Críticas a Díaz-Canel por limpiar calles con botas de más de 300 dólares: “Ni barriendo suelta el privilegio”

Díaz-Canel «limpiando». Foto: Video de YouTube de Mario Pentón.

El video viral en que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel aparece barriendo una calle con botas tácticas impermeables —que circulan en redes sociales con un precio estimado de más de 300 USD— ha desatado críticas, burlas y cuestionamientos al simbolismo de su vestimenta. ¿Qué hay detrás de ese calzado, y por qué ha cobrado tanta atención mediática?

«No, no tienes que creerme a mí. Le hemos preguntado a Google Lens cuánto cuestan las botas con las que el proletario presidente cubano ha acudido este domingo a un «trabajo voluntario». Sí, de esos con más cámaras que voluntarios», escribió en una publicación de Facebook el influencer cubano Ernesto Morales.


Los usuarios en el apartado de los comentarios no perdieron la oportunidad de denunciar la farsa del presidente cubano que cada día está más distante del pueblo. «La familia real debería dedicarse al trabajo en comunales. Tal vez ahí aporten algo». «Alguien me puede explicar que tipo de resistencia creativa es esa?» «Es la manera de reírse del pueblo una actuación perfecta de ahí salen a un almuerzo gratis y con mucha cerveza y los tontos q le hacen el juego y se ríen de las payasadas regresan a sus casas con las costillas pegadas al espinazo y casi seguro sin corriente», son algunos de los cientos de comentarios que recibió el polémico post.

El contexto del video y la escena

En el video, Díaz-Canel asume una pose de cercanía con el ciudadano común: empuña un escobillón, parece realizar labores de limpieza urbana, y lleva puestas unas botas que resaltan por su aspecto técnico y robusto. La prensa digital y las redes han puesto el foco en ese detalle del vestuario, interpretándolo como un contraste entre el gesto simbólico y el alto costo del calzado.

Contraste simbólico: humildad versus elite

El mensaje implícito que intenta proyectar el video es el de un líder conectado con el pueblo, dispuesto a realizar tareas cotidianas. Pero si el calzado que emplea es caro y de alta gama, el gesto se complica: más que cercanía, puede leerse como una puesta en escena elitista. Esa discrepancia alimenta la crítica: ¿cómo hablar de austeridad o sacrificio mientras se lucen objetos de lujo?

Propaganda estética y narrativa de legitimidad

En regímenes donde la estética visual del poder juega un rol clave, estos detalles tienen peso. Las botas se convierten en un artefacto simbólico: no importa tanto su utilidad real como el mensaje que transmiten (estatus, fuerza, tecnicismo). El hecho de que se comenten tanto en redes amplifica esa carga simbólica.

La atención que han recibido esas botas en medios digitales y en redes sociales —como memes, publicaciones satíricas o denuncias— revela que la población consciente de la contradicción no lo pasa por alto. El calzado caro no ha quedado como detalle menor, sino como foco central de la discusión.


Impacto discursivo en la imagen del gobernante

Cuando un gesto de humildad es eclipsado por el lujo presente en su indumentaria, se corre el riesgo de que el público perciba una disonancia cognitiva: “promesas de cercanía con símbolos de distancia”.

Oportunidad propagandística para el régimen

Si el discurso oficial logra girar el foco hacia la “seriedad” o “capacidad técnica” que conllevaría vestir botas robustas, puede reinterpretarse como un atributo de gobernante en obra, no como lujo. Pero ese giro requiere control del relato mediático y resonancia favorable entre los seguidores.

Las botas de Díaz-Canel no son un detalle accidental: se han convertido en el elemento central de una narrativa contradictoria. Lo que pretendía ser un gesto simbólico de humildad —la escena de barrer— termina señalado por su propio vestuario como un acto cargado de disonancias. En sociedades donde el simbolismo del poder tiene peso real, un calzado caro puede pesar más que cualquier escobazo.

Las imágenes del mandatario y sus botas caras corresponden a este fin de semana cuando por iniciativa de la dirección del país se congregaron alrededor del Palacio de la Revolución en la capital para participar en un trabajo voluntario por el estado higiénico en que se encuentra la ciudad y que ha provocado un incremento sostenido de propagación de enfermedades de acuerdo a las autoridades sanitarias.

Durante la actividad, el mandatario aseguró que “hay gente que cree que otros tienen que resolver sus problemas”, en aparente alusión a los ciudadanos que reclaman soluciones a la creciente crisis de basura que afecta a la capital cubana. Las imágenes lo muestran empuñando una escoba y participando de manera simbólica en las labores de limpieza, mientras conversaba con trabajadores y miembros de su equipo.

Díaz-Canel reconoció que La Habana no cuenta con un sistema de recogida de desechos sostenible, y admitió que las movilizaciones estatales han intentado responder a una situación de desorden y acumulación de basura que se agrava por la falta de combustible, equipos y personal. “Todos preguntan quién va a recoger los desechos, pero no se preguntan qué pueden hacer para contribuir”, señaló, insistiendo en la necesidad de una mayor “responsabilidad individual”.


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