
Una nueva ola de debate sacude a la diáspora cubana tras la publicación de un video viral en el que la creadora digital Dalla Naya Román @dallanayroman exhorta a los emigrados a evitar hacer negocios con familiares en la isla. Su mensaje, directo y crítico, abrió un intenso intercambio público sobre la confianza, la responsabilidad económica y las complejas dinámicas afectivas que se generan entre quienes emigran y quienes permanecen en Cuba.
El video que desató la conversación
En la grabación, difundida a través de TikTok, Román sostiene que cientos de emigrados caen en la misma situación: envían dinero para proyectos familiares que se presentan como inversiones rentables, pero que terminan en pérdidas y explicaciones poco convincentes. Relata casos en los que los familiares alegan robos, pérdidas de mercancías o problemas inesperados que impiden que el negocio funcione. Según afirma, los emigrados “no ven un peso” de retorno y terminan envueltos en discusiones y frustraciones.
La creadora asegura que estas experiencias no son aisladas, sino parte de un patrón cada vez más común. Su advertencia, tajante, apunta a que muchos parientes “son demasiado creativos con el dinero ajeno” y se apoyan en la distancia emocional para evitar responsabilidades.
Reacciones masivas y testimonios que confirman el patrón
La publicación generó miles de comentarios y abrió un espacio donde numerosos usuarios compartieron vivencias similares. Muchos relataron inversiones fallidas en fincas, motos eléctricas, pequeños negocios o cuartos de renta que jamás generaron ingresos.
Otros revelaron que enviaron dinero para emprendimientos que nunca se materializaron y que, cuando pidieron explicaciones, recibieron excusas contradictorias o promesas de futuros pagos que nunca llegaron. “Mi amigo mandó dinero para comprar una finca y se la pasaban jugando dominó con lo suyo”, dijo un usuario. “La gente en Cuba tiene muchas ideas, pero siempre con el dinero de los demás”, agregó otra seguidora.
Aunque algunas personas criticaron el enfoque por considerar que generaliza, la mayoría coincidió en que el fenómeno descrito por Román refleja una realidad ampliamente extendida. Para muchos emigrados, estas situaciones terminan en rupturas familiares que tardan años en sanar, si es que llegan a hacerlo.
@dallanayroman No existe el buen negocio con familia #negocioconfamilianunca #malnegocio #familias #cubanosentiktok ♬ sonido original – Dalla
Crisis económica y expectativas desbordadas
Este debate no puede separarse del contexto económico cubano. La inflación sostenida, la escasez de bienes básicos, el deterioro de los servicios y el auge del mercado informal han creado un ambiente en el que las remesas se han convertido en uno de los principales pilares de subsistencia. La presión que sienten los emigrados es doble: por un lado, la necesidad de apoyar a sus familiares; por otro, la expectativa creciente de que ese apoyo se convierta en soluciones económicas permanentes.
En un país sin seguridad jurídica, sin garantías contractuales y con un mercado extremadamente inestable, cualquier pequeña inversión se vuelve un riesgo enorme. La falta de mecanismos formales de supervisión obliga al emigrado a depender únicamente de la palabra de su familiar, lo que facilita que los malentendidos o abusos se conviertan en conflictos inevitables.
La carga emocional de ayudar desde la distancia
Más allá del dinero, la tensión emocional ocupa un lugar central en este fenómeno. Muchos emigrados sienten una obligación moral de contribuir al bienestar de quienes se quedaron atrás. Sin embargo, cuando la ayuda se transforma en una inversión fallida o en un flujo continuo de solicitudes, el lazo afectivo se resiente.
La distancia impide supervisar los proyectos, lo que incrementa la sensación de vulnerabilidad. Cuando algo falla, el emigrado experimenta culpa, frustración y hasta resentimiento, mientras que el familiar en la isla puede sentir presión o dependencia. Esta dinámica, repetida en miles de hogares, ha llegado a fracturar relaciones que antes parecían inquebrantables.
Redes sociales: de lo privado a lo público
Las redes sociales han transformado la manera en que los cubanos discuten estos temas. Situaciones que antes se comentaban en conversaciones privadas ahora se ventilan abiertamente ante miles de personas. La advertencia de Román encontró eco porque muchos usuarios reconocieron en su mensaje una verdad que rara vez se expresa en público. Plataformas como TikTok se han convertido en espacios donde la diáspora comparte frustraciones, busca apoyo emocional y normaliza conversaciones antes consideradas tabú.
Emigrados convertidos en “inversionistas involuntarios”
Uno de los puntos más repetidos por los comentaristas es la sensación de haber sido empujados a invertir sin realmente querer hacerlo. Proyectos improvisados, promesas de ganancias poco realistas y la falta de transparencia generan un escenario en el que el emigrado, en muchos casos, deja de ser un colaborador y pasa a ser un financiador cautivo.
Las historias de pérdidas acumuladas, negocios mal gestionados o inversiones nunca concretadas se han vuelto tan frecuentes que algunos especialistas hablan de un nuevo fenómeno social: el emigrado como “inversionista involuntario”, atrapado entre la presión familiar y la fragilidad económica del país.
La fractura silenciosa del vínculo familiar
Detrás del humor con el que algunos reaccionan a los videos, se esconde un daño profundo. Muchos usuarios admitieron que estas experiencias han provocado relaciones rotas, desencuentros irreparables y distancias que no se deben solo a la emigración geográfica, sino emocional. Lo que inicia como un proyecto económico termina afectando la estructura afectiva de la familia.
Familias enteras han dejado de comunicarse, hermanos se han distanciado, y padres e hijos han entrado en largos periodos de silencio. Todo esto refleja que el problema no es únicamente financiero, sino también relacional y emocional.
Una advertencia que refleja realidades profundas
El mensaje de Román generó tanto debate porque sintetiza un conjunto de tensiones que acompañan la vida de los cubanos dentro y fuera de la isla. La desigualdad económica, la dependencia estructural de las remesas, la ausencia de vías seguras para invertir y la presión emocional que vive la diáspora son elementos que, juntos, explican por qué este tipo de conflictos se ha vuelto tan común. El video, más allá de la polémica, abrió un espacio para discutir un fenómeno que durante años se ha vivido en silencio.
Entre la ayuda y la trampa emocional
La advertencia se resume en una idea que resonó con fuerza entre miles de usuarios: ayudar no es lo mismo que invertir. Román insiste en que apoyar a la familia es valioso, pero convertir ese apoyo en un negocio puede convertirse en una trampa emocional y económica difícil de revertir. En un país tan frágil económicamente como Cuba, las buenas intenciones no siempre se traducen en resultados y, en muchos casos, terminan destruyendo más de lo que construyen.
“Si quieren evitar dolores de cabeza, no caigan en esa trampa”, concluye la influyente creadora. Su mensaje, lejos de ser anecdótico, se ha convertido en un llamado a reflexionar sobre los límites, la confianza y los desafíos de mantener vínculos económicos y afectivos en medio de la crisis.





