Donald Trump estalla contra Time y defiende su imagen: “Es una foto pésima… me borraron el cabello”

Donald Trump volvió a acaparar titulares tras arremeter contra la revista Time por la fotografía utilizada en su más reciente portada, donde el mandatario aparece bajo una luz tenue y con una pequeña corona dorada flotando sobre su cabeza. ironizó el líder republicano durante un mitin, provocando risas entre sus simpatizantes.

«Me desaparecieron el cabello y pusieron una especie de corona flotante en miniatura sobre mi cabeza. Muy raro. Nunca me gustaron las fotos tomadas desde abajo, pero esta es una foto pésima y merece ser señalada”, ironizó el líder republicano en su cuenta de X, provocando reacciones entre sus simpatizantes.


El presidente, conocido por su fijación con la imagen pública y su relación tensa con la prensa, aprovechó la ocasión para burlarse del medio, aunque reconoció —de manera poco habitual— que el contenido del reportaje era bastante bueno para él.

Una portada sobre política exterior y poder

La portada de Time acompañaba un artículo centrado en los recientes esfuerzos diplomáticos del gobierno de Trump, particularmente el acuerdo de paz que permitió la liberación de rehenes en Gaza y la excarcelación simultánea de prisioneros palestinos. La publicación describió el pacto como “un posible logro distintivo” de su actual mandato, subrayando la ambición del presidente de dejar un sello personal en la política internacional.

El texto, lejos de ser crítico, retrata a Trump como un actor clave en el nuevo equilibrio geopolítico, un reconocimiento que el propio magnate no pasó por alto, aunque su atención se centrara más en la estética de la portada que en el contenido político.

Críticas recurrentes a su representación mediática

No es la primera vez que Trump se muestra inconforme con la manera en que los medios lo retratan. En marzo de este mismo año, calificó de “distorsionado a propósito” un retrato suyo expuesto en el Capitolio de Colorado, asegurando que era “la peor pintura” que habían hecho de él. A lo largo de su carrera política, ha acusado a múltiples medios —entre ellos CNN, The Washington Post y The New York Times— de intentar “ridiculizarlo visualmente” a través de fotografías o ilustraciones desfavorables.


Estos episodios forman parte de una estrategia más amplia que Trump ha cultivado durante años: convertir cada crítica mediática en una oportunidad para reforzar su narrativa de persecución y victimización frente al “establishment” periodístico. Esa táctica le ha servido para conectar con su base, que suele interpretar estas disputas como pruebas de su independencia frente a los grandes medios.

Imagen, campaña y control del relato

En pleno contexto electoral, con una nueva contienda presidencial en marcha y varios procesos judiciales abiertos, Trump continúa explotando su dominio del espectáculo mediático. Cada gesto, cada queja y cada frase provocadora se convierten en contenido viral, algo que sus asesores reconocen como parte esencial de su estrategia para mantener la atención pública sin depender de la publicidad tradicional.

Analistas consultados por medios estadounidenses señalan que la polémica con Time encaja con el patrón de comunicación directa de Trump: un mensaje aparentemente banal —en este caso sobre su cabello— que logra desplazar la conversación hacia su figura, reforzando su imagen de líder desafiante y “antipolíticamente correcto”.

Entre la burla y la autoafirmación

Aunque sus críticas suelen adoptar un tono sarcástico, los expertos interpretan en ellas un fondo simbólico. Para Trump, cada imagen pública representa un campo de batalla entre la admiración y el desprestigio, entre la narrativa del éxito y la del escarnio. Su queja sobre el retrato de Time no sería tanto una reacción estética como una reafirmación de poder: el recordatorio de que, aun cuando lo ridiculizan, sigue marcando la agenda.

En última instancia, el magnate neoyorquino ha vuelto a demostrar que domina el arte de convertir lo trivial en político y lo anecdótico en noticia, alimentando el ciclo de atención que lo mantiene en el centro del escenario estadounidense.


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