Reportan cuatro fallecidos en ataque de EE.UU a lancha de presuntos narcotraficantes cerca de Venezuela

Estados Unidos confirmó este viernes la destrucción de una quinta lancha rápida con presuntos narcotraficantes en aguas internacionales cercanas a la costa venezolana. Según el Pentágono, cuatro ocupantes murieron en el ataque, aunque hasta ahora no han sido identificados. El operativo se enmarca dentro de la creciente ofensiva marítima y aérea que Washington impulsa en el Caribe contra el tráfico de drogas.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, informó en su cuenta de X que la acción se ejecutó “por orden del presidente Donald Trump”, calificándola como parte de un “conflicto armado no internacional” contra los cárteles de la droga.


“Esta mañana, por orden del presidente Donald Trump, dirigí un ataque cinético letal contra una embarcación de narcotráfico afiliada a organizaciones designadas como terroristas en el área de responsabilidad del Comando Sur de EEUU. La operación se realizó en aguas internacionales, cerca de la costa de Venezuela, mientras la embarcación transportaba importantes cantidades de narcóticos, con destino a Estados Unidos para, según sus palabras, ‘envenenar a nuestro pueblo’”, destacó Pete.

Por otro lado, el periodista cubano Mario J. Pentón en su cuenta de la misma red social publicó las imágenes del momento exacto en que la embarcación la alcanzaba un disparo del ejército de los EE.UU que se encuentra desplegado en esa zona del Caribe enfrentando el narcotráfico.

«Cuatro narcoterroristas a bordo del buque murieron en el ataque, y ningún miembro de las fuerzas estadounidenses resultó herido», dijo el reportero.

Estrategia de “mano dura” contra los cárteles

La actual administración ha endurecido su política antidrogas, declarando a los cárteles como “combatientes ilegales”, lo que permite un enfoque militar en lugar de una estrategia puramente policial y judicial. En este contexto, el Pentágono sostiene que la lancha destruida transportaba “cantidades significativas de narcóticos” y que existía inteligencia previa sobre sus vínculos con rutas del crimen organizado en la región.


Videos difundidos muestran la embarcación envuelta en llamas tras una explosión. Sin embargo, las autoridades estadounidenses no detallaron ni la cantidad exacta de droga incautada ni la identidad de los fallecidos, limitándose a la declaración oficial del secretario de Defensa.

Despliegue militar en el Caribe

Desde mediados de septiembre, Washington ha reforzado su presencia en el Caribe con ocho buques de guerra y más de 5.000 marinos e infantes de marina desplegados en puntos estratégicos. Estos movimientos buscan interceptar embarcaciones sospechosas procedentes de Venezuela y otras zonas de Sudamérica, rutas históricamente utilizadas por organizaciones dedicadas al narcotráfico hacia Estados Unidos y Europa.

El portavoz de la Casa Blanca, Steven Cheung, aplaudió el operativo de este viernes con un mensaje contundente: aseguró que los narcotraficantes y sus “drogas mortales se han desintegrado en polvo de estrellas”.

No obstante, el tono triunfalista de Washington contrasta con las dudas planteadas por expertos en derecho internacional, quienes, citados por la agencia AFP, advirtieron que el uso de fuerza militar contra presuntos traficantes fuera de las fronteras de Estados Unidos, y en el marco de una declaración unilateral de conflicto armado, podría chocar directamente con los principios del derecho internacional.

Venezuela en el centro de la controversia

La escalada ocurre en medio de tensiones con el régimen de Nicolás Maduro, señalado por Washington de ser un facilitador del narcotráfico internacional. Desde hace años, informes de agencias estadounidenses han vinculado a altos funcionarios venezolanos con el llamado “Cartel de los Soles”, una red acusada de permitir y coordinar operaciones de droga a gran escala.

Para el gobierno de Trump, estos operativos no solo buscan golpear a los cárteles, sino también enviar un mensaje directo a Caracas. La narrativa oficial insiste en que la inacción del régimen venezolano convierte a su territorio en un corredor clave para las organizaciones criminales que transportan cocaína hacia Norteamérica.

La tensión se intensificó el jueves luego de que el régimen chavista denunciara que aviones de combate estadounidenses habrían realizado una “incursión ilegal” en un espacio aéreo bajo su jurisdicción. En respuesta, Nicolás Maduro anunció que ya cuenta con un decreto preparado para declarar un estado de conmoción exterior, una figura excepcional diseñada para situaciones de conflicto armado que le otorgaría facultades ampliadas. Se trataría de un hecho inédito en Venezuela, ya que nunca se ha aplicado antes, y que incluso podría derivar en la suspensión de algunas garantías constitucionales.

Implicaciones regionales

La ofensiva estadounidense genera tanto respaldo como incertidumbre entre sus aliados caribeños y latinoamericanos. Países como Colombia y República Dominicana han apoyado públicamente los operativos, mientras que sectores críticos advierten que estas acciones podrían tensar aún más la ya frágil estabilidad regional.

Analistas señalan que esta estrategia recuerda a la “Operación Martillo”, lanzada en 2012 para interrumpir las rutas de narcotráfico en Centroamérica y el Caribe, aunque la actual ofensiva presenta una dimensión más agresiva y con un claro sello político: reforzar la imagen de firmeza de Trump frente al crimen organizado transnacional.

Un frente abierto que podría escalar

Con cinco lanchas destruidas en menos de un mes y una creciente militarización de las aguas caribeñas, la política antidrogas de Washington se encamina hacia una fase de mayor confrontación. El Pentágono ya adelantó que las operaciones continuarán y que cualquier embarcación sospechosa será considerada un objetivo legítimo.

“Vamos a vigilar muy seriamente a los carteles que entren [la droga] por tierra”, dijo Trump esta semana. El escenario abre interrogantes sobre los límites legales de esta estrategia, las posibles respuestas de Venezuela y el impacto en la seguridad de los países de tránsito, que ven cómo el Caribe se convierte nuevamente en un tablero de disputa entre el narcotráfico y el poder militar estadounidense.


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