
La actriz cubana Yerlín Pérez, radicada actualmente en Estados Unidos, vive uno de los episodios más dolorosos de su proceso migratorio: no puede viajar a Cuba para ver a su padre, enfermo de gravedad, debido a la incertidumbre legal que rodea su estatus migratorio. Aunque no existe una prohibición expresa que le impida salir del país, el riesgo de no poder regresar a territorio estadounidense ha sido determinante en su decisión.
El caso, revelado en una entrevista con el canal Familia Cubana TV junto a los actores cubanos Yasbell Rodríguez, Lieter Ledesma Y Rachel Cruz, refleja una realidad que afecta a miles de cubanos en el exilio, atrapados entre procesos legales inconclusos y emergencias familiares impostergables.
El temor de no poder regresar a Estados Unidos
Yerlín Pérez explicó que su situación no responde a una orden migratoria específica, sino a la fragilidad jurídica que enfrentan muchos migrantes que aún no cuentan con residencia permanente ni con documentos de viaje seguros. En este escenario, salir de Estados Unidos —especialmente hacia Cuba— puede significar la pérdida automática de beneficios migratorios en trámite.
“Mi papá tiene una enfermedad terminal. Yo vivo con ese miedo… el miedo de que un día no lo vuelva a ver. Es una cuestión de estatus. Yo por mi papá iría, pero con el miedo terrible de que después no me dejen salir, dijo la actriz visiblemente emocionada.
Su padre, de 72 años, se encuentra en La Habana con una enfermedad terminal, mientras que su madre, de 71, reside en Remedios, Villa Clara. La actriz reconoció que la posibilidad de reencontrarse con su padre en vida es cada vez menor, una circunstancia que evidencia el costo humano de la migración irregular o en proceso de regularización, sin embargo, su madre tiene la posibilidad de visitarla en Miami, según explica. “Mi madre quizás pueda venir. De mi papá tengo menos esperanza”, agregó Yerlín.
El impacto emocional del exilio prolongado
Durante la entrevista, Pérez describió el exilio como una experiencia marcada por la nostalgia constante y la culpa emocional. Comparó la migración con cargar una “mochila” llena de recuerdos y ausencias que no se abandona nunca, incluso cuando se logra cierta estabilidad económica o profesional. “Ahí meto todo: la gente que quiero, las calles, los olores, hasta el trapito de Coppelia. Eso pesa tanto que tengo que pisar durísimo para dejar huellas”, destacó en el podcast.
Este testimonio conecta con el de numerosos migrantes cubanos que, aun después de años fuera de la Isla, siguen condicionados por la distancia forzada con sus familiares y por la imposibilidad de ejercer decisiones básicas, como despedirse de un ser querido.
Críticas, adaptación y reconstrucción profesional
Desde su llegada a Miami, Yerlín Pérez también ha enfrentado críticas en redes sociales por desempeñar trabajos ajenos a la actuación como la cocina. La actriz ha respondido señalando que, tanto en Cuba como en el exilio, muchos artistas han debido combinar su vocación con otros oficios para sobrevivir. “Si yo llego a vivir del dinero de una novela, me muero de hambre”, señaló haciendo alusión a los salarios de los artistas en la isla.
Su experiencia refleja una constante entre migrantes cubanos profesionales, quienes deben reconstruir su identidad laboral mientras enfrentan presiones económicas, expectativas sociales y procesos migratorios prolongados.
Proyectos artísticos y vida actual en Estados Unidos
A pesar de las dificultades personales, Pérez continúa activa en el ámbito cultural. Actualmente participa en proyectos de teatro y humor en el sur de Florida y se prepara para integrar el elenco de una nueva puesta en escena de Fresa y Chocolate en Miami, una obra emblemática de la cultura cubana.
Estos proyectos forman parte de su proceso de adaptación y de su esfuerzo por mantenerse vinculada al arte mientras consolida su situación migratoria.
La actriz también expresó una posición clara respecto al sistema político cubano. Afirmó que extraña su vida, su historia y sus afectos en la Isla, pero no el modelo político bajo el cual vivió. Señaló, además, que no desea criar a su hijo en un entorno donde la libertad de expresión pueda verse limitada. “Yo extraño Cuba, pero no esa Cuba. Extraño mi vida, mi historia, no la dictadura”, aclaró.
Apartado legal: estatus migratorios que impiden viajar
Desde el punto de vista legal, existen varios estatus migratorios comunes entre cubanos en EE. UU. que limitan o desaconsejan salir del país, incluso de forma temporal. Entre los más frecuentes se encuentran:
Uno de ellos es el parole humanitario o parole discrecional, bajo el cual muchas personas ingresan a Estados Unidos sin haber sido admitidas formalmente. Quienes se encuentran bajo esta figura no cuentan con garantía de reingreso si abandonan el país sin un permiso especial, conocido como Advance Parole.
Otro grupo importante lo conforman los cubanos con asilo pendiente. Mientras el caso no haya sido aprobado, salir del país puede interpretarse como abandono de la solicitud. Además, viajar al país del cual se alega persecución —en este caso, Cuba— puede debilitar gravemente el fundamento legal del asilo.
También están quienes poseen un Formulario I-220A, documento ampliamente utilizado tras el aumento de llegadas por la frontera sur. Este estatus, que no constituye parole ni admisión legal, no autoriza viajes internacionales, y salir del país puede derivar en la pérdida del proceso migratorio o en la imposibilidad de reingreso.
Incluso personas con TPS (Estatus de Protección Temporal) o con ajustes de estatus en trámite pueden enfrentar riesgos si viajan sin autorización previa del gobierno federal.
En todos estos escenarios, los abogados de inmigración suelen coincidir en una recomendación clave: no salir de Estados Unidos sin asesoría legal y sin un permiso formal de viaje, especialmente cuando se trata de Cuba.
Cifras: una situación que afecta a miles de cubanos
El caso de Yerlín Pérez no es aislado. De acuerdo con estimaciones de organizaciones migratorias y datos oficiales, más de 600,000 cubanos han ingresado a Estados Unidos desde 2021, muchos de ellos bajo figuras migratorias temporales o ambiguas.
Se calcula que cientos de miles permanecen aún sin residencia permanente, en espera de asilo, ajuste bajo la Ley de Ajuste Cubano o decisiones judiciales vinculadas a documentos como el I-220A. Dentro de este grupo, una proporción significativa no puede viajar fuera del país sin poner en riesgo su estatus.
Organizaciones comunitarias en Florida han alertado que miles de cubanos han perdido la oportunidad de despedirse de padres, hijos o familiares cercanos debido a estas restricciones, lo que ha generado un impacto psicológico profundo y un aumento en la demanda de apoyo legal y emocional.
Una historia personal que expone un problema estructural
Más allá de su condición de figura pública, el caso de Yerlín Pérez expone una problemática estructural que afecta a una amplia parte del exilio cubano: la imposibilidad de conciliar procesos migratorios complejos con emergencias familiares urgentes.
Su historia vuelve a poner sobre la mesa una pregunta recurrente entre miles de cubanos en Estados Unidos: ¿cuánto cuesta, en términos humanos, la espera por un estatus migratorio definitivo?





