El cierre parcial del gobierno federal de Estados Unidos, provocado por un nuevo estancamiento presupuestario en el Congreso, pone en riesgo la entrega de los beneficios del programa de asistencia alimentaria SNAP, conocido popularmente como “food stamps”.
El USDA advierte que los fondos se agotan
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), encargado de administrar el programa, advirtió que los fondos disponibles solo alcanzan para las próximas dos semanas. Si el Congreso no aprueba un nuevo presupuesto antes de noviembre, los pagos podrían suspenderse, dejando a millones de beneficiarios sin ayuda para comprar alimentos básicos.
“Lo que estamos escuchando es que el gobierno federal ha indicado a los estados que no distribuyan los beneficios de noviembre hasta nuevo aviso”, dijo la directora del Florida Policy Institute (FPI), Holly Bullard.
En Florida, la situación podría tener un impacto severo: el estado recibe más de 7.000 millones de dólares anuales a través del SNAP, un programa que beneficia a aproximadamente tres millones de residentes, muchos de ellos familias con niños, personas mayores y trabajadores de bajos ingresos.
“Estamos a punto de quedarnos sin dinero. Millones de familias vulnerables, de familias con hambre, podrían quedarse sin acceso a estos programas por culpa del cierre”, afirmó Brooke Rollins, secretaria de Agricultura.
Consecuencias económicas y sociales
Más allá del SNAP, el cierre también amenaza con interrumpir otros programas críticos, como el WIC (Women, Infants and Children), que provee alimentos y leche materna a madres de bajos recursos; y el HUD, encargado de la asistencia de vivienda.
Los economistas advierten que, si el cierre se prolonga, podría desatar un efecto dominó en la economía local y nacional: los comercios que aceptan cupones SNAP —supermercados, mercados comunitarios y cadenas de alimentos— verían caer sus ventas, afectando el empleo en sectores de bajos ingresos.
En ciudades como Miami, Orlando y Tampa, donde la inflación ha encarecido los productos básicos, el impacto social podría ser devastador. “Ya la gente vive al límite. Un mes sin food stamps puede ser la diferencia entre comer o no comer”, advirtió una trabajadora social en Hialeah.
Un cierre con precedentes preocupantes
Este nuevo cierre gubernamental podría convertirse en el más largo de la historia de Estados Unidos, superando el de 2018-2019, cuando miles de empleados federales trabajaron sin sueldo durante más de un mes.
En aquel entonces, los fondos del SNAP también estuvieron en riesgo, aunque el Congreso logró liberar recursos de emergencia. Esta vez, sin embargo, los analistas temen que la división política y el contexto electoral hagan más difícil alcanzar un acuerdo rápido.
Reacciones y llamados a la acción
Los demócratas reprochan a la administración de Donald Trump haber puesto por delante el gasto militar y las políticas migratorias en detrimento de los programas de ayuda social. Desde la Casa Blanca, en cambio, se culpa a la oposición de “bloquear” la aprobación de los recursos necesarios para mantener en marcha las principales áreas de asistencia pública.
La secretaria Rollins atribuyó el estancamiento presupuestario a los legisladores demócratas, pero dirigentes locales del Partido Demócrata replicaron que los recortes al programa SNAP provienen en realidad de la “Big Beautiful Bill Act”, aprobada el pasado 4 de julio. Esa ley, señalaron, desvió una parte considerable de los fondos destinados a programas sociales para reforzar la seguridad fronteriza y financiar las deportaciones.
Organizaciones como Feeding America, No Kid Hungry y United Way han comenzado a coordinar redes de distribución de alimentos en previsión de un corte en los beneficios federales. Sin embargo, expertos señalan que ninguna entidad privada tiene la capacidad de sustituir el alcance del SNAP, que asiste mensualmente a millones de familias en los 50 estados.
“Si no se logra un acuerdo en las próximas dos semanas, estaremos ante una emergencia humanitaria dentro del propio Estados Unidos”, advirtió un portavoz de Feeding America. Mientras tanto, el Departamento del Tesoro estima que un cierre prolongado costaría al país más de 1.000 millones de dólares por semana en productividad perdida y retrasos administrativos.
El Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria representa un pilar esencial para millones de familias en Estados Unidos, al ofrecer apoyo alimentario a cerca de uno de cada ocho habitantes del país. En Florida, su impacto es aún más visible: canaliza más de 7.000 millones de dólares anuales y contribuye a que cerca de tres millones de personas puedan acceder a una alimentación básica y estable.
Inquietud en Florida
En el sur de Florida, donde la inseguridad alimentaria afecta a miles de hogares, los centros comunitarios se preparan para un aumento en la demanda de ayuda. “Muchos de nuestros beneficiarios dependen completamente del SNAP. Si se corta, no tendremos suficiente comida para todos”, declaró la directora del banco de alimentos de Miami.
El alcalde de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, instó al Congreso a aprobar una resolución temporal que permita mantener los programas sociales activos mientras continúa el debate presupuestario. “Nuestra comunidad no puede pagar el precio de la parálisis política en Washington”, dijo en un comunicado.
Un diciembre incierto
Con la posibilidad de que los beneficios de noviembre no se distribuyan, y sin un acuerdo a la vista, millones de estadounidenses podrían llegar a diciembre sin asistencia alimentaria. El SNAP, creado en 1964 durante la presidencia de Lyndon B. Johnson, ha sido considerado históricamente una de las herramientas más efectivas para reducir la pobreza. Su suspensión temporal pondría a prueba la capacidad del país para sostener su propio tejido social en tiempos de crisis política.