Arrestos en una cola para el pan en Gerona, Isla de la Juventud

Arrestos en una cola para el pan en Gerona, Isla de la Juventud/Captura de pantalla

Oficiales de tropas especiales, los llamados «boinas negras», tuvieron que acudir a una cola del pan en Gerona, Isla de la Juventud, el viernes de la semana pasada, cuando un grupo de ciudadanos protagonizó una protesta, de acuerdo a un vídeo publicado en redes sociales.

De allí salieron arrestados los activistas Willian Rodríguez y Francisco Alfaro, además de otros siete ciudadanos que se manifestaron, reportó Martí Noticias.


Según Rodríguez, «una buena parte del pueblo de Gerona», y más de la mitad de los pobladores se quedaron sin pan.

Cuando el grupo de personas reclamó al administrador, este les dijo que «la única manera en que él podía hacer más pan era que lo autorizara el Gobierno».

Los locales cerraron el fin de semana por orden del régimen, debido al incremento de casos de coronavirus.

Pese a que una treintena de personas se plantaron en la sede del Gobierno municipal, ubicado en la calle 39 entre 28 y 26, en el bulevar de Gerona, en un esfuerzo por hablar con el intendente Adiel Morera, el funcionario nunca salió a dar la cara.

«Comenzaron a salir señores del Gobierno que parecían más oficiales de la Seguridad del Estado, que simples burócratas. Todos estábamos en el parque esperando por una respuesta de los dirigentes y, al llegar estos funcionarios, el opositor Francisco Alfaro les dijo que ellos eran indolentes porque tenían sus alimentos garantizados y no hacían colas», contó el activista.


Decir la verdad le costó que los policías lo amenazaran con una multa de 2.500 pesos por según ellos tener el nasobuco mal puesto.

Una mujer que estaba en la cola le dijo a lo uniformados que dejaran al hombre tranquilo, y el disidente se quejó de que lo estaban amenazando, mientras los agentes de las fuerzas represivas negaron estar intimidándolo.

Rodríguez reveló que el grupo de personas fueron conducidas a la unidad policial junto a ellos dos, incluido su padre, un anciano de 80 años.

No bastó con llevarlos a la estación, sino que también les tomaron huellas, les hicieron una carta de advertencia y se les abrió un expediente de peligrosidad.


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