
Desde hace más de un año, la comunidad de Dayana González Gutiérrez vive en silencio. Esta cubana de 37 años, originaria del barrio San Leopoldo en Centro Habana, no ha dado señales de vida tras radicarse en la costa valenciana, y su ausencia prolongada ha prendido las alarmas en su entorno cercano.
Una desaparición que genera solidaridad
Dayana, descrita por sus allegados como sociable, dinámica y cercana, se comunicaba con frecuencia con su familia y amigas, lo cual hace más incomprensible su desaparición, según su amiga y principal promotora de difusión, La Yayu García. En redes sociales, esta última publicó: “Hace más de un año que no sé de ella y su familia tampoco, ella jamás en la vida ha estado tanto tiempo sin comunicarse”.
La denuncia fue presentada por otra amiga, Vne Rm, ante la Policía en Valencia hace ya un año, sin que se conozcan avances oficiales sobre su paradero. Mientras tanto, familiares, amistades y miembros de la diáspora cubana siguen compartiendo su imagen con la esperanza de generar pistas y mantener el caso vivo.
«Vamos a seguir compartiendo las foticos de Dayana para ver si damos con ella. Muchas gracias a todos por su apoyo. He escrito a algunos medios en redes sociales para que se difunda más rápido la noticia», agregó su amiga en otro mensaje.
A través de un video compartido en Facebook, García recordó que su relación con Dayana se remonta a la época en que coincidieron en la secundaria de Centro Habana. Según relató su amiga, Dayana se caracteriza por ser una joven sociable, enérgica y de trato cordial, que cultivaba relaciones cercanas con su entorno. Por ello, su prolongada ausencia y el silencio que la acompaña resultan difíciles de explicar.
Según subrayó, la desaparición de la joven no puede interpretarse como una decisión tomada por voluntad propia. «Todos los que la conocemos sabemos que por su propia voluntad ella no iba a estar un año y tanto desaparecida sin hablar con nadie. Ella no es de ese tipo de personas. Algo tiene que estar pasando», explicó.
Otro aspecto que ha generado inquietud es un comentario dejado en una de las publicaciones de búsqueda, donde se afirma que lo último que se conocía de Dayana era que sostenía una relación sentimental con un hombre de origen árabe, aunque esa versión no está confirmada todavía.
Una tragedia individual en medio de una crisis colectiva
El caso de Dayana surge en medio de una crisis migratoria que cobra vidas diariamente en las rutas hacia España. Según la ONG Caminando Fronteras, 10.457 personas murieron o desaparecieron intentando llegar al país en 2024, lo que representa un aumento del 58% respecto a 2023. La mayoría de estas víctimas transitaban por la peligrosa ruta atlántica hacia Canarias.
En lo que va de 2025, la situación sigue siendo crítica. Alrededor de 300 migrantes han muerto o desaparecido en su intento de llegar a Baleares, según datos recientes de la misma ONG, que denuncia que la escasa respuesta frente a alertas activadas por familiares y organizaciones convierte esa ruta en una de las más mortíferas.
Estas cifras no solo representan tragedias colectivas, sino desenlaces individuales que afectan profundamente a familias enteras, como en el caso de Dayana. La falta de políticas de rescate eficientes y rutas seguras sigue costando vidas humanas y generando incertidumbre entre quienes están en movimiento o esperanzados por noticias de sus seres queridos.
El poder (y los límites) de las redes sociales
Frente al silencio institucional, muchas familias recurren a redes sociales como único canal para denunciar y visibilizar desapariciones. En Cuba, donde no existe un sistema institucional sólido para reportar casos de personas ausentes, este recurso se hace aún más esencial. Dayana no es la primera cubana que, lejos de su tierra, enfrenta el vacío informativo y depende de la solidaridad virtual para ser buscada.
Un llamado urgente para no olvidar
Este escenario combina dos realidades desgarradoras: el drama individual de la desaparición de Dayana y la emergencia humanitaria que enfrentan miles de migrantes. Ante ello, su entorno lanza un mensaje claro: «Mi gente de Valencia, por favor, ilumínenme, ayúdenme y denme todo su apoyo. Entre todas las publicaciones, espero que se alce la voz y podamos dar con el paradero de ella y que aparezca sana y salva».
Este tipo de casos recuerda la necesidad urgente de estructuras oficiales para atención y búsqueda de personas desaparecidas, así como políticas migratorias que reduzcan la mortalidad en las fronteras, generen vías seguras y fortalezcan los mecanismos de rastreo y rescate. Mientras esas respuestas no llegan, el poder de la comunidad y la difusión sigue siendo un recurso vital —aunque insuficiente— para mantener viva la esperanza.