
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos emitieron una alerta de viaje de nivel 2 dirigida a los ciudadanos estadounidenses que planeen visitar Cuba, debido a la expansión acelerada del chikungunya en la isla. La recomendación no suspende los viajes, pero insta a extremar precauciones en un momento en que el país atraviesa una situación epidemiológica compleja y un sistema de salud cada vez más debilitado.
La advertencia se extiende también a Bangladesh, Sri Lanka y la provincia china de Guangdong, aunque los especialistas coinciden en que el caso cubano reviste particular atención por la velocidad del brote y la vulnerabilidad sanitaria existente.
Un brote en expansión y un sistema sanitario bajo presión
Cuba enfrenta lo que expertos describen como su primera gran epidemia de chikungunya, una enfermedad viral transmitida por mosquitos que ha mostrado un crecimiento sostenido en diversas provincias. Las condiciones ambientales y sociales han favorecido la propagación del mosquito Aedes aegypti, vector que también transmite dengue, zika, oropouche y fiebre amarilla.
La falta de insecticidas, la disminución de las campañas de fumigación, la acumulación de basura en avenidas y solares, y el almacenamiento de agua en depósitos sin protección debido a periodos prolongados de escasez han creado un escenario ideal para la reproducción del mosquito.
El sistema sanitario cubano, caracterizado en los últimos años por la falta de recursos básicos, enfrenta serias limitaciones para controlar el brote. La escasez de medicamentos esenciales, la pérdida de personal sanitario especializado producto de la migración y el deterioro en la infraestructura hospitalaria agravan la capacidad de respuesta ante una enfermedad que puede presentar complicaciones duraderas.
Las autoridades han reconocido las dificultades, aunque no han ofrecido cifras detalladas sobre la magnitud real del brote, lo que incrementa la incertidumbre tanto entre residentes como entre viajeros.
La doctora María Eugenia Toledo Romaní, investigadora del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), admitió recientemente que Cuba enfrenta por primera vez una epidemia de chikungunya de gran magnitud, un escenario inédito en la historia sanitaria del país. “No se puede determinar cuándo terminará la ola epidémica”, dijo la experta en una transmisión de la televisión cubana.
De acuerdo con las cifras divulgadas por las autoridades, en lo que va de 2025 se han registrado 33 fallecimientos asociados a enfermedades transmitidas por mosquitos, y 21 de esas muertes están directamente vinculadas al chikungunya.
Sin embargo, organizaciones independientes —entre ellas el Observatorio Cubano de Conflictos (OCC)— sostienen que el impacto real es mucho mayor. Según sus reportes, el número de fallecidos ascendería a 87, con incidentes y afectaciones documentadas en múltiples provincias del país.
Una enfermedad que deja secuelas prolongadas
Por lo general, los primeros malestares emergen entre tres y siete días después de la picadura de un mosquito portador del virus, casi siempre perteneciente a las especies Aedes aegypti o Aedes albopictus. Para la mayoría de los afectados, la recuperación llega en cuestión de una semana, pero en los casos más complicados el dolor en las articulaciones puede mantenerse como una sombra persistente, extendiéndose durante meses e incluso, en algunas personas, por años.
El chikungunya provoca fiebre alta, dolores articulares intensos, inflamación, sarpullido y fatiga extrema. Aunque la mayoría de las personas se recupera en una o dos semanas, los dolores articulares pueden mantenerse durante meses o incluso años en casos severos.
Los CDC advierten especialmente a adultos mayores, embarazadas y personas con enfermedades crónicas, ya que estos grupos enfrentan mayor riesgo de complicaciones.
El flujo constante de viajeros entre Cuba y ciudades estadounidenses, especialmente Miami, también incrementa la preocupación de que se produzcan infecciones importadas capaces de desencadenar eventos de transmisión local, algo ya observado en Florida en temporadas previas con el dengue.
La Organización Mundial de la Salud ha alertado que, en determinados casos, la enfermedad puede agravarse hasta el punto de requerir hospitalización, debido al riesgo de fallos orgánicos e incluso de muerte. Entre enero y septiembre de 2025, el organismo internacional registró alrededor de 445,000 contagios sospechosos y confirmados de chikungunya en todo el planeta, además de 155 fallecimientos vinculados a la enfermedad.
