Entre lágrimas y abrazos, Yisel Miguel Sarduy volvió a encontrarse con su esposo, Deivy Alemán Oropesa, en Cuba, después de más de un mes separados. En sus brazos llevaba a su hija de dos años, una niña estadounidense con una grave cardiopatía congénita, que apenas pudo contener la emoción al volver a ver a su padre.
En su perfil de Facebook Yisel colgó una foto del momento tan esperado en su perfil de Facebook en la que reconoció que el tiempo fue corto pero cargado de emoción y añoranza. “Papá, no te vayas más”, fue lo primero que la pequeña murmuró, según relató su madre. Detrás de esa frase hay una historia marcada por la distancia, el miedo y la lucha de una familia dividida por las leyes migratorias de Estados Unidos.
Un viaje posible gracias a la solidaridad
En una entrevista que concedió a Javier Díaz la cubana comentó cómo fue su experiencia en la isla e hizo referencia a la difícil situación por la que atraviesa su familia. “Fueron momentos únicos. También muy preocupantes por la situación que está viviendo el país. Nosotros cuidamos mucho a la niña, yo llevé todas las cosas necesarias para su protección”, explicó al reportero de Univisión.
Las imágenes difundidas por la propia mujer en redes sociales revelaron el lado más humano del reencuentro familiar: abrazos, juegos y miradas entre padre e hija que habían quedado suspendidos durante semanas. Las instantáneas, captadas durante su estancia en la isla, mostraron también la cotidianidad recuperada, esos gestos sencillos que la distancia había interrumpido.
Yisel logró viajar a Cuba gracias a la solidaridad de una agencia de viajes que, conmovida por su historia, le regaló los boletos. El objetivo era claro: reunir a su hija con su padre, un cubano que tuvo que autodeportarse voluntariamente tras recibir un ultimátum del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Deivy debía entregarse a detención o abandonar el país antes del 14 de septiembre. Temiendo ser separado por meses o años de su esposa y de su hija enferma, eligió salir del país por su cuenta. “Me dieron a elegir entre la cárcel o el exilio, y elegí irme con el corazón partido”, explicó desde la isla.
El reencuentro fue tan emotivo como doloroso. La familia había vivido semanas de incertidumbre, mientras la salud de la niña se deterioraba por la ansiedad y la falta de contacto con su padre. “Es bien duro, fue bien duro ver cómo está. Ha sido un proceso bien duro para él. Sin palabras. Estamos realmente sin palabras, rezando solamente por un milagro que nos ayude a que él pueda regresar a este país y podamos con el cuidado de nuestra hija, que es lo más importante para nosotros”, lamentó la ciudadana estadounidense.
Yisel no dejó pasar por alto lo que está viviendo su hija después que su padre regresara al país donde no desea estar. “La estabilidad y la salud de ella es lo fundamental. En esa próxima cirugía, que se espera que sea el próximo año, él pueda estar acá con nosotros apoyándola y estando con ella como ha estado en las otras cirugías”, manifestó a Univisión.
La historia de un padre que no tenía antecedentes
Alemán, residente en el sur de la Florida, trabajaba como conductor de Uber y no tenía antecedentes penales. Su familia contaba con una petición de reunificación familiar (I-130) aprobada, pero el proceso no avanzaba. Aun así, el ICE le exigió presentarse para detención, sin tomar en cuenta los factores humanitarios: la condición médica de su hija y su historial limpio.
“Solo quería seguir trabajando y cuidar a mi hija. No soy un criminal, soy un padre que quiso hacer las cosas bien”, afirmó el cubano, ahora varado en Cuba mientras su esposa busca asistencia legal para revertir la decisión.
Una familia atrapada entre dos sistemas
Tras el viaje, Yisel y la niña permanecen momentáneamente en Cuba, a la espera de poder regresar a Estados Unidos. La menor deberá someterse próximamente a una tercera cirugía a corazón abierto, un procedimiento disponible únicamente en hospitales estadounidenses.
Aunque la familia ha recibido muestras de apoyo, su futuro sigue siendo incierto. “Gracias a Dios todo fue bien. Estamos de regreso, sin ningún tipo de problemas. Agradecer a todas las personas que siguen apoyándonos, que siguen preocupados, que siguen pendientes de cada publicación que yo hago. Muchas gracias, de verdad, en nombre de mi esposo y mío”, expresó la madre.
El trasfondo migratorio: la autodeportación como último recurso
El caso de Alemán no es aislado. Cada año, cientos de inmigrantes —muchos de ellos cubanos— optan por la salida voluntaria para evitar una deportación forzada y la detención prolongada. Según cifras del Department of Homeland Security (DHS), más de 67 000 cubanos han enfrentado procesos similares entre 2023 y 2025.
Los expertos en inmigración advierten que el ICE tiene discreción humanitaria para suspender expulsiones en casos médicos o familiares, pero esa política se aplica con irregularidad. En muchos casos, las autoridades no consideran las circunstancias médicas o el bienestar infantil.
La abogada Rosaly Chaviano, quien representa el caso, explicó que Deivy se encontraba bajo supervisión migratoria mediante el formulario I-220B y que, en el contexto actual, las autoridades prácticamente han dejado de considerar los factores humanitarios.
Según detalló, las opciones eran limitadas: aceptar una salida voluntaria del país o permanecer detenido indefinidamente en un centro de ICE. La elección de regresar fue profundamente dolorosa, pero tomada con plena conciencia de las consecuencias.
Un llamado a la empatía y la reunificación
Mientras tanto, la familia Alemán Miguel se aferra a la esperanza. Yisel continúa documentando su caso en redes sociales, donde miles de usuarios expresaron apoyo y pidieron una revisión humanitaria.
“Le prometí a mi hija que su papá volverá a casa. No sé cuándo, pero ese día llegará”, escribió Yisel en un mensaje que acompañó con una foto del reencuentro familiar en el aeropuerto de La Habana. La imagen, difundida ampliamente en Facebook y TikTok, se ha convertido en símbolo del costo emocional que enfrentan muchas familias migrantes.
Amigos y familiares han impulsado una petición en Change.org con el objetivo de solicitar clemencia y atraer atención pública sobre el caso. Sin embargo, el tiempo juega en contra: la niña necesita una intervención médica en los próximos meses, y la presencia del padre resulta esencial tanto para su estabilidad emocional como para su recuperación física.