EE. UU. planifica un vuelo con inmigrantes que serán deportados a Cuba

El gobierno de Estados Unidos ha programado un nuevo vuelo de deportación con destino a Cuba para el próximo miércoles 31 de julio, según confirmó el Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Este vuelo se convierte en el séptimo del año 2025, y forma parte de una estrategia más amplia de la administración del presidente Donald Trump para endurecer las políticas migratorias y acelerar las expulsiones, en especial hacia países con los que existen acuerdos de repatriación vigentes, como es el caso de Cuba.

Desde enero, un total de más de 600 ciudadanos cubanos han sido devueltos a la isla mediante vuelos operados mensualmente por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Esta cifra representa un marcado aumento respecto a años anteriores y refleja el impulso renovado de la política de “mano dura” contra la inmigración irregular promovida por la Casa Blanca.


El DHS envió un mensaje a Martí Noticias en el que afirmó el compromiso del presidente Donald Trump con su política migratoria y el empleo de las leyes en ese sentido. “Las deportaciones ya han superado las 185,000 —y esto es solo el comienzo. El presidente Trump y la secretaria Noem han reactivado una agencia que fue vilipendiada y a la que se le impidió hacer su trabajo durante los últimos cuatro años”, dijo el vocero.

Un plan sistemático de deportaciones

Este operativo forma parte de la denominada “Operación Safeguard”, una iniciativa del DHS diseñada para ejecutar deportaciones masivas y cerrar el paso a nuevos ingresos irregulares por la frontera sur. En el marco de esta ofensiva, el gobierno ha eliminado programas que facilitaban la entrada legal de migrantes, como el parole humanitario y la aplicación CBP One, herramientas que permitieron el ingreso legal de más de 1.5 millones de personas durante la administración Biden.

También fue suspendida la política conocida como “catch and release”, que permitía a ciertos migrantes quedar en libertad mientras esperaban sus audiencias ante un juez de inmigración. En su lugar, se ha optado por la detención inmediata y posterior deportación de los inmigrantes sin estatus legal definitivo o sin procesos aprobados de asilo o protección humanitaria.

Las autoridades estadounidenses aseguran que estas medidas ya están dando resultados. Según cifras del DHS, la migración irregular por la peligrosa selva del Tapón del Darién ha caído un drásticamente desde que entraron en vigor las nuevas disposiciones. “Miles están utilizando la aplicación CBP Home App para autodeportarse. Incluso hay migrantes que están dando marcha atrás antes de llegar a nuestras fronteras. La migración a través del Tapón del Darién ha disminuido en un 99.99%”, señala el comunicado.

Además, se reporta un incremento en el uso voluntario de la aplicación CBP Home App, que permite a los migrantes autodeportarse antes de ser detenidos por las autoridades.


Cuba: cooperación técnica, pese a la tensión política

A pesar del clima tenso en las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, el gobierno cubano ha continuado aceptando los vuelos de repatriación, cumpliendo con los acuerdos migratorios bilaterales. No obstante, el régimen castrista ha dejado entrever ciertas reservas, limitando la frecuencia a un solo vuelo mensual, pese a que inicialmente se había propuesto realizar hasta dos vuelos por mes.

La aceptación de los deportados se realiza con bajo perfil mediático dentro de Cuba, en parte por las implicaciones sociales que tiene para las familias afectadas, muchas de las cuales pierden todo lo que construyeron en su travesía migratoria.

Críticas, denuncias y efectos humanitarios

Diversas organizaciones defensoras de derechos humanos han expresado su preocupación por el rumbo de la política migratoria estadounidense, especialmente por los efectos humanitarios y las denuncias de detenciones arbitrarias. Casos como el de cubanos con documento I-220A —que llegaron durante 2021-2022 y han vivido legalmente en EE. UU. mientras esperan una resolución judicial— han generado controversia al ser detenidos inesperadamente durante sus citas de rutina con ICE, sin antecedentes penales ni riesgos comprobados.

Asimismo, se han reportado casos de separación familiar, donde madres cubanas han sido deportadas mientras sus hijos permanecen bajo custodia en Estados Unidos, avivando el debate sobre la proporcionalidad y humanidad de estas medidas.

Los críticos también cuestionan la viabilidad de este enfoque a largo plazo, señalando que eliminar los canales legales de entrada solo alimenta rutas más peligrosas y costosas para los migrantes. El retorno forzoso a un país como Cuba, sumido en una grave crisis económica, genera además preocupaciones sobre la reintegración de estas personas y la posibilidad de represalias por parte del régimen.

A medida que el gobierno de Estados Unidos intensifica su estrategia de deportaciones masivas hacia Cuba, emergen relatos que exponen el lado más humano y doloroso de esta política. Decenas de cubanos que llegaron a territorio estadounidense entre 2021 y 2023 con documentos como el I-220A, tras cruzar la frontera sur, quedaron detenidos durante sus citas regulares con ICE, y posteriormente deportados a una isla que dejaron huyendo de la crisis y la represión.

Entre ellos se encuentra Rogelio González Moya, un joven de 26 años que llegó a EE. UU. en agosto de 2022 y trabajaba como técnico de oftalmología en Miami. Dominaba el inglés, no tenía antecedentes penales y mantenía un empleo estable. Sin embargo, lo arrestaron el pasado 23 de junio durante una revisión de rutina con inmigración y trasladado al centro de detención de Krome, en el sur de Florida. A pesar de solicitar su entrevista de “miedo creíble”, denuncia que nunca le dieron la oportunidad de presentarla. Según su familia, la jueza de inmigración le advirtió que podía permanecer detenido hasta tres semanas sin opción clara de liberación.

Casos como el de Rogelio no son los únicos. Varios cubanos reportan que ICE los citó sin sospechar que su libertad estaba en riesgo, creyendo que sus procesos legales estaban en curso. “Fui con todos mis papeles en orden, pensando que era solo un control más, y salí esposado”, relató otro migrante que pidió mantener su nombre en reserva. “No tuve acceso a un abogado, no me dejaron llamar a mi familia, y en menos de una semana ya estaba en un avión rumbo a La Habana”.

La incertidumbre también alcanza a quienes se han visto separados de sus seres queridos. En abril, se conoció el caso de dos madres cubanas deportadas sin sus hijos, quienes permanecen bajo custodia de las autoridades estadounidenses. A los menores los colocaron en hogares temporales, mientras organizaciones pro inmigrantes y abogados voluntarios intentan revertir la separación.

Un mensaje político claro

El gobierno de Trump dio un claro en su mensaje: restaurar el control de las fronteras y reducir drásticamente la inmigración irregular son pilares fundamentales de su agenda en este segundo mandato. La continuación de los vuelos de deportación, el aumento de las detenciones y la cancelación de medidas adoptadas por su predecesor reflejan una ruptura con el enfoque más humanitario de la administración anterior.

En este contexto, el vuelo del 31 de julio no es solo un acto logístico, sino un símbolo del giro radical en materia migratoria y del compromiso de la actual administración con su promesa de llevar a cabo la mayor operación de deportaciones en la historia moderna de Estados Unidos.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *