Turista italiano es víctima de estafa tras viajar en un bicitaxi por La Habana Vieja: “Me han engañado, me han estafado”

Foto: Video de X de CubaNet

Lo que debía ser una noche tranquila paseando por La Habana Vieja se convirtió en una experiencia amarga para un turista italiano que denunció haber sido víctima de una estafa durante un trayecto en bicitaxi. El visitante, cuyo caso se hizo viral en redes sociales, relató que el incidente ocurrió pasada la medianoche, en una zona del casco histórico donde las calles estaban casi desiertas debido a los habituales apagones y a la disminución del movimiento nocturno. Fue en ese contexto cuando dos hombres, que operaban un bicitaxi, lo abordaron y le ofrecieron llevarlo hasta su alojamiento, ubicado a pocas cuadras.

El turista aceptó el servicio bajo la impresión de que se trataba de un transporte sencillo y económico. Sin embargo, al llegar al destino, los conductores le exigieron el pago de 6.000 pesos cubanos. El extranjero explicó que nunca le informaron el precio antes de iniciar el recorrido y que la cifra exigida superaba ampliamente el costo real de ese tipo de traslado.


Ante el reclamo del viajero, los hombres insistieron en cobrar el monto, con un tono y una actitud que el afectado describió como intimidante, aprovechando la oscuridad de la calle, la ausencia de transeúntes y la vulnerabilidad propia de encontrarse solo en un país extranjero.

Aunque no hubo agresión física, el turista señaló que la presión psicológica fue suficiente para obligarlo a entregar el dinero. Dijo haberse sentido “engañado y acorralado”, y que su intención al denunciar públicamente lo ocurrido era advertir a otros visitantes sobre prácticas fraudulentas que, según los comentarios de residentes y viajeros frecuentes, se han vuelto cada vez más recurrentes en los alrededores de La Habana Vieja.

Su testimonio generó cientos de reacciones. Entre ellas, varios cubanos y turistas compartieron experiencias similares, afirmando que los cobros abusivos, las tarifas inventadas y los engaños por parte de servicios informales se han convertido en episodios comunes, especialmente en horarios nocturnos.

Un escenario donde se multiplican las denuncias

El caso del turista italiano se suma a un creciente número de denuncias por estafas, robos y engaños sufridos por visitantes extranjeros en Cuba. En las últimas semanas, múltiples testimonios han salido a la luz, dejando en evidencia un deterioro en las condiciones de seguridad y control dentro de áreas que históricamente han sido consideradas turísticas.


Una turista mexicana identificada como Sonya Ruiz denunció que la engañaron al llegar a un alojamiento reservado a través de una plataforma digital, donde el anfitrión exigió pagos adicionales en efectivo para permitirle acceder a un lugar que describió como sucio, inseguro y muy distinto a las fotos ofrecidas. Otro viajero colombiano relató en un video que fue robado dos veces en días consecutivos mientras caminaba por la ciudad.

Asimismo, una pareja de turistas conocida en redes sociales por sus videos de viaje aseguró que fue extorsionada tras aceptar un trago aparentemente amistoso en un bar, terminando obligada a pagar una suma desproporcionada bajo amenazas.

Estos episodios muestran patrones similares: turistas vulnerables, servicios informales o no regulados, falta de supervisión y un ambiente urbano deteriorado que facilita abusos. Gran parte de las denuncias destacan que los hechos ocurren durante apagones o en zonas mal iluminadas, lo que reduce el margen de reacción y permite que los estafadores operen con mayor impunidad.

Factores estructurales que agravan la inseguridad para los visitantes

La proliferación de casos se explica por una combinación de factores que han transformado el entorno turístico cubano. La crisis económica ha impulsado la expansión de actividades informales, desde transportes improvisados hasta alojamientos no registrados, muchos de ellos sin tarifas fijas, sin supervisión estatal y sin mecanismos para resolver conflictos con los clientes.

Al mismo tiempo, el deterioro de la infraestructura urbana —calles oscuras, apagones frecuentes, escasez de policías en zonas turísticas— incrementa la vulnerabilidad de quienes se desplazan por la ciudad, especialmente al caer la noche.

A ello se suma una creciente percepción de impunidad. Los viajeros que han denunciado incidentes afirman que no recibieron orientación clara sobre dónde reportar estafas, que no existen canales ágiles para reclamar y que, en muchos casos, no hay voluntad institucional para asumir estos hechos como un problema estructural que afecta la imagen del país.

Impacto en la reputación turística de La Habana

La acumulación de experiencias negativas comienza a erosionar la reputación internacional de La Habana como destino seguro y hospitalario. Históricamente, Cuba se promocionó como un país donde los turistas podían caminar con libertad y sin temor a ser víctimas de delitos. Pero los recientes testimonios reflejan un cambio de percepción que preocupa al sector turístico, ya que afecta tanto a la llegada de visitantes como a la confianza en los servicios locales.

Agencias de viaje y expertos consultados advierten que, en un mercado caribeño altamente competitivo, este tipo de incidentes puede tener efectos directos sobre la planificación de viajes, las reservas hoteleras y la imagen general del país. También afecta a trabajadores formales del sector, como guías turísticos y propietarios de alojamientos legales, que ven perjudicada su labor por acciones de terceros que operan fuera de la regulación.

Un llamado urgente a la regulación y a la protección del turista

El caso del turista italiano vuelve a reabrir el debate sobre la necesidad de reforzar la regulación y la seguridad en zonas turísticas de la capital. Diversos especialistas y ciudadanos coinciden en que es urgente establecer controles más estrictos sobre servicios informales que operan sin transparencia, así como mejorar la iluminación, el patrullaje y la supervisión en áreas de alta afluencia turística.

También señalan la importancia de que las autoridades diseñen campañas informativas dirigidas a visitantes extranjeros, para advertir sobre las prácticas fraudulentas más comunes y orientar sobre los canales disponibles para denunciar abusos o delitos.

Por ahora, cada nuevo testimonio confirma una tendencia preocupante: la seguridad del visitante está en entredicho, y lo que antes era una experiencia cultural enriquecedora comienza a verse empañada por una sensación generalizada de riesgo. El caso del turista italiano, lejos de ser un incidente aislado, evidencia una problemática que exige respuestas inmediatas para proteger tanto a los visitantes como al propio sector turístico cubano.


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