Un alto funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos aseguró que eliminar las sanciones contra Cuba no tendría un impacto positivo en la población, sino que reforzaría los privilegios de la cúpula castrista. En declaraciones que ofreció recientemente al sitio Martí Noticias, el vocero fue tajante y claro: “Si mañana se levantaran todas las sanciones, lo único que ocurriría es que los militares robarían más dinero para esconderlo en cuentas en Suiza”.
El representante estadounidense defendió las sanciones de Washington, asegurando que no buscan afectar al ciudadano común, sino que están dirigidas directamente contra la estructura militar y de seguridad del régimen cubano.
Además explicó que el verdadero problema no radica en las medidas de presión de EE. UU., sino en la falta de reformas estructurales dentro del sistema cubano. “Las sanciones están dirigidas a los aparatos militares y de seguridad, no al pueblo”, subrayó el funcionario, al tiempo que acusó al gobierno de La Habana de utilizar la narrativa del embargo como justificación para la crisis.
El papel del régimen en la economía
El Departamento de Estado destacó que los emprendedores privados cubanos pueden comerciar legalmente con ciudadanos estadounidenses, pero el principal obstáculo es la burocracia y las restricciones que impone el propio régimen. “No es Estados Unidos quien impide el comercio. Son las autoridades cubanas las que ponen las trabas”, apuntó.
Washington sostiene que la escasez de alimentos, transporte y productos básicos responde a la incapacidad de producción interna y a políticas económicas fallidas, no al embargo. “Si no tienen carros no es porque no puedan comprarlos. Pueden adquirirlos, pero no tienen dinero porque su sistema no produce. Y cuando logran un contrato, no pagan sus deudas”, ejemplificó.
El funcionario sostuvo que la raíz de los males de la isla no radica en su vínculo con Estados Unidos, sino en las decisiones de la propia cúpula gobernante. Afirma que no hay posibilidad de compromiso, porque ni la propia dictadura tiene claro el rumbo que desea seguir.
Migración y deportaciones
La migración fue otro de los puntos centrales abordados por el funcionario quien recordó que todo país está obligado a recibir a sus ciudadanos deportados no como Cuba que escoge los que desea. Asimismo, negó la existencia de negociaciones específicas con Cuba sobre este tema.
En los últimos dos años, la isla ha perdido más del 13 % de su población, en su mayoría jóvenes, constituyendo la mayor emigración en la historia de la isla. “La gente huye no por un imán estadounidense, sino porque quiere escapar de la isla a cualquier lugar”, acotó el funcionario.
Derechos humanos y presos políticos
El funcionario denunció que Cuba tiene una de las tasas más altas de presos políticos per cápita en el mundo y reiteró que Washington seguirá presionando por su liberación. “Seguiremos presionando por su liberación, pero sin convertir la excarcelación en un negocio, como hizo Maduro”, afirmó.
También señaló la creciente presencia de inteligencia rusa y china en la isla, pero advirtió que esto no altera la fragilidad del sistema: “El régimen sobrevive mediante corrupción, sin rumbo definido y aislado de las demandas de su propio pueblo”.
Contexto político y estrategia de Washington
La administración de Donald Trump ha reiterado que su política hacia Cuba es clara y coherente: no otorgar beneficios económicos al régimen ni permitir que se fortalezca financieramente, mientras se apoya a los ciudadanos que buscan un cambio democrático.
Esto implica, según el Departamento de Estado, mantener la presión diplomática y económica, evitar concesiones unilaterales y fortalecer el respaldo a la sociedad civil cubana. “El presidente Trump es claro y consistente: dice lo que hace y hace lo que dice. No habrá financiamiento para el régimen. Sí habrá apoyo para el pueblo que busca un cambio”, concluyó el vocero.
La administración de Donald Trump anunció esta semana un plan para reorientar 1.800 millones de dólares de ayuda exterior hacia iniciativas que, según la Casa Blanca, buscan priorizar intereses estratégicos bajo la doctrina “America First”. Del total, 400 millones quedarían asignados a actividades en América Latina destinadas a “enfrentar” a lo que el documento describe como los regímenes marxistas y “anti-estadounidenses” en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
El anuncio coincide con una retórica renovada de presión contra el Gobierno de La Habana; diplomáticos y expertos subrayan que financiamiento orientado a “contrarrestar” regímenes suele traducirse en apoyo a organizaciones de la sociedad civil, campañas informativas y sanciones económicas indirectas, medidas que el régimen cubano denuncia como injerencia.
Un desenlace marcado por el estancamiento
Las declaraciones reafirman que, a juicio de Washington, el levantamiento de sanciones no resolvería la crisis que atraviesa la isla. Por el contrario, consideran que el problema radica en la falta de reformas internas, en la corrupción de la élite militar y en la represión política.
En paralelo, Cuba continúa enfrentando un éxodo migratorio histórico, una economía deprimida y crecientes críticas internacionales por su historial en derechos humanos. Mientras tanto, la confrontación entre Washington y La Habana se mantiene sin señales de acercamiento, en un escenario que prolonga el estancamiento político y económico de la isla.