Trump amenaza con demandar a ABC tras regreso de Jimmy Kimmel a la TV

El programa “Jimmy Kimmel Live!”, uno de los late shows más populares de la televisión estadounidense, regresó a la pantalla de ABC después de una breve suspensión que desató un intenso debate político y mediático. La cadena había pausado la emisión luego de que el presentador sugiriera, durante un monólogo, que el presunto asesino del activista conservador Charlie Kirk podía ser un republicano y simpatizante de Donald Trump.

Ese comentario generó protestas inmediatas en sectores políticos y mediáticos, lo que llevó a Disney, empresa matriz de ABC, a calificar la pausa como “temporal”, con el objetivo de calmar la situación en un contexto ya cargado de tensiones electorales. Sin embargo, no todas las filiales de la cadena aceptaron transmitir nuevamente el show, sino que lo cambiaron por programas locales o noticieros como es el caso de del grupo Sinclair, evidenciando la polarización del caso.


La respuesta de Donald Trump

La reaparición del programa no pasó inadvertida para Donald Trump, quien reaccionó con dureza. El presidente acusó a ABC de ser “un brazo del Partido Demócrata” y calificó la decisión de mantener al aire a Kimmel como un acto de propaganda política. “Su audiencia está perdida y su ‘talento’ nunca existió. ¿Por qué querrían de vuelta a alguien que lo hace tan mal, que no es gracioso y que pone en riesgo a la cadena transmitiendo un 99% de basura demócrata?”, escribió el mandatario en Truth Social.

Además, Trump advirtió que evalúa acciones legales contra la cadena, recordando que en el pasado ya obtuvo 16 millones de dólares en una demanda por difamación y sugiriendo que este nuevo caso “suena aún más lucrativo”. La amenaza legal busca no solo cuestionar la imparcialidad de los medios, sino también fortalecer su narrativa de víctima frente a lo que denomina “Fake News”.

La afirmación tampoco agradó a Brendan Carr, titular de la FCC y figura cercana al exmandatario, lo que precipitó la cancelación temporal del espacio televisivo. El presidente de la FCC no escatimó en críticas y tildó los comentarios de Kimmel de ser “la conducta más enfermiza posible”, además de amenazar con evaluar las licencias de transmisión de las filiales de ABC.

El papel de la sátira en la política estadounidense

El enfrentamiento pone en evidencia un debate recurrente en Estados Unidos: ¿hasta qué punto la sátira televisiva puede cruzar la línea entre el humor y la propaganda política? Programas como el de Kimmel, junto a otros presentadores como Stephen Colbert o Trevor Noah en el pasado, han marcado agenda en el espacio público al abordar temas sensibles desde un tono cómico, aunque cargado de crítica política.

Los críticos de Trump consideran que su reacción es un intento de censura contra la libertad de expresión y un intento de intimidar a las grandes cadenas de televisión. En contraste, los simpatizantes del expresidente sostienen que Kimmel ha utilizado su espacio para atacar de manera sistemática a los republicanos y favorecer a los demócratas, lo que cuestiona la neutralidad de un canal de señal abierta.


Impacto mediático y electoral

El regreso de Jimmy Kimmel ocurre en un momento clave, cuando Estados Unidos se prepara para unas elecciones altamente polarizadas. La tensión entre Trump y los medios refuerza la narrativa electoral del expresidente, quien ha hecho de su enfrentamiento con la prensa una de las banderas de su campaña.

Mientras tanto, Disney y ABC enfrentan el desafío de equilibrar la libertad creativa de sus talentos con el riesgo de convertirse en un actor político en medio de un país dividido. La controversia no solo afecta la imagen de la cadena, sino que también podría tener consecuencias legales y financieras si Trump concreta su amenaza de demanda.

Lo que viene

Hasta ahora, Jimmy Kimmel no ha ofrecido declaraciones públicas sobre la situación, aunque su regreso marca un nuevo capítulo en la tensa relación entre el humor político y la Casa Blanca.

La disputa entre Donald Trump y Jimmy Kimmel no se reduce a un cruce de declaraciones. Representa, en esencia, el choque entre dos esferas cada vez más entrelazadas en Estados Unidos: la política y el entretenimiento. Mientras el expresidente refuerza su narrativa de confrontación contra los medios, los canales de televisión enfrentan el dilema de hasta dónde permitir que la sátira se convierta en un actor político.

El futuro de este caso podría definirse en los tribunales, pero su impacto ya trasciende el ámbito legal: alimenta la polarización, condiciona la relación entre medios y audiencia, y evidencia cómo, en un país en plena campaña electoral, incluso la comedia puede convertirse en un frente de batalla.


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