Qué deben hacer los viajeros, según los CDC
Los CDC recomiendan a quienes viajen a Cuba que utilicen repelente de insectos de forma frecuente, que vistieran ropa protectora que cubra brazos y piernas, que se alojen en espacios con aire acondicionado o protegidos con mosquiteros y que eviten zonas con agua estancada o condiciones ambientales precarias.
Además, aconsejan que los viajeros consulten fuentes oficiales antes de su viaje, monitoreen su estado de salud a su regreso y busquen atención médica inmediata si presentan fiebre, dolores articulares o sarpullido. Aunque existe una vacuna autorizada recientemente en Estados Unidos, su disponibilidad todavía es limitada y no forma parte de las recomendaciones estándar para viajeros.
Una región bajo creciente presión epidemiológica
El brote en Cuba se enmarca en una tendencia regional en la que el Caribe Centroamérica y el sudeste asiático experimentan un aumento significativo de enfermedades transmitidas por mosquitos. Cambios climáticos que prolongan las temporadas de lluvias y elevan las temperaturas, junto con un crecimiento urbano desordenado, han favorecido la expansión del Aedes aegypti.
Países como República Dominicana, Jamaica y Puerto Rico han registrado incrementos similares, aunque especialistas sostienen que Cuba afronta una vulnerabilidad adicional debido al deterioro acumulado de su infraestructura sanitaria, a las dificultades para adquirir insumos médicos y a la limitada publicación de datos epidemiológicos.
Este contexto tiene repercusiones económicas importantes. Las alertas sanitarias emitidas por Estados Unidos suelen impactar directamente en las reservas hoteleras, los vuelos comerciales y la llegada de cruceros. En un país que depende fuertemente del turismo, la percepción internacional sobre riesgos epidemiológicos puede profundizar la crisis financiera que ya atraviesa la isla.
Antecedentes históricos de enfermedades transmitidas por mosquitos en Cuba
Las enfermedades transmitidas por mosquitos han marcado la historia sanitaria de Cuba desde el siglo XIX. La fiebre amarilla fue uno de los flagelos más temidos durante la época colonial, hasta que los experimentos de Carlos J. Finlay y la campaña sanitaria liderada por el general estadounidense William Gorgas a inicios del siglo XX lograron controlar la enfermedad y posicionar a la isla como un referente en el estudio de vectores.
Durante las décadas de 1980 y 1990, Cuba enfrentó grandes epidemias de dengue, incluyendo el recordado brote hemorrágico de 1981 que causó cientos de muertes y llevó al país a implementar amplios programas de control del mosquito.
Aunque durante años el sistema logró contener con relativa eficacia la propagación del Aedes aegypti, la crisis económica sostenida, la falta de recursos y la migración del personal sanitario han debilitado ese histórico control vectorial.
En los últimos diez años, Cuba ha registrado múltiples repuntes de dengue y zika, coincidiendo con el deterioro de la infraestructura urbana, la escasez de fumigadores y la reducción de brigadas de vigilancia epidemiológica.
El actual brote de chikungunya se considera la consecuencia más reciente de esta combinación de factores estructurales y climáticos que han erosionado la capacidad del país para enfrentar enfermedades transmitidas por mosquitos.
Canadá, por su parte, incluyó recientemente a Cuba en su lista de destinos con circulación activa de arbovirosis, instando a los turistas a consultar a un médico antes de viajar y a vigilar cualquier síntoma tras su regreso.
Incluso en la Unión Europea, agencias de salud pública han comenzado a monitorear con mayor atención los movimientos de viajeros procedentes de la isla, advirtiendo que los retornos de temporada invernal podrían facilitar la introducción del virus en regiones donde existe presencia del mosquito vector. Estas alertas no solo reflejan la magnitud del brote cubano, sino también la creciente preocupación internacional por el repunte global de enfermedades transmitidas por mosquitos.
Un llamado a la cautela, no a la alarma
El CDC subraya que viajar a Cuba sigue siendo posible, pero requiere mayor responsabilidad sanitaria. El brote continúa expandiéndose en un escenario donde la infraestructura médica presenta limitaciones severas, y donde la prevención individual se convierte en la medida más efectiva para evitar contagios.
Para los viajeros estadounidenses, especialmente aquellos con condiciones médicas vulnerables, la recomendación es clara: informarse, protegerse y actuar con prontitud ante cualquier síntoma.





