sentido identitario.
A diferencia de otras estaciones hispanas, Radio Mambí operó como un foro público altamente politizado, con una línea editorial que influyó en campañas electorales del sur de la Florida, en debates sobre sanciones a Cuba, en la defensa de políticas de inmigración más estrictas y en la articulación del pensamiento conservador dentro de la comunidad cubana.
Sus locutores formaron parte del imaginario popular y muchos de ellos se convirtieron en figuras influyentes con capacidad para movilizar a votantes, presionar a autoridades y sostener un discurso de confrontación constante con La Habana.
Su papel fue particularmente visible en coyunturas como la devolución del niño Elián González, la apertura diplomática promovida por la administración Obama, la implementación de políticas migratorias durante la administración Trump y las campañas locales donde el voto cubano ha sido determinante. Para miles de oyentes, Radio Mambí fue más que un medio: fue un hogar ideológico y emocional.
El impacto de la venta y la reconfiguración del mercado radial
El cierre de Radio Mambí no puede entenderse sin examinar los cambios estructurales en la industria de la radio. La venta del grupo al que pertenecía —en un contexto de consolidación empresarial, caída de ingresos por publicidad tradicional y un viraje hacia plataformas digitales— dejó a la emisora sin espacio en la nueva estrategia comercial de los propietarios.
Los nuevos administradores han optado por suspender totalmente las operaciones, una decisión que sorprendió tanto al equipo como a líderes de la comunidad, que esperaban una posible reestructuración pero no un cierre definitivo. Para muchos trabajadores, el anuncio abrupto confirma una tendencia: la radio política en español, especialmente aquella dirigida al exilio histórico, está perdiendo terreno frente a formatos más jóvenes, multiplataforma y menos ideologizados.
Una pérdida cultural y emocional para Miami
Aunque la ciudad continúa siendo un epicentro de medios hispanos, la desaparición de Radio Mambí deja un vacío simbólico difícil de llenar. La emisora fue testigo de transformaciones profundas en la comunidad cubana: desde la llegada de nuevos migrantes y la diversificación generacional, hasta la evolución de la política local y la irrupción de los influencers como nuevos líderes de opinión.
Su cierre marca un punto de quiebre entre la era de la radio tradicional, basada en la voz del locutor y la llamada del oyente, y un presente dominado por algoritmos, transmisiones en vivo por redes sociales, pódcast y contenido fragmentado. Para quienes crecieron escuchando los editoriales de la emisora, el silencio que quedará en el dial se siente como el final de una institución cultural que ayudó a moldear identidades, narrativas y activismos.
El legado: un archivo vivo de la historia del exilio
Durante cuarenta años, Radio Mambí acumuló miles de horas de contenido que reflejan la evolución del exilio cubano en Miami. Desde testimonios de presos políticos y disidentes recién llegados, hasta debates sobre la economía cubana, campañas humanitarias, denuncias de espionaje y análisis sobre el impacto de la diáspora en Estados Unidos, la emisora dejó un registro oral de enorme valor histórico.
Aunque no existe aún un anuncio oficial sobre el destino de los archivos o grabaciones, diversos sectores han expresado la necesidad de preservarlos, ya sea en instituciones académicas, archivos comunitarios o plataformas digitales dedicadas a la memoria cultural del sur de Florida.
Un cierre que reabre preguntas sobre el futuro del discurso político del exilio
La desaparición de Radio Mambí no solo deja sin empleo a su equipo ni huérfanos a sus oyentes más fieles. También plantea interrogantes sobre quién ocupará el espacio que durante décadas sostuvo la emisora en el debate político del exilio. Con la conversión de muchos líderes de opinión hacia formatos digitales, es probable que el vacío sea llenado por nuevas voces en redes sociales, YouTube o pódcasts, aunque difícilmente con la misma capacidad de cohesión cultural que tuvo la estación.
Para una comunidad marcada por la memoria del desarraigo, la lucha por la libertad de Cuba y el activismo político, el apagón de Radio Mambí simboliza algo más que un cierre empresarial: es el fin de una época y la confirmación de que el Miami de hoy se mueve hacia otros códigos, otras plataformas y otros liderazgos.
Otros cierres y transformaciones que han marcado a los medios hispanos en Miami
El final de Radio Mambí se inscribe en una tendencia que ha golpeado con fuerza a los medios hispanos de Miami, un mercado históricamente dominado por la radio en español y por plataformas dirigidas al exilio cubano. En la última década, varias emisoras, periódicos y espacios televisivos locales han enfrentado recortes severos, reestructuraciones o cierres definitivos ante la caída de la publicidad tradicional y el desplazamiento del público hacia formatos digitales.
Uno de los casos más representativos fue el cierre de Mega TV en 2023, luego de que la empresa matriz, Spanish Broadcasting System (SBS), atravesara dificultades financieras que obligaron a suspender múltiples producciones locales. Programas emblemáticos conducidos por figuras del exilio desaparecieron del aire, reduciendo la diversidad de voces conservadoras y anticastristas en la televisión de Miami.
Otra señal del deterioro del ecosistema mediático hispano fue la reestructuración de América TeVé (Canal 41), que durante años funcionó como un bastión del discurso político del exilio. La reducción de personal, la cancelación de programas de opinión y el cambio hacia una programación más comercial marcaron un declive que afectó su presencia en la agenda pública local. Aunque el canal continúa activo, su peso como plataforma de debate se ha erosionado frente a nuevas dinámicas digitales y a la fragmentación de audiencias.
La prensa escrita en español tampoco ha escapado a los embates del mercado. El Nuevo Herald, histórico periódico de referencia para los hispanos del sur de Florida, ha enfrentado recortes drásticos, reducción de redacciones, fusiones administrativas y la desaparición progresiva de secciones especializadas. Aunque no ha cerrado, su capacidad para ejercer influencia comunitaria no es la misma que en la década de 1990 o principios de los 2000, cuando dominaba el panorama editorial local con investigaciones, perfiles y cobertura política profunda del exilio.
A nivel radial, el caso de Actualidad Radio 1040 AM, que en varios momentos ha pasado por cambios de administración, recortes y transiciones de formato, muestra cómo incluso emisoras con audiencias fieles han debido adaptarse o replegarse frente al auge de pódcast, programas transmitidos vía YouTube y contenidos en redes sociales. Lo mismo ocurrió con estaciones más pequeñas y de corte comunitario, cuyos cierres han pasado casi inadvertidos, pero que cumplían funciones esenciales al conectar a diversos grupos hispanos con servicios locales, información de emergencia y debates vecinales.
Estos episodios revelan un proceso en el que Miami —pese a ser uno de los mercados hispanos más robustos del país— experimenta la erosión de parte de sus medios tradicionales. El cierre de Radio Mambí se convierte así en un capítulo especialmente simbólico dentro de una transformación más amplia que redefine qué voces, qué plataformas y qué narrativas lideran hoy la conversación pública del sur de Florida.





