
Un sencillo video publicado en TikTok por una cubana residente en Estados Unidos abrió un amplio debate entre miles de usuarios. La mujer mostró, en apenas unos segundos, el contraste entre la humilde vivienda que dejó en Cuba y la casa que actualmente posee en EE.UU. Bajo la frase: “aunque tarde 30 años en pagarla”, defendió su decisión de hipotecarse en Norteamérica como una apuesta por su vida futura.
Las imágenes que se colgaron en la cuenta @cubanailsacrilic muestran dos mundos opuestos: en Cuba, un techo sin terminación, paredes agrietadas y ventanas improvisadas; en Estados Unidos, una casa con mejores condiciones y un sistema de pago a largo plazo que representa sacrificio, pero también estabilidad.
El valor simbólico de una vivienda en Cuba
Para muchos cubanos, tener un techo propio en la isla —por muy modesto que sea— sigue siendo un privilegio. En un contexto donde la crisis habitacional se agrava cada año y donde las reparaciones resultan casi imposibles por la escasez de materiales, conservar una casa en Cuba representa seguridad, pertenencia y legado familiar. Los comentarios en redes lo dejaron claro: “Es mejor esa en Cuba que una nueva en EE.UU., esa sí es tuya”, escribieron algunos.
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La apuesta por un futuro en Estados Unidos
Frente a esa visión, la mujer insistió en que no planea regresar a vivir a la isla y que, por lo tanto, la inversión debe estar enfocada en el país donde construye su vida actual. “También estoy construyendo mi futuro aquí en Estados Unidos, porque vivo aquí. No planeo regresar a Cuba, entonces también necesito la mía, aunque tarde 30 años para pagarla”, agregó la manicure.
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En el texto que acompañó al clip, agregó una invitación contundente: “Invierte en una casa en Estados Unidos”, dejando claro que su intención es establecerse definitivamente fuera del territorio cubano.
El mensaje caló en otros emigrados que se identifican con el sacrificio de pagar hipotecas que pueden extenderse durante décadas, pero que garantizan estabilidad para sus hijos y nietos.
En EE.UU., el sistema hipotecario permite adquirir viviendas con pagos mensuales que, aunque prolongados, son viables dentro de un mercado laboral más diversificado y con mayores ingresos que en Cuba. Para muchos migrantes, esa deuda se entiende como una inversión y no como una carga.
Reacciones divididas: orgullo, nostalgia y crítica
Las respuestas en TikTok reflejan las emociones encontradas de la diáspora. Por un lado, usuarios celebraron la valentía de hipotecarse y proyectar un futuro estable en EE.UU., incluso si eso implica 30 años de pagos. Otros reaccionaron con tristeza al ver las imágenes de la casa en Cuba, recordando que cada vivienda en la isla guarda memorias familiares y comunitarias.
«Que bueno me alegro por ti». «Así es muchacha sólo alguien q se conforma con no tener piensa q es mejor una en Cuba, bien por ti y por los que creemos en nosotros mismos», dijeron algunos usuarios en el apartado de los comentarios.
Tampoco faltaron las críticas de quienes señalaron que renunciar a la casa en Cuba es perder un arraigo que, tarde o temprano, puede ser necesario recuperar. “Te juro que ahí tuviste muy bellos recuerdos, mami. Nunca se te olvida de dónde vienes y hasta dónde has llegado”, mencionó otra.
Un dilema común en la diáspora cubana
El caso expone un dilema que atraviesa a miles de migrantes cubanos: ¿Invertir en Cuba o en el país de acogida? o ¿Preservar el patrimonio familiar o apostar por la integración total en una nueva sociedad?
La vivienda se convierte en el escenario donde se enfrentan las emociones y las realidades económicas. Mientras la casa en Cuba simboliza origen, sacrificio y memoria, la casa en EE.UU. representa aspiraciones, seguridad y un porvenir tangible.
Contexto histórico y social
La historia refleja un fenómeno con décadas de recorrido. Desde los años 60, los emigrantes cubanos han enviado remesas para construir o reparar viviendas en la isla. Sin embargo, el deterioro económico y la falta de materiales en los últimos 30 años han hecho que muchas de esas casas queden en ruinas o resulten inhabitables.
Al mismo tiempo, en Estados Unidos, ciudades como Miami, Hialeah y Tampa se han convertido en centros de asentamiento de la comunidad cubana, donde adquirir una vivienda es un símbolo de éxito y pertenencia. Aunque implique pagarla en plazos largos, representa un paso firme en la integración y en la construcción de un futuro estable.
Más allá del caso personal
El testimonio de esta mujer es, en realidad, la voz de muchos emigrados que viven entre dos realidades: la nostalgia por lo que dejaron atrás y el deseo de construir un futuro en mejores condiciones. El debate desatado en redes no es solo sobre una casa: es sobre identidad, pertenencia y la búsqueda de dignidad.