Miami rompe su mito: ocupa el segundo puesto entre las mejores ciudades de EE.UU para vivir sin carro

Miami, símbolo del automóvil y de las largas horas en el tráfico, acaba de romper un estereotipo histórico: fue reconocida como la segunda mejor ciudad de Estados Unidos para vivir sin carro, solo detrás de Minneapolis (Minnesota), según el nuevo informe de StorageCafe que analizó más de 180 áreas metropolitanas bajo el índice Car-Free Friendliness.

Este ranking, que combina indicadores de movilidad peatonal, ciclista y transporte público, junto con tiempos de traslado, seguridad vial y acceso a empleo y servicios, coloca a Miami en una posición inesperada dentro del mapa urbano nacional.


El estudio refleja que la ciudad ha logrado avances significativos en los últimos años gracias a políticas locales orientadas a la reducción de la dependencia del vehículo privado, la densificación de vecindarios y la creación de nuevos espacios públicos que fomentan un estilo de vida más activo.

Una metamorfosis urbana en marcha

Miami no siempre fue un ejemplo de urbanismo sostenible. Durante décadas, su desarrollo estuvo marcado por la expansión suburbana y la planificación orientada al automóvil. Sin embargo, iniciativas recientes impulsadas por el condado de Miami-Dade y la ciudad buscan revertir esa tendencia.

Entre los proyectos más emblemáticos figuran:

  • El Underline, un parque lineal bajo las vías del Metrorail que conecta Brickell con Dadeland, diseñado para peatones y ciclistas.
  • El plan SMART de Miami-Dade Transit, que incluye corredores de Bus Rapid Transit (BRT) y la modernización del Metrorail.
  • La expansión del Metromover, con propuestas para extenderlo hacia Wynwood, Midtown y Little Haiti.
  • Carriles ciclistas protegidos en Downtown y Coral Gables, junto a nuevas regulaciones de velocidad en calles residenciales.

Estas transformaciones han permitido que más residentes opten por dejar el auto en casa: según el estudio, uno de cada diez miamenses ya realiza sus desplazamientos cotidianos a pie o en transporte público, una cifra que crece en vecindarios como Brickell, Edgewater, Coconut Grove y Coral Way.

Impacto económico y social

El auge del movimiento “car-optional” en Miami no solo responde a razones ambientales o de planificación urbana, sino también a un cambio generacional y económico. Los jóvenes profesionales y familias que buscan reducir costos de transporte y vivir cerca de sus lugares de trabajo impulsan la demanda de vivienda en zonas conectadas.


De acuerdo con StorageCafe, los barrios con buena “walkability” y acceso a transporte público tienden a registrar mayores incrementos de valor inmobiliario y una diversificación comercial más rápida. Tiendas, cafés, coworkings y negocios locales florecen en áreas donde hay tránsito peatonal constante.

Además, vivir sin carro se traduce en un ahorro promedio de hasta $8,000 anuales en combustible, mantenimiento y seguros, según estimaciones de la AAA, lo que también alivia el presupuesto familiar en un contexto de inflación persistente en Florida.

Los desafíos: cultura automovilística y desigualdad territorial

Aun con los avances, Miami enfrenta una paradoja estructural: mientras la ciudad central avanza hacia la movilidad sostenible, muchas comunidades del condado —como Kendall, Homestead o Hialeah— siguen sin alternativas de transporte público eficientes.

La falta de conectividad interurbana y el diseño urbano disperso hacen que gran parte de la población dependa todavía del automóvil.
A esto se suman factores culturales profundamente arraigados: el auto sigue siendo un símbolo de estatus y libertad personal, especialmente en comunidades inmigrantes que asocian la propiedad de un vehículo con el progreso económico.

Expertos en planificación urbana advierten que la transición de Miami hacia un modelo más “car-optional” requerirá cambios sostenidos en políticas de zonificación, vivienda asequible y seguridad vial, además de una mejor coordinación regional entre los municipios del sur de Florida.

Una visión de futuro para el sur de Florida

El reconocimiento de Miami como la segunda ciudad más apta para vivir sin carro en Estados Unidos marca un punto de inflexión.
En una región que enfrenta desafíos crecientes por el cambio climático, las emisiones de carbono y la vulnerabilidad costera, la apuesta por la movilidad sostenible no es solo una cuestión de comodidad urbana, sino de supervivencia ambiental y económica.

Si las inversiones en transporte público, infraestructura peatonal y vivienda densa continúan, Miami podría convertirse en un modelo para otras metrópolis del sur de EE.UU., demostrando que incluso una ciudad construida para los autos puede reinventarse para las personas.

Minneapolis, un modelo de ciudad para bicicletas y peatones

La única ciudad que superó a Miami fue Minneapolis gracias a su extensa red de carriles para bicicletas, políticas activas de reducción de velocidad y diseño urbano orientado al peatón.

El plan municipal de movilidad prioriza los desplazamientos a pie o en dos ruedas, complementado con un sistema de transporte público eficiente. Minneapolis también ha eliminado requisitos mínimos de estacionamiento en nuevos desarrollos, fomentando viviendas más accesibles y menos dependientes del coche.

Pittsburgh, una ciudad compacta que prioriza la cercanía

El tercer lugar lo ocupa Pittsburgh (Pensilvania), destacada por su estructura compacta y la facilidad para acceder a tiendas, escuelas y lugares de trabajo sin largas distancias. El sistema de autobuses y tranvías, sumado a un crecimiento controlado de la vivienda, permite un equilibrio entre accesibilidad y costos habitacionales.

La revitalización de antiguos barrios industriales ha creado nuevos polos residenciales conectados y caminables, lo que la convierte en un referente de reconversión urbana sostenible.


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