Cuatro atletas cubanos abandonaron la delegación oficial de la isla durante los Juegos Panamericanos Junior Asunción 2025, un hecho que se suma a una larga lista de deserciones que han marcado el deporte cubano en las últimas décadas y que vuelve a poner en evidencia la compleja realidad social, económica y política que vive el país. Varios reportes de autoridades paraguayas confirmaron en el día de hoy la noticia y rechazaron las especulaciones sobre presunto secuestro.
Identidad de los atletas y cómo ocurrió la fuga
Los deportistas que decidieron no regresar a Cuba son tres remeros —Félix Puentes Batista, Robert Landy Fernández Agramonte y Keiler Ávila Núñez— y una jugadora de balonmano, Suannet de la Caridad Nápoles Jiménez.
De acuerdo con fuentes de la propia delegación, el grupo se ausentó tras aprovechar un tiempo libre para realizar turismo interno en Asunción. No regresaron al hotel y, más tarde, uno de ellos se comunicó con la jefa de misión para confirmar que no volverían a la isla.
Posición de las autoridades paraguayas
El presidente del Comité Olímpico Paraguayo, Camilo Pérez, confirmó que no existe ninguna investigación criminal en torno al caso. “Quiero aclarar que no son desaparecidos. Dejaron su delegación por voluntad propia. Nos enteramos por comunicación de la delegación cubana y fuimos nosotros los que hicimos la denuncia correspondiente”, aclaró Pérez, subrayando que el país respeta el derecho de las personas a solicitar refugio o residencia si así lo desean.
El ministro del Interior, Enrique Riera, no solo respaldó la versión oficial, sino que detalló que los cuatro atletas, todos mayores de edad, expresaron de forma clara y voluntaria su intención de fijar residencia en Paraguay, marcando así un nuevo capítulo en sus vidas lejos de su país de origen.
Planes de los deportistas: asilo político y nuevas oportunidades
Reportes de medios paraguayos indican que los cuatro atletas evalúan pedir asilo político, argumentando la grave crisis económica y la falta de libertades en Cuba, lo más probable es que se presenten ante la Comisión Nacional de Refugiados(CONARE). En muchos casos anteriores, deportistas que han tomado decisiones similares han logrado establecerse en países de acogida, obteniendo contratos profesionales o integrándose a clubes locales, algo que en Cuba está severamente limitado por las políticas estatales.
Antecedentes de un patrón recurrente
El éxodo de atletas cubanos no es un fenómeno aislado. En eventos recientes como los Juegos Centroamericanos y del Caribe, así como en mundiales de diferentes disciplinas, varios deportistas han abandonado las delegaciones oficiales para buscar una vida fuera de la isla.
En noviembre de 2023, durante la celebración de los Juegos Panamericanos en Santiago de Chile, cinco jugadoras del conjunto cubano de hockey sobre césped y un especialista en pruebas de vallas decidieron apartarse de la delegación oficial. Su objetivo: solicitar refugio en el país anfitrión y abrirse camino lejos de la isla.
Entre las causas más señaladas están los bajos salarios, la falta de patrocinios privados, las restricciones para competir en ligas extranjeras y la percepción de que en Cuba no existe un horizonte deportivo que garantice estabilidad económica ni libertad profesional.
Impacto para el deporte cubano
La fuga de talentos afecta de manera directa la competitividad internacional de Cuba, que históricamente ha sido una potencia deportiva en América Latina. Con cada deserción, la isla pierde no solo a atletas de alto rendimiento, sino también años de inversión en su formación. A nivel simbólico, estas salidas envían un mensaje político que repercute fuera del ámbito deportivo: para muchos jóvenes, el éxito y la libertad se encuentran lejos de las fronteras cubanas.
Una problemática que trasciende lo deportivo
Más allá del golpe a la delegación cubana en Asunción 2025, este episodio refleja el descontento generalizado que impulsa a miles de cubanos a emigrar cada año, utilizando cualquier oportunidad internacional como vía de escape. En el caso de los atletas, la presión es doble: deben representar a un país que, para muchos de ellos, no les ofrece las condiciones necesarias para desarrollar plenamente su carrera, y al mismo tiempo enfrentan las consecuencias políticas de cualquier manifestación de inconformidad.