Científico y activista cubano Oscar Casanella rememora sus vivencias en Cuba al cumplir un año en Estados Unidos

El científico y activista cubano Oscar Casanella, trae a su memoria sus vivencias como disidente y la represión sufrida por parte del régimen al cumplirse un año de entrada a Estados Unidos junto a su esposa embarazada y su hijo pequeño después de una difícil travesía por Centroamérica como migrantes irregulares.

“Yo nunca quise emigrar, mi plan de vida era ayudar a cambiar a Cuba para que mis hijos, mi familia y yo disfrutáramos de un país democrático, un Estado que se esforzara en respetar todos los derechos humanos, un país próspero donde los cubanos disfrutemos vivir”, dijo este lunes en redes sociales Casanella.


Sin embargo cuenta que no le quedó más remedio que emigrar en el 2021 por encontrarse muerto en vida, después de participar en iniciativas de la sociedad civil, denunciar las injusticias del régimen y plantarse en huelga de hambre junto a los acuartelados del Movimiento San Isidro (MSI), motivo por el que cayó sobre él todo el peso de la represión de la dictadura hasta que decide irse de Cuba con su familia:

 “Mi último año estuve prácticamente en prisión domiciliar e incomunicado pues ETECSA bajo las órdenes de la policía política nos cortó permanentemente todos los servicios telefónicos a mi esposa y a mi. Los segurosos amenazaban con meterme en la cárcel porque decían les era mas rentable que mantener permanentemente patrullas con 2 policías y 2 represores del G2 24 horas los 7 días de la semana frente a mi casa. Mi esposa y mi hijo pequeño se estaban afectando al presenciar la represión violenta contra mi persona y tenía miedo que mi hijo sufriera abusos y discriminación al entrar en la escuela de Cuba por ser hijo de un disidente”

Sobre su travesía por Centroamérica la recuerda como su “reciente tragedia y la de muchos otros cubanos”, cuando tardo mes y medio para alcanzar la frontera sur de Estados Unidos desde Ciudad Juárez, en México, hasta El Paso, en Texas, con su esposa con siete meses de embarazo y su pequeño hijo de cuatro años:

“Toda la travesía fue difícil e incómoda, estuve 1 mes y medio durmiendo como promedio 3 horas y sin ninguna calidad de sueño. El mayor estrés lo sufrimos en Nicaragua, país cuyas autoridades migratorias nos prohibió la entrada en 2 ocaciones y México. Crucé la frontera desde Ciudad Juárez, México hasta El Paso, Texas en EUA y llegué con llagas en los piez e inflamados por hongos y con influenza tipo A”

Un estrés que aún sufre las secuelas:  “Luego de este período de gran estrés vino un período de relajación en el cual estuve como dos meses sufriendo varias gripes, entre ellas COVID-19  debido a una inmunodepresión”.


En su remembranza, el activista Casanella describe el proceso migratorio tras el cruce de frontera:

“Aquel 16 de enero de 2022 corrí cargando en mi brazo izquierdo a mi hijo y en el otro una carpeta con documentos y, al llegar hasta la patrulla de la frontera de EUA, mi esposa y yo lloramos y nos abrazamos al sentirnos a salvo”, El oficial hacia el cual corrimos, nos habló en perfecto español y llevaba un apellido de origen español. Nos calmó y nos dijo que estábamos en territorio de EUA, país donde se respetan todos los derechos humanos y que no teníamos nada que temer, que ningún oficial nos maltrataría si nosotros respetábamos y seguíamos sus instrucciones»

Algo que no puede olvidar Casanella son las “heridas psicológicas” que le provocó la represión en Cuba, que incluyó su expulsión de la vida científica, algo que le “dolió mucho más que los golpes físicos que recibí por parte de los represores violentos de la dictadura”, trauma que no logra superar:

Lo cierto es que llevo dos años deprimido, el último que viví en prisión domiciliar en Cuba y este fuerte primer año en Estados Unidos”.

“Yo estoy asimilando el cambio en mi vida, todavía siento muy reciente mi vida en Cuba como si no me hubiera ido, y aún no siento que pertenezco a este gran país que me recibe. Extraño mucho a familiares, amigos y vecinos que dejé en Cuba”, expresó el joven al que varios de sus amigos animan diciéndole que se le pasará esa “bobería”, añadiendo:

“Soñaba y aún sueño con una Cuba muy atractiva luego de la caída de la dictadura, tan atractiva que mis amigos que habían emigrado regresarían para invertir, vivir y trabajar”


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