
Una joven cubana recién deportada desde Estados Unidos compartió un extenso testimonio en redes sociales sobre cómo fue su llegada al Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana, describiendo un ambiente marcado por una fuerte presencia policial, cámaras de seguridad y protocolos estrictos para quienes regresan por vía de repatriación.
Su relato se suma a un creciente número de testimonios que evidencian el impacto emocional, social y económico que supone volver a la isla tras meses —e incluso años— intentando permanecer legalmente en territorio estadounidense.
Un aterrizaje rodeado de policías, ambulancias y cámaras
El vuelo procedente de Estados Unidos aterrizó en la Terminal 1 bajo condiciones de lluvia, lo que retrasó la salida de los pasajeros. Según contó la joven, identificada en TikTok como @aleagaastry0, lo primero que llamó su atención fue la cantidad de vehículos oficiales alrededor del avión: patrullas, ambulancias y personal de seguridad con cámaras.
“Nos quedamos impresionados porque había muchos carros de policía, ambulancias y cámaras esperando para grabar. Nos pusimos muy nerviosos”, expresó. “Nos juntaron en un bus y nos llevaron hasta la terminal. Luego comenzó el proceso”, agregó la joven.
Este nivel de vigilancia no es nuevo en Cuba: en los últimos años, el gobierno ha reforzado los controles en puntos fronterizos y ha destinado más personal a recibir vuelos de deportación, especialmente desde EE. UU. y países de Centroamérica.
Un procedimiento rígido pero rápido: llamados por nombre y traslado en buses
Tras varios minutos dentro del avión, funcionarios comenzaron a llamar a los repatriados por su nombre. Desde ahí fueron conducidos a un autobús que los trasladó hacia los controles de migración y aduana. El proceso siguió un protocolo diferenciado del que enfrentan los viajeros regulares.
No obstante, la joven asegura que “todo fue como un viaje normal” debido a que no tenía antecedentes penales, multas ni deudas con las autoridades cubanas. El procedimiento incluyó entrevistas personalizadas conducidas por dos funcionarios, preguntas sobre su vida en EE. UU., su trabajo, su domicilio y su familia, una revisión para confirmar que no existían pendientes legales en Cuba y verificación de equipaje tras pasar por aduana.
“Todo fue bastante bien, no te hacen nada a menos que tengas problemas con la seguridad. Si estás limpio y no le debes nada al gobierno cubano, no te va a pasar nada”, destacó.
Al finalizar la entrevista, le comunicaron que no tenía restricciones de movimiento dentro ni fuera del país, lo que implicaría que puede volver a viajar si lo desea, algo que no siempre ocurre en casos similares.
@aleagaastry0 Como es el proceso en el aeropuerto cuando llegas a Cuba deportado
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Un regreso que despierta temores: deportación, crisis y estigma social
Aunque su proceso fue sencillo, su relato refleja un miedo compartido por muchos deportados. Volver a Cuba no solo supone enfrentar controles migratorios, sino también reincorporarse a una realidad marcada por gran escasez de alimentos y medicinas, altos precios y salarios insuficientes, apagones prolongados, descontento social y vigilancia política y un mercado laboral limitado y mal remunerado.
La incertidumbre económica es mayor entre quienes gastaron todos sus ahorros para emigrar y ahora regresan sin recursos, en un país donde las oportunidades son cada vez más escasas.
Además, en la sociedad cubana aún existe estigma hacia los repatriados: muchos enfrentan incomprensión, críticas o incluso distanciamiento familiar, sobre todo si el viaje implicó vender propiedades, endeudarse o arriesgar la vida para huir.
El peso emocional de la deportación
El testimonio también deja entrever el impacto psicológico del proceso. Los deportados suelen pasar semanas o meses detenidos en centros de ICE antes de ser enviados a Cuba, lo que genera estrés, agotamiento emocional y miedo al retorno. Incluso tras llegar a la isla, la sensación de vigilancia no desaparece de inmediato.
Aunque la joven afirma que su entrevista fue cordial, muchos repatriados temen interrogatorios más severos, confiscaciones, multas o citaciones posteriores por parte de la Seguridad del Estado, especialmente si han expresado críticas hacia el gobierno mientras vivían fuera o si participaron en protestas, transmisiones o contenido político en redes sociales.
Una realidad en aumento: más vuelos, más testimonios, más incertidumbre
Desde 2023, los vuelos de deportación a Cuba han ido aumentando gradualmente tras acuerdos migratorios entre Washington y La Habana. Aunque no todos los expulsados comparten sus vivencias públicamente, los relatos difundidos en redes ayudan a dibujar un panorama más claro de cómo se están desarrollando estos retornos:
- Procesos más estructurados y bajo vigilancia.
- Protocolos diferenciados según antecedentes.
- Recepción estricta pero no necesariamente hostil.
- Temor generalizado ante lo que pueda ocurrir después.
Los testimonios recientes muestran que el trato puede variar significativamente entre casos, dependiendo del perfil del repatriado, su historial legal y sus actividades durante su estancia en Estados Unidos.
Un testimonio que abre más preguntas que respuestas
Tras relatar su experiencia, la joven concluyó que, pese a la tensión inicial, no enfrentó complicaciones. Sin embargo, su caso no representa la realidad de todos. Las diferencias en el trato, las consecuencias posteriores y los temores a represalias siguen siendo temas de discusión entre familias cubanas dentro y fuera de la isla.
El aumento de estas historias plantea interrogantes como ¿Están cambiando los protocolos del gobierno cubano? ¿Existe mayor seguimiento a los repatriados después de su llegada? ¿Podrán estos ciudadanos emigrar nuevamente en el futuro? y ¿Se intensificarán los vuelos de deportación?
Mientras estas dudas persisten, testimonios como el de ella ayudan a documentar cómo se está viviendo este fenómeno en la Cuba actual, un país en crisis donde cada regreso forzado se convierte también en un nuevo punto de partida.





