Lo que prometía ser un día más de surf en las aguas de Florida se convirtió en una experiencia inolvidable para Darren Kaye, un surfista que fue golpeado en el rostro y el brazo por un tiburón spinner que saltó inesperadamente fuera del agua.
El insólito incidente ocurrió en New Smyrna Beach, una zona conocida mundialmente por la frecuencia de encuentros entre tiburones y bañistas. Según relató Kaye, estaba sentado sobre su tabla esperando una ola cuando, sin previo aviso, el tiburón emergió del mar y lo embistió. “Fue como si me atropellara un coche”, describió el surfista, aún sorprendido por la violencia del impacto.
Aunque el tiburón no tenía la boca abierta en el momento del choque, el golpe fue lo suficientemente fuerte para derribarlo de la tabla y dejarlo con heridas leves. Kaye logró controlar el pánico, se apartó del animal y remó hasta la orilla. Fue posteriormente trasladado a un hospital, donde se confirmó que sus lesiones no eran de gravedad.
Los tiburones spinner, implicados en este episodio de tamaño mediano, conocidos por sus saltos acrobáticos fuera del agua, donde giran sobre su eje, lo que les da su nombre “spinner” y pueden alcanzar alturas de hasta seis metros fuera del agua. Aunque pueden parecer intimidantes, rara vez atacan a humanos. De hecho, tienen un temperamento generalmente tímido y no suelen atacar a los humanos.
existen apenas 16 registros de ataques no provocados por esta especie. Habitan aguas tropicales y subtropicales, incluyendo zonas costeras de Florida. Suelen confundirse con otras especies de tiburones por su aspecto estilizado y hocico puntiagudo.
Pese al susto, Kaye no permitió que el incidente arruinara su pasión por el surf y regresó al mar durante el mismo fin de semana. “Seguiré surfeando, esto es parte de estar en el océano”, aseguró.
Para muchos surfistas y bañistas, las playas de New Smyrna Beach son un paraíso por sus olas perfectas y su ambiente soleado. Sin embargo, este idílico destino turístico ostenta un récord inquietante: es conocida como la “capital mundial de las mordeduras de tiburón.” La fama de este tramo de costa, ubicado en el condado de Volusia, se debe a la alta frecuencia de encuentros entre humanos y tiburones. Desde 1880, se han documentado más de 300 mordeduras, con un promedio anual de entre 5 y 10 incidentes, lo que supera las cifras de cualquier otra playa en el mundo.
Expertos señalan múltiples factores que hacen de New Smyrna Beach un lugar propenso a estos encuentros:
- Riqueza marina y corrientes favorables. La proximidad a Ponce Inlet genera corrientes que arrastran grandes bancos de peces pequeños, como mullet y menhaden, principales presas de tiburones como los blacktip, spinner y bull sharks. Estos peces se concentran en las mismas aguas donde los surfistas suelen practicar, aumentando las posibilidades de un contacto accidental.
- Alta actividad humana. New Smyrna Beach es un destino popular para surfistas y bañistas durante casi todo el año. La gran cantidad de personas en el agua eleva estadísticamente la probabilidad de encuentros con tiburones.
- Visibilidad reducida. El constante oleaje y las aguas turbias limitan la visibilidad, lo que contribuye a que los tiburones puedan confundir brazos o piernas en movimiento con peces, y muerdan por curiosidad antes de soltar rápidamente.
- Naturaleza de las mordeduras. La mayoría de los incidentes son mordeduras exploratorias, es decir, tiburones que prueban lo que creen que es una presa. En la gran mayoría de los casos, las heridas son menores y no se registran fatalidades.
Sin miedo al mar
A pesar de estas estadísticas, las autoridades locales insisten en que el riesgo de sufrir un ataque grave es extremadamente bajo. Muchos surfistas, incluso después de mordeduras, regresan al agua pocos días después. La atracción por las olas y el estilo de vida playero superan, para la mayoría, el temor a los tiburones.
New Smyrna Beach sigue siendo un referente del surf en la costa este de Estados Unidos y, paradójicamente, un lugar donde los humanos y los tiburones comparten el mismo territorio, recordando que el océano es hogar de todos sus habitantes.