El pasado 28 de febrero Fidel Castro recibiĆ³ a los cinco espĆas cubanos que fueron intercambiados el pasado 17 de diciembre por Alan Gross y un espĆa estadounidense preso en Cuba. La noticia fue publicada por el periĆ³dico Granma que presento varias fotos del encuentro.
āFui feliz durante horas ayer. EscuchĆ© relatos maravillosos de heroĆsmo del grupo presidido por Gerardo [HernĆ”ndez, jefe de la Red Avispa] y secundado por todos, incluido el pintor y poeta [Antonio Guerrero], al que conocĆ mientras construĆa una de sus obras en el aerĆ³dromo de Santiago de Cuba. ĀæY las esposas? ĀæLos hijos e hijas? ĀæLas hermanas y madres? ĀæNo los va a recibir tambiĆ©n a ellos? Ā”Pues tambiĆ©n hay que celebrar el regreso y la alegrĆa con la familia!Ā» dijo Castro en la nota publicada por Granma.
A continuaciĆ³n la nota escrita por Fidel Castro
Los recibĆ el sĆ”bado 28 de febrero, 73 dĆas despuĆ©s que pisaron tierra cubana. Tres de ellos habĆan consumido 15 largos aƱos de su mĆ”s plena juventud al respirar el aire hĆŗmedo, maloliente y repugnante de los sĆ³tanos de una prisiĆ³n yanki, despuĆ©s de ser condenados por jueces venales. Otros dos, que igualmente trataban de impedir los planes criminales del imperio contra su Patria, fueron condenados tambiĆ©n a varios aƱos de prisiĆ³n brutal.
Los propios organismos de investigaciĆ³n, ajenos por completo al mĆ”s elemental sentido de la justicia, participaron en la inhumana cacerĆa.
La inteligencia cubana no necesitaba en absoluto seguir los movimientos de un solo equipo militar de Estados Unidos, porque esta podĆa observar desde el espacio todo lo que se movĆa sobre nuestro planeta a travĆ©s de la Base de ExploraciĆ³n RadioelectrĆ³nica āLourdesā, al sur de la capital de Cuba. Este centro era capaz de detectar cualquier objeto que se moviera a miles de millas de nuestro paĆs.
Los Cinco HĆ©roes antiterroristas, que nunca hicieron daƱo alguno a Estados Unidos, trataban de prevenir e impedir los actos terroristas contra nuestro pueblo, organizados por los Ć³rganos de inteligencia norteamericanos que la opiniĆ³n mundial sobradamente conoce.
Ninguno de los Cinco HĆ©roes realizĆ³ sus tareas en busca de aplausos, premio o gloria. Recibieron sus honrosos tĆtulos porque no lo buscaron. Ellos, sus esposas, sus padres, sus hijos, sus hermanos, y sus conciudadanos, tenemos el legĆtimo derecho a sentirnos orgullosos.
En julio de 1953, cuando atacamos el Moncada, yo tenĆa 26 aƱos y mucho menos experiencia que la que ellos demostraron. Si estaban en Estados Unidos no era para hacer daƱo a ese paĆs, o tomar venganza por los crĆmenes que allĆ se organizaban y abastecĆan de explosivos contra nuestro paĆs. Tratar de impedirlos era absolutamente legĆtimo.
Lo principal a su llegada era saludar a sus familiares, amigos y al pueblo, sin descuidar un minuto la salud y el riguroso chequeo mƩdico.
Fui feliz durante horas ayer. EscuchĆ© relatos maravillosos de heroĆsmo del grupo presidido por Gerardo y secundado por todos, incluido el pintor y poeta, al que conocĆ mientras construĆa una de sus obras en el aerĆ³dromo de Santiago de Cuba. ĀæY las esposas? ĀæLos hijos e hijas? ĀæLas hermanas y madres? ĀæNo los va a recibir tambiĆ©n a ellos? Ā”Pues tambiĆ©n hay que celebrar el regreso y la alegrĆa con la familia!
Ayer, en lo inmediato, querĆa intercambiar con los Cinco HĆ©roes. Durante cinco horas ese fue el tema. Dispongo desde ayer, afortunadamente, del tiempo suficiente para solicitarles que inviertan una parte de su inmenso prestigio en algo que serĆ” sumamente Ćŗtil a nuestro pueblo.
Fidel Castro
Marzo 1 de 2015
10 y 12 p.m.
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