El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) determinó que Mariana Fernández León, una joven cubana condenada por participar en las protestas del 11 de julio de 2021, tiene un “miedo creíble” de persecución si regresa a la isla. Esta decisión representa un punto de inflexión en su proceso de asilo, al alejar el riesgo inmediato de deportación y abrir la vía hacia la regularización de su estatus migratorio.
Su abogada, Gladys Carredeguas, en conversación con Telemundo 51 afirmó que: «USCIS le cerró el caso porque USCIS no tenía jurisdicción para poderles adjudicar ese caso de asilo».
Condena en Cuba por ejercer el derecho a protestar
Mariana, de apenas 18 años al momento de las manifestaciones, fue procesada en un juicio que organizaciones internacionales catalogaron como arbitrario y carente de garantías. La justicia cubana la acusó de atentado, desacato y desórdenes públicos, imponiéndole una sanción de cuatro años de trabajo correccional domiciliario.
«Escapé de Cuba porque me manifesté en las protestas del 11 de julio y me sentenciaron a cuatro años de prisión domiciliaria», dijo la cubana.
Su hermana, Yaneris Redondo León, enfrentó un destino aún más severo: una condena de siete años de prisión, lo que reflejó la dureza de las penas aplicadas a los participantes del 11J. Ambas jóvenes denunciaron haber sufrido acoso, amenazas y hostigamiento por parte de la Seguridad del Estado, extendidos también a sus familiares.
Según la sentencia, se les imputó haber lanzado piedras y expresado consignas contra el dictador Miguel Díaz-Canel y las fuerzas policiales, aunque no hubo constancia de lesionados ni de daños materiales de consideración.
La travesía hacia el exilio
La represión y la falta de garantías judiciales impulsaron a las hermanas a huir en noviembre de 2022. Se lanzaron al mar junto a otros 40 migrantes, en una travesía marcada por riesgos extremos. Durante la ruta, Mariana padeció un colapso renal por deshidratación, lo que ilustra la vulnerabilidad de quienes emprenden este tipo de salidas. Finalmente lograron llegar a Estados Unidos, donde solicitaron asilo político.
Riesgo de deportación y principio de no devolución
Hasta ahora, ambas jóvenes estaban bajo la amenaza de ser deportadas. Activistas y abogados recordaron que su retorno a Cuba implicaría una violación del principio internacional de non-refoulement, que prohíbe enviar a una persona de vuelta a un país donde podría enfrentar torturas y persecución política.
Yosima León, madre de las hermanas se pronunció con desesperación: “Si las regresan, es dejarlas sin vida”, expresó, pidiendo apoyo legal y visibilidad internacional para evitar una repatriación forzosa. Con la llegada de sus hijas, decidió contratar los servicios legales del abogado Willy Allen, al tiempo que activistas como Salomé García Bacallao realizaban llamados públicos para impedir su deportación en Estados Unidos.
Una victoria parcial y un camino pendiente
El reconocimiento de “miedo creíble” otorgado a Mariana es una victoria significativa, pero aún parcial. Su hermana Yaneris continúa a la espera de que USCIS tome una decisión similar. Hasta entonces, su futuro en Estados Unidos sigue siendo incierto.
Este caso se suma al de decenas de jóvenes cubanos que participaron en las protestas del 11J, considerados por el gobierno cubano como delincuentes comunes, pero vistos por organizaciones internacionales y comunidades en el exilio como presos políticos o víctimas de represión estatal.
Contexto internacional y simbólico
La decisión de las autoridades migratorias estadounidenses no solo protege a Mariana, sino que también envía un mensaje político: reconoce que los manifestantes del 11J fueron objeto de persecución. Según reportes de ONG, más de 1,000 personas fueron detenidas tras aquellas manifestaciones y decenas aún permanecen encarceladas.
Desenlace: un reflejo de la lucha por la libertad
El caso de las hermanas Fernández León simboliza el drama de cientos de familias cubanas que se vieron divididas por la represión y el exilio. Aunque la resolución de “miedo creíble” es apenas un primer paso dentro del largo proceso de asilo, representa un respiro para Mariana y un precedente para otros manifestantes que esperan justicia y protección fuera de la isla.