Observatorio Cubano de DDHH advierte que el 89% de los cubanos vive en extrema pobreza mientras el régimen mantiene una postura conformista

El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) publicó su Octavo Estudio sobre el Estado de los Derechos Sociales en Cuba, revelando que el 89% de la población vive en condiciones de pobreza extrema. El informe, basado en entrevistas realizadas en 70 municipios del país, describe una nación atrapada entre la escasez, los apagones y el éxodo migratorio, cuestionando directamente el discurso oficial sobre las supuestas garantías sociales del modelo cubano.

Una cifra que refleja una crisis sin precedentes

La ONG fijó el umbral de pobreza extrema en unos 171 dólares mensuales para un hogar de tres personas, lo que equivale a menos de 1,90 dólares diarios por persona, en línea con parámetros internacionales del Banco Mundial. Bajo este cálculo, la mayoría de los cubanos vive muy por debajo de lo necesario para cubrir alimentación, medicinas y servicios básicos.


“Los apagones, la crisis alimentaria, el costo de la vida (inflación), los bajos salarios y la ineficaz salud pública golpean a millones de cubanos”, resalta el observatorio. El dato se presenta en un momento en que el gobierno insiste en culpar al embargo estadounidense por las carencias. Sin embargo, el estudio subraya que solo un 3% de los encuestados mencionó el embargo como su principal preocupación, lo que contrasta con el peso que el tema tiene en la narrativa oficial.

Apagones y hambre: las preocupaciones más urgentes

Por primera vez en estos estudios, los apagones prolongados encabezaron la lista de inquietudes de la población (72%), apenas por encima de la crisis alimentaria (71%), inflación y costo de vida (61%), bajos salarios (45%) y la crisis en el sistema de salud pública (42%).

El panorama laboral en la isla refleja una profunda precariedad: solo poco más de una cuarta parte de los cubanos trabaja de manera estable, mientras que el desempleo ronda el 12%. Sin embargo, la realidad podría ser aún más crítica, ya que el cálculo no toma en cuenta a quienes dependen de oficios informales o de trabajos no pagados.

Los indicadores sociales en Cuba dibujan un panorama crítico. Un 15% de las viviendas se encuentra en riesgo de derrumbe y más de la mitad requiere reparaciones inmediatas. La crisis del agua potable agrava la situación: solo el 15% de los hogares recibe el servicio de manera constante, mientras que el 40% lo obtiene apenas entre cuatro y seis días por semana. A esto se suma la escasez de medicamentos, pues apenas un 3% de la población logra adquirirlos en las farmacias estatales.

La desaprobación al régimen cubano se acentúa en las nuevas generaciones. Mientras un 92% de la población reprueba la gestión económica y social del gobierno, entre los jóvenes de 18 a 30 años la desconfianza es prácticamente absoluta: solo un 3,39% expresa una visión favorable.


En cambio, factores que el gobierno presenta como logros, como el papel de las MiPymes o la “resistencia” frente a las sanciones externas, apenas fueron mencionados por los entrevistados.

Una sociedad empujada al éxodo

El estudio arroja otro dato revelador: el 78% de los encuestados desea emigrar o conoce a alguien que planea hacerlo. Estados Unidos sigue siendo el destino preferido (30%), aunque un 34% expresó que se marcharía a “cualquier lugar donde pueda salir”. La tendencia es aún más marcada entre los jóvenes, lo que anticipa un vaciamiento generacional con consecuencias para el futuro del país.

El rostro humano de la crisis

La pobreza extrema no solo se traduce en estadísticas. Según el OCDH, siete de cada diez cubanos reconocen haber dejado de comer en algún momento por falta de alimentos, y la situación es particularmente grave entre los ancianos, muchos de los cuales dependen de pensiones que no superan los 20 dólares mensuales al cambio real.

“Estamos viendo a una población atrapada entre el hambre, los apagones y la desesperanza. El éxodo es una válvula de escape, pero también un síntoma de una nación que se vacía”, señaló el OCDH en su presentación.

Un desafío para el régimen y la comunidad internacional

El informe plantea un reto político y social de gran magnitud. Dentro de Cuba, refuerza la deslegitimación del gobierno, mientras que en el exterior interpela a la comunidad internacional sobre cómo apoyar a una población cada vez más empobrecida.

Analistas advierten que la situación actual se asemeja a episodios críticos como el Período Especial de los años 90, pero con un agravante: la falta de confianza de la población en que el sistema pueda ofrecer soluciones. Además, la masiva emigración hacia EE.UU., México y países de la región está generando presiones migratorias sin precedentes en el continente.

Una encuesta representativa y rigurosa

El estudio se realizó entre el 8 de junio y el 11 de julio de 2025 con 1.344 entrevistas en 70 municipios, con un margen de error de ±2,73% y un nivel de confianza del 95,45%. Los datos, según la ONG, reflejan una muestra representativa de la población adulta cubana, con equilibrio en variables de sexo, edad y raza.

Contexto regional e histórico

  • Comparación regional: mientras países latinoamericanos como República Dominicana o Panamá han reducido sus tasas de pobreza extrema a menos del 10%, Cuba se ubica en el extremo opuesto.
  • Éxodo migratorio: en los últimos tres años, más de 500.000 cubanos han llegado a EE.UU. de forma irregular, la mayor ola migratoria desde 1959.
  • Retroceso histórico: expertos apuntan que, a diferencia de los años 60 y 70 —cuando el gobierno exhibía avances en salud y educación—, hoy la población enfrenta un deterioro estructural de esos mismos servicios.

El informe del OCDH confirma lo que muchos cubanos viven día a día: un país marcado por la pobreza, los apagones y la falta de esperanza. Con casi nueve de cada diez ciudadanos en situación de pobreza extrema y más de tres cuartas partes soñando con emigrar, el futuro de Cuba se presenta como uno de los mayores desafíos sociales y políticos de la región.

El informe del OCDH cobra aún más dramatismo en medio del apagón general que afecta a toda Cuba desde este martes 10 de septiembre tras el colapso del sistema eléctrico nacional. Millones de hogares quedaron sin electricidad, confirmando en la práctica lo que ya reflejan las encuestas: los apagones son la principal preocupación de los cubanos y un detonante de malestar social.

La falta de luz no solo interrumpe la vida cotidiana; paraliza hospitales, afecta el suministro de agua potable, deteriora la conservación de alimentos y obliga a las familias a enfrentar largas horas en la oscuridad y el calor. Para muchos, el apagón masivo es el símbolo más tangible del colapso económico y social que atraviesa el país.

En este contexto, la pobreza extrema descrita por el OCDH deja de ser una cifra abstracta y se convierte en una experiencia palpable: hogares sin electricidad, sin comida suficiente y sin perspectivas de mejora.

Mientras tanto, la intención de emigrar se multiplica, y la población percibe cada vez con mayor claridad que el país avanza hacia un punto de no retorno, donde la crisis eléctrica, la inseguridad alimentaria y la precariedad generalizada se funden en una sola realidad: la de un país que sobrevive en penumbras.


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