
Las deportaciones de ciudadanos cubanos desde Estados Unidos hacia México han alcanzado un nivel sin precedentes en 2025. Según datos citados por Periódico Cubano, al menos 640 migrantes de la Isla han sido enviados a territorio mexicano durante este año, en una práctica que refleja un endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses y una creciente opacidad en los mecanismos de cooperación entre Washington y Ciudad de México.
El resultado es un limbo migratorio que deja a cientos de cubanos atrapados en un país que no es el suyo, sin documentación, sin protección y sin un horizonte claro.
Traslados extensos hacia un destino inesperado
La mayoría de los migrantes son expulsados desde la frontera norte de Estados Unidos, donde agentes estadounidenses los entregan a las autoridades mexicanas en Tijuana. Desde allí, comienza un largo recorrido por carretera que suele extenderse hasta 40 horas y cubre casi 3.000 kilómetros, con destino final en Villahermosa, Tabasco.
Durante ese trayecto, los cubanos permanecen bajo vigilancia, muchas veces sin condiciones adecuadas de descanso o atención médica. El traslado es particularmente duro para personas mayores, enfermos crónicos o quienes vienen de largas detenciones en centros migratorios estadounidenses.
Al llegar a Tabasco, el Instituto Nacional de Migración (INM) los registra y posteriormente procede a liberarlos sin documentos de identidad, sin estatus legal y sin orientación sobre cómo regular su situación. La liberación sin garantías de protección los convierte, de inmediato, en una población completamente vulnerable, dependiente de albergues saturados, trabajos informales y redes comunitarias que apenas logran atender la magnitud del flujo migratorio.
Perfiles diversos, misma precariedad
Los cubanos deportados presentan perfiles muy diferentes, aunque todos terminan enfrentando la misma falta de protección. Entre ellos hay personas sin antecedentes que estaban a la espera de resoluciones migratorias, solicitantes de asilo con procesos en curso y migrantes detenidos tras infracciones menores.
También figuran individuos que cumplieron condenas en Estados Unidos por delitos como fraude o lavado de dinero. A ello se suman adultos mayores y personas con enfermedades crónicas que son devueltos sin medicinas, sin contactos y sin recursos para subsistir en México.
Uno de los casos mencionados en el reportaje es el de un cubano Luis Robaina que actualmente reside en EE.UU, pero tras su liberación en Tabasco, quedó completamente desamparado. Mientras cumplía su condena, asumió el papel de maestro y dedicó sus días a guiar a otros internos para que lograran obtener su GED. Ahora, lejos de aquel capítulo y asentado en Villahermosa, reconstruye su vida entre puestos de madera y olor a frutas frescas, ganándose el sustento en un mercado popular de la ciudad.
Ángel Insúa, un cubano de 65 años que batalla contra la diabetes, la hipertensión y un avance constante de problemas de visión, contó que las autoridades estadounidenses le revocaron la residencia permanente después de pasar por la cárcel. Explicó además que, en medio de todo el proceso, terminó perdiendo tanto dinero como varias de sus pertenencias.
Por su parte, Damián de la Moneda —deportado en septiembre de 2025— interpreta su regreso forzoso como una especie de renacer. Sin entrar en detalles sobre el delito que lo llevó a prisión, admite que en el pasado se dejó arrastrar por las personas equivocadas.
Un aumento inesperado: por qué no son deportados a Cuba
La pregunta más recurrente entre la comunidad cubana es por qué estos deportados no son enviados directamente a Cuba, como dicta la práctica tradicional. Desde 2023, los vuelos de repatriación entre Washington y La Habana se han mantenido de forma intermitente debido a tensiones diplomáticas, desafíos logísticos y limitaciones operativas. En ese vacío, México se ha convertido en un territorio receptor alternativo, aunque no existe un acuerdo oficial público que explique los criterios o alcances de este mecanismo.
Expertos en migración sostienen que este modelo representa una forma de externalización de fronteras, en la que Estados Unidos descarga parte del manejo migratorio en un tercer país sin garantizar protección humanitaria ni procesos de regularización. Ese vacío normativo es el que agrava la situación de los cubanos, quienes no pueden regresar a Estados Unidos, no pueden regularizarse en México con facilidad y no pueden volver a Cuba sin recursos, trámites y garantías mínimas de seguridad.
Temor e incertidumbre entre la diáspora cubana
En el sur de Florida, donde reside la mayor comunidad cubana fuera de la Isla, la noticia ha generado alarma. Muchas personas desconocen que una deportación desde Estados Unidos puede implicar ser enviados a México en lugar de a Cuba, lo que introduce un alto grado de incertidumbre en quienes tienen procesos migratorios abiertos, especialmente solicitantes de asilo, personas bajo I-220A o migrantes con entradas irregulares que temen terminar detenidos en revisiones futuras con ICE.
Organizaciones de derechos humanos han denunciado que las deportaciones a México son una medida que evita la repatriación directa, pero que no brinda alternativas de protección. Esto ha motivado nuevas campañas de solidaridad, recaudaciones de fondos y llamados a la transparencia de las autoridades federales.
El limbo legal en México y la falta de soluciones
Tras su liberación, los cubanos no pueden trabajar legalmente, no tienen acceso a servicios básicos y enfrentan un proceso de regularización extremadamente complejo y lento. Tampoco pueden acercarse a la frontera norte sin el riesgo de quedar detenidos nuevamente por las autoridades mexicanas o de caer en manos de grupos criminales que controlan los pasos irregulares hacia Estados Unidos.
El sistema de albergues en México está saturado y los gobiernos estatales han advertido que el incremento de deportados desde Estados Unidos coloca una carga adicional sobre estructuras que ya lidian con flujos migratorios masivos provenientes de América Central y el Caribe.
Un repunte sostenido en comparación con años anteriores
La cifra de más de 640 deportados en 2025 confirma una tendencia ascendente. En 2023 las deportaciones hacia México eran esporádicas, pero en 2024 comenzaron a aumentar notablemente y, para finales de 2025, la cifra supera ampliamente los registros de años anteriores. Analistas advierten que, si no se alcanzan acuerdos claros con Cuba y no se implementan programas de protección humanitaria, el número de deportados podría duplicarse en 2026.
Una crisis silenciosa que podría agravarse
La combinación de políticas más estrictas en Estados Unidos, límites operativos en México y la falta de cooperación constante con Cuba ha generado lo que expertos califican como una crisis silenciosa. Los cubanos deportados quedan atrapados en un país que no pueden abandonar y en el que no pueden integrarse, mientras la comunidad internacional presta poca atención a un fenómeno que continúa expandiéndose.
Si esta tendencia persiste, organizaciones humanitarias advierten que miles de cubanos podrían iniciar 2026 en condiciones de extrema precariedad en Tabasco y otros estados del sur de México, sin documentos, sin empleo, sin atención médica y sin perspectivas de regularización, convirtiéndose en una población olvidada en medio de la geopolítica migratoria del continente.





