Miami Beach ha dado un paso audaz y potencialmente transformador al aprobar un programa piloto que permitirá la venta legal de bebidas alcohólicas en determinadas áreas de sus playas públicas. Con una votación de 5 a 2, la Comisión de la ciudad autorizó la iniciativa por un período de prueba de un año, marcando un cambio significativo en las normas históricas que prohibían el consumo de alcohol en la arena.
El programa piloto se aplicará en dos ubicaciones clave: detrás de Lummus Park, una de las zonas más frecuentadas del litoral, y en los alrededores de la calle 21. Ambas áreas ya son gestionadas por la empresa concesionaria Boucher Brothers, que actualmente ofrece servicios de alquiler de sillas, tumbonas y sombrillas, y que ahora asumirá también la operación de los quioscos que venderán cerveza, vino y cócteles.
Un plan con control estricto y horarios definidos
Según el acuerdo aprobado, las ventas estarán restringidas a un horario de 11:00 de la mañana a 6:00 de la tarde, y deberán cumplir con rigurosas normas de seguridad. Entre ellas, la verificación obligatoria de la edad mediante identificación oficial, el uso de envases previamente aprobados y el despliegue de señalización visible que promueva el consumo responsable.
La ciudad también ha acordado implementar medidas de control reforzadas, incluyendo la contratación de oficiales de policía fuera de servicio y personal de seguridad privada. El objetivo es evitar situaciones de desorden público o incidentes asociados al consumo excesivo de alcohol, un tema que ha generado preocupación en años recientes, especialmente durante el Spring Break.
Motivos: frenar ventas ilegales y atraer turismo
Uno de los principales argumentos a favor del plan es la necesidad de enfrentar un problema creciente: la venta ilegal de bebidas alcohólicas por parte de vendedores ambulantes no autorizados, quienes eluden los controles sanitarios, fiscales y de seguridad. Las autoridades municipales sostienen que la regulación del consumo, lejos de fomentar el desorden, puede mejorar la experiencia turística y aumentar la percepción de seguridad en las playas.
Además, el programa podría representar una fuente significativa de ingresos para la ciudad. Según el acuerdo, Miami Beach recibirá entre el 25 % y el 30 % de los ingresos brutos generados por las ventas, con un mínimo garantizado de 250.000 dólares anuales durante la vigencia del piloto.
Opiniones divididas: turismo moderno vs. preocupaciones cívicas
Aunque la medida ha sido bien recibida por sectores turísticos y empresariales, también ha generado un debate intenso en el seno de la Comisión. La comisionada Tanya Katzoff Bhatt, una de las opositoras, manifestó su preocupación por los posibles efectos negativos sobre la imagen de la ciudad y advirtió que se trata de un “experimento arriesgado” sin pruebas previas de menor escala.
«Estamos tomando decisiones con implicaciones a largo plazo sin contar aún con evidencia sólida de que funcionará», afirmó Bhatt, quien propuso un alcance más reducido para evaluar el impacto inicial antes de ampliar el proyecto.
Otros comisionados, sin embargo, defendieron la medida como una forma responsable y moderna de adaptarse a las expectativas del turismo actual, argumentando que la regulación puede ofrecer mejores resultados que la prohibición total, que ha demostrado ser poco efectiva en la práctica.
«Esta es la playa, esto es Miami, la gente viene aquí a pasar un buen rato. Simplemente proporcionarnos eso, hacerlo un poco más fácil para nosotros, ese es el camino a seguir», manifestó Osiris Ramírez.
Esta idea también la respaldó Steve Turk quien agregó: «Creo que realmente ayudará porque ves a mucha gente con refrigeradores, vendiendo bebidas al azar, nunca se sabe lo que hay dentro de ellos. No está regulado. Y luego tienes a personas menores de edad que traen sus propias hieleras aquí, no podían controlar eso y se ponían un poco ruidosos».
Próximos pasos y posibles escenarios
El programa aún no ha comenzado oficialmente. Antes de su implementación, la ciudad deberá concretar los contratos con Boucher Brothers y tramitar las licencias correspondientes ante el estado y otras entidades. Se estima que el proceso podría tardar varios meses. Asimismo, el gerente municipal tendrá la autoridad para suspender o cancelar el piloto si se presentan incidentes graves o resultados negativos.
La aprobación de este programa coloca a Miami Beach en la lista de destinos turísticos que han optado por legalizar y controlar la venta de alcohol en la playa como forma de atraer visitantes, incrementar los ingresos y reducir los riesgos asociados a la clandestinidad.
«La ciudad obtendrá un mínimo de $250,000 de ingresos por año, pero obtendremos una participación en los ingresos de aproximadamente el 20% de todas las ventas de alcohol vendidas, y podemos usarlo para educación, instituciones culturales o sin fines de lucro», resaltó Rosen González.
A medida que se desarrollen los primeros meses del plan piloto, tanto residentes como visitantes estarán atentos a sus efectos concretos. El debate entre regulación y prohibición, modernización turística y preservación del orden público promete seguir siendo un tema central en las discusiones sobre el futuro de Miami Beach.