Un video difundido en Instagram ha generado asombro y debate en Florida: un motorista circulaba por una autopista con un rifle AK-47 colgado a la espalda. La imagen, que rápidamente se volvió viral, desató preocupación entre ciudadanos que interpretaron la escena como un riesgo inminente. Sin embargo, según las leyes actuales del estado, el motociclista no infringía ninguna norma.
El episodio llega en un momento de cambios profundos en la legislación sobre armas en Florida, un estado históricamente conservador en este ámbito, pero que ahora se suma a la tendencia de flexibilizar el porte abierto.
El marco legal del AK-47 en Estados Unidos y Florida
En Estados Unidos, las armas de fuego de tipo militar como el AK-47 generan una fuerte carga simbólica y política. Las versiones automáticas están prohibidas para civiles desde 1986, salvo excepciones extremadamente reguladas. En cambio, las versiones semiautomáticas —capaces de disparar un tiro por cada presión del gatillo— se venden legalmente en gran parte del país.
Florida no cuenta con restricciones estatales que limiten la exhibición pública de rifles semiautomáticos. Esto significa que un ciudadano con antecedentes limpios puede portar un arma de este tipo sin ocultarla, siempre y cuando no se encuentre en espacios expresamente prohibidos como escuelas, tribunales, aeropuertos o propiedades privadas que lo regulen.
El cambio judicial que abrió la puerta
La raíz de este cambio está en una decisión reciente de la Corte de Apelaciones del Primer Distrito, que declaró inconstitucional la prohibición del porte abierto de armas en Florida. Hasta ese momento, el estado solo permitía el “porte constitucional” o “sin permiso”, pero exclusivamente de manera oculta.
El gobernador Ron DeSantis respaldó la sentencia y aseguró que el porte abierto “no alterará significativamente la vida diaria de los floridanos”. Sus palabras reflejan el giro legal que ha colocado a Florida junto a más de 30 estados del país donde portar armas de forma visible es legal, incluidos Texas, Arizona y Georgia.
Reacciones divididas
El caso del motorista con AK-47 resume la polarización que vive Florida. Los defensores de la Segunda Enmienda celebran la decisión como una victoria frente a lo que consideran restricciones innecesarias. Para ellos, el porte abierto es una extensión natural de la libertad individual y de la autodefensa.
Por otro lado, grupos comunitarios, activistas y expertos en seguridad alertan sobre el impacto psicológico y social de ver rifles de asalto en espacios cotidianos. Argumentan que la exhibición de armas en público puede aumentar la tensión, intimidar a ciudadanos y dificultar la labor de la policía.
Riesgos en la capacitación y aplicación de la ley
Un elemento adicional de preocupación es el desplome de los cursos de capacitación en manejo de armas, que cayeron un 64 % en Florida durante el último año. Este descenso se debe a que ya no es obligatorio realizar entrenamientos formales para portar armas legalmente.
Las fuerzas del orden, por su parte, enfrentan un desafío mayor: diferenciar entre un ciudadano que porta un arma de manera legal y alguien que representa una amenaza real. La normativa aclara que exhibir un arma de forma descuidada o amenazante sigue siendo un delito, pero en la práctica esa distinción podría complicar la reacción de los agentes en situaciones de riesgo.
Comparaciones con otros estados
Florida no está sola en este debate. En Texas, por ejemplo, el porte abierto se aprobó en 2016 y desde entonces ha sido motivo de controversia en centros comerciales, restaurantes y espacios públicos. En Arizona, considerado uno de los estados más permisivos, portar armas visibles es una práctica habitual desde hace años.
En contraste, estados como California, Nueva York e Illinois mantienen fuertes restricciones al porte abierto, argumentando que la seguridad pública debe prevalecer sobre la interpretación más amplia de la Segunda Enmienda.
Un símbolo de la nueva Florida
La imagen del motorista con un AK-47 ya trasciende lo anecdótico y se ha convertido en un símbolo de la “nueva Florida armada”. Representa tanto la legalidad que ampara el porte abierto como el temor ciudadano ante la normalización de armas de asalto en la vida cotidiana.
El desenlace de este debate aún está abierto. Mientras algunos celebran mayor libertad y poder ciudadano, otros advierten que esta flexibilización podría traer un aumento de tensiones y riesgos en un estado donde la seguridad pública ya enfrenta grandes retos.